La sequía llega a niveles récord y altera la vida cotidiana en Europa
Más de la mitad de los países del continente padece una sequía inédita, como no sucedía desde 1961; caen drásticamente las cosechas y se imponen medidas de emergencia
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PARÍS.– Europa no solo muere de calor, sino también de sed. Cursos de agua exhaustos, lagos secos, cosechas quemadas por el sol, centenares de comunas sin agua potable, feroces incendios que se cobran vidas y devoran miles de hectáreas de bosques… Resultado de la ausencia persistente de lluvias y las consecutivas olas de calor que superan los 40°C con apenas 10% de humedad, más de la mitad de los países del continente padece una sequía inédita, obligando a sus responsables a tomar medidas de urgencia. Una situación dramática que, según los expertos, tiende a agravarse.
“Francia atraviesa una situación histórica […] Una sequía excepcional. La más grave que haya registrado nuestro país”, afirmó el viernes pasado la primera ministra Elisabeth Borne, al anunciar la activación de una célula interministerial de crisis. En efecto, es necesario remontarse hasta 1961 para hallar un verano comparable. El mes pasado, el país registró menos de 10mm. de precipitaciones: un déficit de 84% en relación a un año normal en la misma época.
Hace días que un centenar de comunas francesas carecen de agua potable, mientras las napas freáticas están a seco y los niveles de ríos y lagos desciende en forma alarmante en todo el país. Resultado de las intensas olas de calor que se multiplican, los incendios ya arrasaron más de 43.000 hectáreas de bosques, los hielos eternos de los picos nevados de los Alpes han perdido entre tres y siete metros, las cosechas vitícolas se adelantaron varias semanas en el sur -con enormes pérdidas por falta de mano de obra-, y las siegas agrícolas fueron imposibles en el resto del país, porque los cereales murieron por falta de riego. En mayo, la Federación Nacional de Sindicatos de Productores Agrícolas (FSNEA) advirtió que la pérdida de rendimiento en el sector podía alcanzar el 40% si la situación persistía.
Los efectos de esta histórica canícula han golpeado a todos los sectores de la economía nacional. La falta de trigo, que provocó una reducción del 20% de producción de harina desde el mes de mayo, indujo un aumento de 4,5% del pan y de 13% de las pastas. La cosecha de maíz se redujo en 18% con relación al año pasado, imponiendo un aumento de precios del 17% en apenas un mes. También se registra una reducción sensible de la producción de productos lácteos y, por ende, un incremento considerable de los precios, sumado a riesgos de penuria.
“Por culpa de la sequía, el rendimiento se redujo 20%. Las vacas tienen menos para comer en el campo y soportan muy mal el calor. Sí, es posible que a este paso falte leche en Francia”, explica Benoît Mandrecy, presidente de La Laiterie des Ardenes.
Incluso el turismo ha sufrido las consecuencias en el país más visitado del mundo. Miles de viajeros llegados del norte del continente decidieron acortar sus estadías debido al calor extremo. Ni siquiera aquellos que pensaban subir a la cima del Monte Blanco podrán hacerlo, después de la decisión de las autoridades locales de prohibir el acceso. La sequía provoca la caída de gran cantidad de piedras que representan un peligro de muerte. Ante las incivilidades de los recalcitrantes, el alcalde de la comuna de Saint-Gervais, decidió exigir un depósito de 15.000 euros: el costo promedio de una operación de salvataje en montaña… “y de una sepultura”, dice el edil.
Pero Francia no es la única. Según la Comisión Europea (CE), el 46% del territorio de la UE se sitúa a un nivel de “advertencia”. Es decir, presentando un importante déficit de humedad del suelo. En verdad, el 11% del territorio del bloque ya estaría en estado de alerta, según un informe publicado la semana pasada. La situación es particularmente preocupante en Francia, Rumania, el oeste de Alemania, pero también en Italia, Grecia y la península ibérica.
Estrés hídrico
“Si bien todos los países de la Unión Europea padecen la sequía, el 50% de los habitantes de las regiones del Mediterráneo viven en estrés hídrico constante durante el verano”, dice el meteorólogo Francis Plon.
La sequía actual, que comenzó a principios de año, responde a una importante ausencia de precipitaciones. Entre septiembre de 2021 y abril de 2022, las lluvias fueron 19% inferiores al promedio en los territorios colocados en un nivel de “advertencia”, y 22% en aquellos en estado de alerta. Una sequía reforzada por fuertes olas de calor que, este año, golpearon el continente particularmente temprano. Una situación que, según los expertos, está en vías de agravamiento.
Debido a la falta de agua, la mayoría de los suelos europeos sufre. Comparada a la situación de mayo-junio, el déficit de humedad aumentó en Hungría, Eslovaquia y Rumania. Alemania y Polonia también vieron degradarse la situación. Mientras que en el sur del continente, Francia, Italia, Portugal, Grecia y España ya se encontraban en una difícil situación que no hizo más que empeorar. Holanda, el “país del agua”, decretó a principios de mes “penuria de agua” oficial.
Mientras que Gran Bretaña vivió, por su parte, el verano más caluroso y seco desde 1935, e incluso el más seco de la historia en el sur del país. Ante la inédita situación, varias compañías de distribución de agua anunciaron restricciones que afectan a millones de personas.
Como en Francia, la mayoría de los países europeos impusieron medidas de urgencia. Italia, Grecia y España limitan la climatización a 27°C en locales administrativos y comerciales. Se hizo obligatorio para todos mantener las puertas cerradas durante las horas de actividad. Una excepción, sin embargo: “Los bares, restaurantes y empresas donde el trabajo implica ejercicio físico, que podrán mantener la temperatura a 25°C”, anunció el ministerio de Transición Ecológica de España.
Casi todos han decretado la prohibición de regar, lavar vehículos y llenar piletas. Muchos gobiernos han comenzado a difundir publicidades recomendando a los ciudadanos “adoptar nuevas costumbres”. Eso quiere decir, recolectar el agua de lluvia cuando sea posible, reducir el tiempo de las duchas, cerrar las canillas durante el cepillado de los dientes, no arrancar el lavaplatos o lavarropas hasta que no estén llenos de vajilla o ropa.
Pero los líderes europeos saben que serán necesarias otras medidas estructurales para hacer frente a estas situaciones extremas. La semana pasada, la Comisión Europea lanzó un llamado a los 27 países miembros para que avancen en el tratamiento de las aguas servidas con el fin de reutilizarlas en el sector agrícola. Bruselas dio una cifra para justificar su gesto: más de 40.000 millones de metros cúbicos de aguas servidas son tratadas cada año dentro de la UE. Pero solo 964 millones son reutilizados. Es decir, menos del 2,5%.
Aunque, para los expertos, esa tecnología tiene un enorme potencial, es ampliamente subutilizada. Los campeones en la materia son Chipre y Malta, que reutilizan respectivamente el 90% y el 60% de sus aguas servidas. España trata el 19%; Italia, el 8%, mientras Francia apenas llega al 3%.
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