La segunda invasión rusa a Kharkiv agarró a Ucrania totalmente desprevenida
Además de la fatiga de los soldados ucranianos, luego de más de dos años de combates, los expertos constatan avances tecnológicos de las tropas del Kremlin, que utilizan mejor la guerra electrónica
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KHARKIV, Ucrania.- La nueva ofensiva transfronteriza de Rusia en el noreste de Ucrania era esperada desde hace meses, y de todos modos pareció agarrar desprevenidos a los soldados apostados en la zona para defenderla.
La 125° Brigada de Defensa Territorial de Ucrania, desplegada sobre los 43 kilómetros de la región de Kharkiv fronteriza con Rusia, utilizaba drones de reconocimiento para monitorear diariamente la concentración de fuerzas que estaba haciendo Moscú para un posible ataque. Pero la mañana del 10 de mayo, día en que la embestida finalmente se produjo, la brigada perdió todas las imágenes de video que le llegaban debido a la interferencia electrónica de los rusos.
Los dispositivos Starlink de Ucrania, la conexión satelital de la que dependen sus militares para sus comunicaciones básicas, fallaron al unísono, y por primera vez desde el inicio de la invasión, en febrero de 20220, las fuerzas ucranianas se quedaron totalmente en blanco.
“En determinado momento quedamos literalmente a oscuras”, dice el comandante de una unidad de drones de la 125° Brigada. “Ese fue nuestro mayor problema: no podíamos ver sus movimientos, y sólo podíamos comunicarnos entre nosotros por radio, o por teléfono, dónde seguían funcionando”, dice el comandante. Las imágenes en directo de los drones “simplemente desaparecieron”.
En pocos días, los rusos ya habían logrado tomar, por segunda vez, unos 130 kilómetros cuadrados de territorio a lo largo de la frontera, capitalizando así un momento de particular vulnerabilidad de las fuerzas de Ucrania.
El paquete de ayuda de Estados Unidos, que incluía financiación para adquirir las preciadas municiones de artillería y defensa antiaérea, estuvo estancado en el Congreso norteamericano durante más de seis meses hasta ser aprobado el mes pasado, dejando a las fuerzas ucranianas que sostienen la línea de frente sin capacidad de responder al ataque que sufrían sus posiciones.
Mientras tanto, y a pesar de que el personal militar se quejó durante meses de la escasez de soldados y la fatiga extrema de las tropas que están combatiendo desde hace más de dos años, el gobierno de Kiev se ha demorado en la movilización de nuevos efectivos, dejando algunas puntos del frente de batalla con una crítica escasez de personal.
Pero los avances de los últimos días de Rusia en el campo de batalla no responden solamente a deficiencias de Ucrania.
Los soldados ucranianos admiten a regañadientes que el enemigo se ha vuelto más inteligente y ha sabido adaptarse, especialmente con avances tecnológicos como la guerra electrónica, un marcado contraste con el primer año de la invasión, cuando los errores y el exceso de confianza de Rusia permitieron que los ucranianos recuperaran el control de ciudades clave y luego liberaran grandes extensiones de territorio con exitosas contraofensivas.
Los nuevos avances rusos en Kharkiv y en la vecina región del Donetsk han despertado dudas sobre la viabilidad de la defensa de Ucrania, ya no sólo sobre si Kiev podrá cumplir con su promesa de expulsar completamente al invasor, sino que ahora el temor es que Rusia pronto doblegue a las fuerzas ucranianas y se apodere de más territorio.
El último ataque a la frontera de Kharkiv obligó a Ucrania a derivar hacia el norte a algunas de sus tropas, dejando potencialmente descubiertas y en peligro otras posiciones.
El comandante de la unidad de drones de la 125° Brigada dice que aunque podían ver cómo los rusos concentraban tropas del otro lado de la frontera, ellos no estaban en condiciones de construir el tipo de líneas de defensa fortificadas en las que ahora ponen el acento el gobierno y los altos mandos militares ucranianos.
Los rusos contaban con su propia red de bloques piramidales antitanques, conocidos como “dientes de dragón”, de minas y de trincheras reforzadas con hormigón, que resultaron muy eficaces contra la decepcionante contraofensiva de Ucrania en el sudeste de su territorio a mediados del año pasado.
