LA NACION publica una cobertura especial de las elecciones presidenciales en Estados Unidos: La ruta a la Casa Blanca , un recorrido por los estados donde las campañas de Donald Trump y Joe Biden pelean voto a voto.
MILWAUKEE, Wisconsin.- Durante las primarias, los afroamericanos en Carolina del Sur resucitaron la candidatura Joe Biden cuando todos la daban por terminada. Ahora, ungido como estandarte demócrata, y cuando faltan días para la elección presidencial, Biden apuesta otra vez a que el voto negro le brinde el empujón necesario para llegar hasta la Casa Blanca.
En 2016, la participación de los negros en la elección presidencial se desplomó al caer por primera vez en 20 años, según cifras oficiales, luego de alcanzar un pico en 2012, cuando Barack Obama fue reelecto con Biden como vicepresidente. Ese derrumbe, que los demócratas se han preocupado por revertir este año, fue uno de los motivos por los que Trump se quedó con la presidencia.
La apatía de los afroamericanos se vio en ciudades como Milwaukee, la ciudad más grande de Wisconsin, uno de los estados pendulares del medio oeste de Estados Unidos donde cuatro años atrás los demócratas daban por hecho un triunfo. Hillary Clinton ni siquiera pisó el estado durante la campaña. Trump ganó Wisconsin –algo que ningún republicano había logrado desde Ronald Reagan, en 1984– por menos de 23.000 votos. Sólo en Milwaukee, donde el 40% de la población es afroamericana, Clinton sacó 40.000 votos menos que Obama. Este año, para desterrar ese pasado, Biden eligió a Kamala Harris para ser la primera vicepresidenta negra, y elevó la lucha contra el racismo en su mensaje. Y ambos viajaron a Wisconsin.
El voto negro juega también un papel crucial en Michigan –solo en Detroit, bastión demócrata, casi el 80% de la población es afroamericana– y en los estados pendulares del "Cinturón del Sol", como Carolina del Norte, Georgia o la Florida. Su voto puede torcer la elección según dónde vaya: los afroamericanos parecen estar dividido entre la esperanza de un cambio y la furia contra Trump, y la apatía. Una minoría apoya a Trump, quien repite que es el mandatario que más hizo por los negros desde Abraham Lincoln.
"Mucha gente aquí está sufriendo por todo lo que ha pasado, así que sería bueno tener a alguien en la presidencia que realmente se preocupe por otras personas", dice Ciara McCall, 27 años, en Orlando, Florida, donde uno de cada cuatro habitantes es afroamericano. McCall es azafata, y hace poco fue suspendida de su trabajo. Votará por Biden. "Esta elección es extremadamente importante porque necesitamos a alguien en la Casa Blanca que se preocupe por nosotros, no solo a las grandes empresas. Somos las personas que hacemos girar las ruedas quienes realmente estamos haciendo el trabajo. Es importante contar con alguien que nos apoye", afirma.
Una de las visitas de Biden a Wisconsin fue a Kenosha, trastocada por la balacera a Jacob Blake, uno de los casos de brutalidad policial que avivó este año la ola de protestas contra el racismo. En Kenosha, la calle donde Blake fue baleado aparece calma y desierta. Nada lleva a pensar que fue el origen de otro brote de furia que repercutió en todo el país, salvo que los vecinos a la vista, cansados de la prensa, se niegan amablemente a responder las preguntas de LA NACION. En el centro de la ciudad, los locales comerciales siguen tapiados, muchos de ellos con grafitis donde se leen mensajes como "Kenosha fuerte", o "Kenosha es amor".
"Trump es un racista", dice James Curtis, negro, dueño de una peluquería en la ciudad. "Es uno de los racistas más grandes que andan dando vueltas", insiste.
A Curtis le importa mucho preservar Medicare y Medicaid, los programas de salud del gobierno, que el seguro médico privado sea asequible, las jubilaciones, la educación pública, y que el gobierno ayude a los "sin techo" y a los veteranos de guerra. Es un ferviente creyente en la mano del gobierno: los programas oficiales, dice, pueden ayudar a "sacar a la gente de la calle", ayudarlos a armar una vida.
Hace cuatro años votó a Hillary Clinton, a sabiendas de que iba a perder, dice, porque es mujer. Este año votará a Biden, y cree que, esta vez, más gente saldrá a votar a los demócratas. "Toda la gente que salió a protestar, las marchas por Black Lives Matter, realmente están saliendo para llevar a Biden a la Casa Blanca", afirma. "Creo que va a ganar", se entusiasma.
Otros seguirán afuera. En Milwaukee, Self Kingdom se arrepiente de haber votado a Barack Obama. Y no sólo lo votó: trabajó como voluntario para su campaña, golpeó puertas y pasó horas al teléfono intentando convencer a otras personas de que también lo votaran. Hace cuatro años, desilusionado, Kingdom votó por él mismo en la elección presidencial. Tomó la boleta y escribió su nombre en el espacio en blanco que permite votar por cualquier persona. Este año hará lo mismo.
"Es un hombre blanco con cara negra", dice sobre Obama.
Kingdom es afroamericano, tiene 42 años, es técnico informático y habla con un tono alto, firme, decidido, y sin vueltas. Está convencido de que, para él, no hay diferencia alguna entre votar por un candidato demócrata o un republicano. El tema que más le importa es que el gobierno de Estados Unidos pague reparaciones a los negros por la esclavitud. Pensaba que Obama lo haría y ahora se queja de que firmó decretos "para las feministas, los gays, ¡los inmigrantes!", pero ninguno para los afroamericanos. A Biden no le perdona su apoyo a la ley contra el crimen de 1994, que ahora el demócrata reconoce que dañó a los afroamericanos y fue un error.
Self Kingdom está sentado en Upper Cutz, una peluquería en Lindsay Heights, uno de los barrios negros de Milwaukee. Cae la tarde en un día de semana. Es la hora pico: todos los asientos están ocupados y los clientes van sin barbijo, al igual que algunos de los peluqueros. Kingdom se sienta para que le rapen la cabeza y le recorten su barba. En la peluquería se respira apatía.
"La mayoría compra la estafa", dice Self Kingdom, sobre los demócratas. "Para el votante negro promedio, sí, sacar a Trump de la presidencia es suficiente para votar a los demócratas. Hemos sido bombardeados y entrenados para votar a los demócratas, y sacar a Trump del cargo. Pero a mi no pueden motivarme con eso", cierra.
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