La rutina de la violencia: israelíes y palestinos buscan sobrevivir a la guerra... y saben que no es la última
Familias de uno y otro lado intentan sobreponerse a los bombardeos, el miedo y la incertidumbre; hablan de paz, pero creen que otro ciclo de combates y muertes irrumpirá después de un tiempo si no se alcanza un acuerdo final
JERUSALÉN
Desde las ruinas de su casa, en el campo de refugiados de Nusseirat, en la castigada Franja de Gaza, la palestina Bassema Alnweiri busca una explicación al bombardeo que la dejó sin hogar. A 40 kilómetros, en la ciudad israelí de Ashdod, Moshe Dror corre de nuevo a protegerse en un refugio hasta que escucha la detonación del cohete lanzado por las milicias palestinas.
Bassame y Moshe son oficialmente "enemigos", pero comparten el hartazgo hacia sus dirigentes y la impotencia y la resignación ante las guerras que se suceden sin resolver nada y a las que intentan sobrevivir como pueden. Han pasado cuatro días desde que su casa fue bombardeada y Bassema visita diariamente la montaña de escombros en un intento de convencerse de lo que ocurrió.
"Estábamos en casa y apareció mi padre con cara de pánico y gritando: «¡Salgan, salgan!». Acababa de recibir una llamada del ejército israelí en la que avisaban que iban a bombardear nuestro hogar. Corrimos con lo puesto unos 200 metros y recibió otra llamada en la que preguntaban si quedaba alguien en casa. Asustado, respondió que no estaba seguro. «Es su responsabilidad», le contestaron, y segundos después vimos cómo era bombardeada", explica a LA NACION.
En total, 19 personas vivían en el hogar familiar, situado 10 kilómetros al sur de la ciudad de Gaza. Según la ONU más de 550 casas fueron ya total o parcialmente destruidas por Israel en la Franja en estos días.
"Nunca pensamos que nos fuera a pasar. Mi hermano es agricultor y mi padre es anciano. Ninguno está metido en política y no sabemos por qué nosotros", afirma esta bioquímica de 34 años y desempleada, como casi la mitad de la población en Gaza.
Nacido en Buenos Aires, el israelí Moshe Dror vive desde hace 50 años en Ashdod, un blanco frecuente de los cohetes palestinos. En esta ciudad israelí trabaja, se casó y fue padre y abuelo. "Y aquí me enterrarán", afirma a LA NACION.
Desde el inicio de la operación Barrera Protectora, el lunes, unos 700 cohetes fueron disparados desde la Franja, la mayoría reivindicados por el movimiento islamista Hamas, que controla Gaza. Medio centenar de ellos cayeron sobre Ashdod.
"Ésta debería ser la época más feliz del año. Deberíamos estar yendo a la playa y paseando por la calle, pero la ciudad está desierta y todos estamos en casa por miedo. No sabemos dónde va a caer el próximo cohete. Además, ahora son más sofisticados y llegan más lejos y en salvas", explica Dror, de 63 años. "Tengo un refugio en la casa y disponemos de 45 segundos desde que suena la sirena para entrar, cerrar las puertas y alejarnos de las ventanas. El problema es cuando la alerta llega y uno se está bañando o está en la calle manejando. Yo siempre voy con las ventanas abiertas, y si oigo la sirena, freno en seco el coche y corro a algún edificio para refugiarme", describe Dror, responsable de Relaciones Públicas de la municipalidad de Ashdod.
Y después de cada alerta vienen las llamadas de teléfono a familia y amigos, "para saber si no pasó nada con nadie y los nietos están bien".
"¿Acostumbrados? No, nunca te podés acostumbrar a esto ni perder el miedo. En 2012 un cohete cayó muy cerca y fui proyectado a varios metros. Ahí uno piensa que igual no se levanta. Pero me levanté y me dije: «Yo tengo toda la razón del mundo para estar donde estoy»", recuerda.
En cinco días de operación militar, Israel bombardeó más de 1000 puntos de la Franja de Gaza. Más de 120 palestinos murieron en Gaza y siete israelíes resultaron heridos, varios de ellos en Ashdod, cuando un proyectil cayó sobre una estación de servicio.
"La pregunta es qué pasará después del alto el fuego. ¿Empezaremos la cuenta atrás hasta la próxima vez que Hamas lance un cohete, como ocurrió en el pasado? El premier [Benjamin] Netanyahu perdió cada oportunidad que se le concedió de llegar a un acuerdo con los palestinos y no va a cambiar ahora, cuando está perdiendo el liderazgo", opinó el analista del diario Haaretz Yoel Marcus.
La última ronda de negociaciones de paz entre israelíes y palestinos se paralizó en abril y quedó completamente enterrada cuando Hamas y Al-Fatah, movimiento del presidente Mahmoud Abbas, acordaron una reconciliación y formaron en junio un ejecutivo de consenso nacional.
Israel dio a entender que Abbas ya no era un interlocutor porque se había aliado con el grupo islamista, que no reconoce la existencia de Israel.
Los tambores de guerra se hicieron oír a mediados de junio, cuando Netanyahu señaló a Hamas como responsable del secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes en Cisjordania, un crimen que nadie reivindicó y que provocó la operación militar posterior en Gaza. Abbas, que gestiona urgentemente una tregua con la mediación de varios países árabes, aseveró esta semana que no tiene "interlocutor para negociar una solución de dos Estados" en este momento.
En medio de bombardeos y muertos, hablar de paz resulta hasta ridículo, pero la palabra está en boca de israelíes y palestinos. "La solución es una: la paz. Da igual si ganamos o si perdemos ahora porque en un año o dos estaremos igual. Hay que entender que somos dos pueblos que tienen que vivir en dos países. Cualquier otra solución servirá sólo para un año o dos", dice Dror.
En los últimos días en diversos puntos de Israel hubo varias manifestaciones para que cesen los bombardeos en Gaza y finalice "la ocupación". "Conozco a gente de Gaza y hay que dejar de creer que son personas malditas, la mayoría es gente muy buena. El problema es el fundamentalismo de Hamas", opina Dror.
Las operaciones contra Gaza se sucedieron, sobre todo, después de que Hamas ganó las elecciones legislativas y se hizo con el control de la región, en 2007. En 2008, 1300 palestinos y 13 israelíes murieron durante la ofensiva Plomo Fundido y, en 2012, la operación Pilar Defensivo dejó más de 170 muertos palestinos.
"En Gaza llevamos siete años de bloqueo muriendo lentamente: nuestros hijos no tienen futuro, no hay agua, no hay trabajo y no hay dinero. La desesperación es tal que algunos piensan que un misil israelí puede ser la solución a todos los problemas", explica Bassema.
"Cada año estamos en lo mismo y sufrimos una semana de bombardeos. La gente quiere una solución, pero la política es una gran mentira. ¡Somos nosotros quienes pagamos la factura y ya no podemos más!", concluye.
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