En abril, el presidente Volodimir Zelensky incluso visitó la frontera de Kharkiv para inspeccionar el reciente refuerzo de las defensas. Pero el comandante de la unidad de drones y otros soldados consultados dicen que cada vez que las unidades ucranianas apostadas en el lugar intentaban fortificar su línea defensiva, los rusos, con sus propios drones de reconocimiento, monitoreaban su actividad y abrían fuego sobre ellos.
Para hacerlo habrían hecho falta excavadoras y otros equipos de ingeniería, que no fueron llevados al lugar porque los rusos los habrían destruido fácilmente.
Los soldados ucranianos dicen que especialmente a causa de la demora de la ayuda norteamericana, carecían de los medios para responder a los ataques y hacerse tiempo para construir defensas más resistentes. La Casa Blanca también prohibió a los ucranianos utilizar armas proporcionadas por Estados Unidos para lanzar ataques dentro de territorio ruso, a pesar de que los rusos les dispararon desde el otro lado de la frontera.
El comandante dice que los soldados de su unidad tenían que cavar con palas durante la noche. “Hicimos lo que pudimos, pero no es lo mismo.”
Escala
La escala y el objetivo de la nueva ofensiva rusa en Kharkiv siguen siendo confusos, pero los expertos dicen que por ahora la toma de la ciudad de está fuera de su alcance, en parte porque Rusia también tiene escasez de tropas. Rusia redobló el reclutamiento de soldados contratados y aumentó significativamente el bono de gratificación para los hombres dispuestos a alistarse, que en algunas regiones llega a los 10.000 dólares, casi 15 veces más que la media del salario.
“Rusia ha destinado recursos para una incursión limitada que le permita establecer una zona de seguridad, y esto no es un intento de ocupar la totalidad de Kharkiv con un solo golpe”, apunta Dara Massicot, investigadora del Programa Rusia y Eurasia del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. “Sin embargo, esta puede ser la primera fase de un plan más amplio a largo plazo.”
La zona de seguridad tiene como objetivo proteger la región rusa de Belgorod, adyacente a Kharkiv, de los repetidos ataques ucranianos. Es una de las pocas zonas de Rusia donde los residentes sienten el impacto directo y constante de una guerra que ha destruido ciudades ucranianas y desplazado a millones de sus habitantes.
Ayer, de visita oficial en China, el propio presidente Vladimir Putin dijo que la operación tenía como único objetivo crear una zona de amortiguamiento para proteger Belgorod tras los repetidos ataques ucranianos sobre la ciudad. “En cuanto a Kharkiv, todavía no tenemos planes.”
Las tropas rusas que luchan en la región parecen provenir de nuevas unidades que fueron entrenadas o regeneradas desde el interior de Rusia, dice Massicot, y añade que la prioridad de Rusia sigue siendo la toma de la región del Donetsk. De hecho, apunta la investigadora, para apoyar su nueva ofensiva en Kharkiv, el Kremlin no retiró ni a un soldado de la línea de frente del Donetsk.
Ucrania, por el contrario, para repeler la embestida en Kharkiv tuvo que derivar refuerzos desde las regiones de Donetsk y Lugansk. Una de las brigadas que fueron movilizadas, la Khartia de la Guardia Nacional, ahora tiene unidades estacionadas en la frontera.
Los mandos militares de Ucrania insisten en que la situación en Kharkiv se ha estabilizado, pero anteayer, en una publicación en sus redes sociales, Zelensky describió la situación en el lugar como “extremadamente difícil”.
El comandante de Khartia, el coronel Ihor Obolyenskyi, dice que el miércoles las tropas rusas intentaron seis veces tomar por asalto las posiciones de sus soldados, “y eso apenas en un solo sitio de la línea de frente”, advierte el militar.
Con una táctica similar a la que utilizaron el año pasado para capturar la ciudad ucraniana de Bakhmut, los grupos de infantería rusos atacan en oleadas. Pero esos grupos ahora tienen más de 15 soldados cada uno, dice Obolyenskyi, “más del doble que en Bakhmut”.
Por Isabelle Khurshudyan, Serhii Korolchuk y Mary Ilyushina
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