La salud de Benedicto XVI: según el Vaticano, su condición es “estacionaria” y participó de una misa en su habitación
El papa emérito, de 95 años, anoche pudo descansar bien y, como hizo también ayer por la tarde, participó desde su lecho de enfermo de la celebración de una misa
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ROMA.- Sigue la inquietud por el estado de salud de Benedicto XVI, papa emérito, de 95 años, que está grave, como anunció al mundo el propio papa Francisco el miércoles pasado, cuando al final de la audiencia general pidió a todos los fieles rezar por él, porque “está muy enfermo”.
Según el parte médico difundido hoy por el vocero del Vaticano, Matteo Bruni, la situación de Joseph Ratzinger es “estacionaria”.
“El papa emérito anoche pudo descansar bien. También ayer por la tarde ha participado de la celebración de la santa misa en su habitación. Al momento su condición es estacionaria”, dijo Bruni, en un escueto parte médico que difundió a las 15 locales (las 11 de la Argentina).
En medio de gran hermetismo -lo esperable tratándose de un papa emérito, que renunció al trono de Pedro el 11 de febrero de 2013-, fuentes conectadas a quienes asisten al expapa alemán hicieron trascender que el bloqueo renal que, al parecer, complicó su cuadro de salud ya frágil, se habría solucionado.
Aunque el estado de Benedicto, que fue decayendo en los últimos años debido a la avanzada edad y achaques normales –con dificultades de vista, habla, movilidad y demás-, sigue siendo complejo.
Benedicto es asistido por su secretario privado, el arzobispo alemán, Georg Ganswein y cuatro mujeres consagradas del grupo Memores Domini, del movimiento de Comunión y Liberación.
En el parte médico de ayer, el Vaticano había hecho saber que el papa emérito había podido descansar bien, que estaba “absolutamente lúcido y atento” y que, “aún siguiendo graves sus condiciones”, la situación era estable.
Algunes versiones habían indicado antes que Ratzinger estuvo inconsciente en un momento y, quizás por eso, el Vaticano mencionó que estaba lúcido y atento.
Los vaticanistas, que siguen lo que a todas luces podría ser una agonía del Pontífice que saltó a la fama por su paso al costado, intentaban dilucidar por qué en el parte de hoy desapareció la palabra “grave”. Aunque el término “estacionario” -quizás también traducible como “estable”- parecía indicar que no había habido mejora alguna y que, por lo tanto, seguía grave.
Obispos de todos el mundo, incluso los de la Argentina, respondieron al pedido de rezar por Benedicto -teólogo de renombre, profesor universitario y autor de diversos libro-, que lanzó el miércoles el papa Francisco, quien sigue con atención la evolución de su predecesor y que el miércoles último fue a visitarlo al Monasterio Mater Ecclesiae, donde vive, en los Jardines Vaticanos.
Sermón de despedida
Como se anunció, por la tarde se celebró una misa solemne en la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma, por Bendicto, a la que asistieron algunos obispos, sacerdotes, fieles y muchos periodistas.
En su homilía el cardenal vicario de Roma, Angelo De Donatis, destacó que el nombre de baustimo de Benedicto es Joseph, José, como el esposo de María. “Nosotros estamos aquí para acompañarlo en este momento especial de su vida, con nuestra oración, para sostenerlo con todo nuestro afecto y para expresarle a Dios la gratitud de esta diócesis que él ha amado y servido con amor desinteresado”, dijo. “Nos gusta pensar que nuestro obispo emérito, José, ahora está tomado de la mano de San José, que lo ayuda a mantener siempre viva la invitación de Dios a no tener miedo”, agregó.
En un sermón con evidente tono de despedida, destacó, además, las dotes de Benedicto XVI. “Como sacerdote, como teólogo, como obispo, como papa, expresó, al mismo tiempo, la fortaleza y la dulzura de la fe, la esencialidad y la simplicidad de quien sabe que, cuando se sueña a Dios, los sueños se vuelven realidad”, dijo De Donatis, que elogió su encíclica Deus caritas est (Dios es amor) y recordó palabras que dijo al principio de su pontificado, en abril de 2005.
De Donatis también recordó que a un periodista que le preguntó cómo se preparaba para la muerte (el biógrafo alemán, Peter Seewald), Benedicto le respondió: “Meditando, pensando siempre que el final se acerca. Tratando de prepararme para ese momento y sobre todo teniéndolo siempre presente. Lo importante no es imaginárselo, sino vivir en la consciencia de que toda la vida tiende a este encuentro, que será el momento de sumergirse en el océano infinito del amor, en el cual el tiempo, el antes y el después, no existe más. Podemos sólo tratar de pensar que este momento es la vida en sentido pleno, un siempre nuevo sumergirse en la vastidad del ser, mientras simplemente estamos abrumados por la alegría”.
Y el cardenal concluyó: “Cuando querrá, Dios se acercará a este hermano nuestro y le dirá: ‘José, levántate, Joseph resurge’. Y serán Cristo y su Madre que se lo llevarán con ellos y lo conducirán al Paraíso, donde el sueño de una vida se volverá la realidad de la eternidad”.
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