La serie de ataques alimenta un verano del miedo en Europa
La falta de respuestas potencia las tensiones sociales y genera un clima de nerviosismo
LONDRES.- Europa occidental parece despertarse cada día con un nuevo horror en las calles, que se cobra la vida de chicos, mujeres y hombres inocentes, alimenta las tensiones políticas y sociales, y genera un clima de nerviosismo que ensombrece el verano europeo.
Los muertos y heridos fueron atacados con camiones, hachas, armas de fuego, machetes y bombas. Entre las víctimas hay familias que salieron a ver los fuegos artificiales en la Costa Azul, adolescentes reunidos en un centro comercial, turistas en tren y fans de la música pop.
Tres de los cinco atacantes en menos de dos semanas profesaron su lealtad a Estado Islámico (EI), pero ninguno de ellos parece haber actuado bajo la dirección del grupo terrorista, y en todos los atacantes parece borrosa la línea que separa el terrorismo ideológico de la violencia impulsada por el odio, el resentimiento o la inestabilidad mental.
Esa misma opacidad hace que Francia, Alemania y el resto de Europa tengan enormes dificultades para entender cómo responder ante estos hechos. Y esa falta de respuestas termina de complicar un momento de gran convulsión política. Ya antes de esta última seguidilla de atentados, el continente era testigo del recrudecimiento de los sentimientos nacionalistas y antiinmigratorios, y los partidos de extrema derecha usaban esa atmósfera para intentar legitimarse.
El sentimiento populista antiinmigratorio fue un poderoso ingrediente en la decisión que tomaron los británicos el mes pasado de abandonar la Unión Europea (UE).
Y el auge de esta violencia de alto perfil no ha hecho más que amplificar la voz de quienes piden endurecer las restricciones a la inmigración de musulmanes, una propuesta que tiene su eco en la plataforma de Donald Trump. El premier húngaro, Viktor Orban, habló maravillas del magnate, y dijo que sus propuestas son exactamente lo que necesita Europa para enfrentar el terrorismo.
En Francia, que tras los dos ataques terroristas de 2015 exhibió notables muestras de unidad, ahora crecen las luchas políticas internas y las acusaciones, sobre todo desde el atentado en Niza. Los recientes atentados en Alemania tensaron más las relaciones entre el partido de Angela Merkel y su aliado en el estado de Baviera, donde la oposición presiona desde el año pasado, cuando la canciller aceptó recibir a un millón de asilados.
La preocupación por la seguridad y las derivaciones sociales que tendría una nueva oleada de inmigrantes de Siria, Afganistán y otros países dejó a la UE sin fuerza de presión para lidiar con la purga del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, contra los opositores que intentaron un golpe de Estado. Erdogan había acordado con la UE retener el flujo de refugiados, un acuerdo que Europa no se atreve a poner en riesgo, en especial por las nuevas amenazas para la seguridad asociadas con la inmigración.
Encontrar respuestas implica un desafío ya conocido para las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. Pero en algunos casos también es un problema de inmigración, asimilación y tolerancia. Y es un recordatorio del atractivo que implica la fama que pueden lograr personas perturbadas y con inclinaciones violentas en la era de las redes sociales.
"Si se convierte a cada individuo en un agente encapsulado en sí mismo, algunos tendrán iniciativas indeseadas y harán realidad sus fantasías en tiempo real, pero seguirán sintiendo la necesidad de un anclaje identitario", dice François Heisbourg, presidente del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
Para algunos, dice Heisbourg, eso es la jihad. "Puede pasar en Orlando o en Niza, y sin demasiadas consultas previas ni estructura ni redes de contactos", explica. Ali Sonboly, el adolescente que asesinó a nueve personas en Munich, en parte se inspiró en la masacre de Anders Breivik de hace cinco años en Noruega. "Lo que Sonboly buscaba al hackear Facebook y citar gente en un McDonald's era dejar su marca como individuo, un entrecruzamiento de barbarie absoluta y absoluta modernidad", añade.
Sonboly no actuaba como un Estado o una organización, sino como un individuo, y para las fuerzas de seguridad los actores individuales son extremadamente difíciles de detectar y detener. Pero sus acciones individuales, lanzadas al ciberespacio en el momento, suenan más fuerte que cualquier disparo o explosión.
Las discusiones abiertas y sobre la seguridad y la responsabilidad tras la masacre en Niza marcan un notorio contraste con la reacción de Francia ante los ataques del año pasado, cuando la población se esforzó por transmitir una sensación de solidaridad política y nacional frente al terrorismo. Hay un enojo palpable por la aparente incapacidad del gobierno para garantizar la seguridad.
En Alemania, tres de los cuatro recientes atentados fueron llevados a cabo por inmigrantes, dos de ellos de Siria y todos musulmanes. Tres de los cuatro pasaron por Baviera, que fue el primer centro de recepción de más de un millón de inmigrantes el año pasado y donde el gobierno socialcristiano fue uno de los primeros y más insistentes opositores a la política de puertas abiertas de Merkel.
Las reacciones políticas de cada país se dan en el marco de cambios globales en los que el terrorismo es apenas uno de los ingredientes. "Esto se manifiesta con nuevos centros de poder: el de los individuos y de las corporaciones, los silenciados y privados de derechos que buscan una nueva voz, y la sensación de que la actual infraestructura gobernante ya no es adecuada para sus fines", señala Xenia Wickett, del instituto de política exterior Chatham House.
Las instituciones, dice Wickett, tienen problemas para lidiar con los nuevos desafíos, como el islam, la desigualdad, el terrorismo y la globalización. "Tratamos de manejar el cambio, pero a la gente no le gustan los cambios. La nueva normalidad es ésa, y todos estaremos nerviosos y angustiados hasta que encontremos otra que nos satisfaga."
Más seguridad en Alemania
- Luego de la reciente serie de ataques, el ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziere, anunció que el país aumentará la presencia policial en estaciones de subte y ómnibus, y terminales y aeropuertos.
- En tanto, el gobierno de Baviera prometió hacer "todo lo humanamente posible" para incrementar la seguridad tras los atentados que sacudieron el estado, protagonizados por refugiados, y exigió a Angela Merkel endurecer la política de asilo, porque "el terrorismo islamista llegó a Alemania".
Traducción de Jaime Arrambide
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