La resistencia busca su espacio: expulsan a los talibanes de tres distritos al norte de Kabul, en el Valle de Panshir
Los combatientes afirman que mataron a al menos 30 talibanes y que capturaron a casi dos docenas más en una zona del país que ya se había opuesto a los islamistas cuando tomaron el poder en 1996
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NUEVA YORK.- Los talibanes sufrieron el primer revés armado contra su gobierno, tras ser expulsados por soldados afganos con ayuda de la población local de tres distritos en las montañas al norte de Kabul, según informaron ex oficiales de las fuerzas militares.
Los combates tuvieron lugar el viernes en valles remotos, y los detalles de los enfrentamientos recién se están conociendo a cuentagotas. Pero en videos posteados en las redes sociales pueden verse combatientes y civiles destrozando la bandera blanca de los talibanes e izando la afgana, de color rojo, verde y negro. En un tuit, el exministro de Defensa, Bismillah Khan Mohammadi, llamó a los combatientes “fuerzas de resistencia popular”.
“La resistencia sigue viva”, escribió Mohammadi.
Cuánto tiempo podrá sobrevivir, ya es otra cuestión. Se decía que las tropas afganas se habían retirado a esa zona la semana pasada, tras el colapso del gobierno nacional y de las fuerzas militares, y Estados Unidos parecía poco dispuesto a tomar cualquier medida que pudiera irritar a los talibanes, de cuya buena predisposición ahora dependen en gran medida sus operaciones de evacuación en el aeropuerto de Kabul.
El enfrentamiento se había desatado mientras los talibanes realizaban las requisas casa por casa, un giro irónico de una guerra en la que originalmente fue la crispación de los afganos frente a las requisas norteamericanas la que ayudó a engrosar las filas de los talibanes. Exfuncionarios afganos dicen que el combate habría sido liderado por un jefe de policía local que sabía que perdería su cargo bajo el gobierno talibán.
El enfrentamiento ocurrió en tres distritos –Puli Hisar, Dih Salah y Banu–, situados a más de 150 kilómetros al norte de Kabul, pero solo accesibles por caminos ruinosos que serpentean por las montañas. Los combatientes afirman que mataron a al menos 30 talibanes y que capturaron a casi dos docenas más. Pero según una cuenta de Twitter a favor de los talibanes, la cantidad de extremistas muertos sería solamente la mitad.
Menos de una semana después de tomar Kabul, los talibanes ya enfrentan las primeras señales de resistencia a su mando. Temiendo que los talibanes intenten restablecer una interpretación rigurosa y a veces brutal de la ley islámica, pequeños grupos de mujeres desafiaron posibles represalias para defender públicamente sus derechos. Otras simplemente se negaron a izar la bandera blanca talibana e insistieron en que la bandera nacional afgana era el único estandarte que deseaban ver flamear.
El levantamiento del viernes ocurrió en el norte del Valle de Panshir, una franja de territorio estratégica donde un puñado de líderes afganos estarían organizando una fuerza de resistencia a los talibanes. Si bien exfuncionarios afganos y reportes de testigos en las redes sociales sugieren que el levantamiento fue local y espontáneo, uno de los líderes principales del movimiento de resistencia en Panshir aseguró el sábado que “todos somos uno”.
Amrullah Saleh, vicepresidente primero del país hasta la semana pasada, escribió en un mensaje de texto que sus fuerzas y los combatientes del norte estaban “bajo una sola estructura de mando”.
Saleh ahora intenta presentarse como el “presidente interino” de Afganistán. Se negó a comentar sobre los vínculos que dijo tener con el levantamiento del viernes diciendo solamente que “la resistencia va a crecer”.
Y agregó: “Afganistán está vivo y no se convirtió en Talibanistán”.
Resguardado por una profunda hondonada, el Valle de Panshir ocupa un lugar singular en la historia afgana. Bajo el liderazgo del famoso comandante muyahidín Ahmad Shah Masud, resistió a los soviéticos en la década de 1980 y a los talibanes en los años 1990, y luego fue utilizado por fuerzas especiales y espías norteamericanos para lanzar la invasión estadounidense que terminaría con el gobierno de los talibanes.
Pero Masud fue asesinado por al-Qaeda dos días antes del 11 de septiembre de 2001, y en las décadas posteriores, Afganistán, los talibanes y el mundo en general experimentaron drásticas transformaciones.
Tras su ofensiva a lo largo del país en los últimos meses, los talibanes están envalentonados y mucho mejor armados, gracias a los inmensos arsenales de armas fabricadas en Estados Unidos que capturaron a su paso. Los habitantes de Panshir, por el contrario, entregaron la mayor parte de sus armas y carecen de un líder único y unificador como Masud, a pesar de que su hijo participa en el movimiento de resistencia actual.
Lo más importante es que parece haber poca voluntad internacional para apoyar a ese grupo contrainsurgente, o de hecho a cualquier tipo de resistencia armada contra los talibanes.
Estados Unidos y sus aliados están concentrados en evacuar Kabul. Para hacerlo, buscan cooperar activamente con los talibanes, que hasta ahora se han mostrado en cierto modo cooperativos, deseosos de mostrarle al mundo que ya no son los mismos fanáticos brutales que gobernaron Afganistán hace dos décadas.
Los levantamientos armados podrían generar un rápido cambio de actitud que lleve a los talibanes a reprimir violentamente en el mismo momento en que Estados Unidos y los países europeos están haciendo lo imposible para continuar con las evacuaciones.
El sábado, funcionarios militares y de inteligencia norteamericanos dijeron estar siguiendo de cerca algunos informes de que los combatientes de la resistencia afgana habían expulsado a los talibanes de tres distritos del norte, pero esos grupos no solicitaron ataques aéreos norteamericanos u otro tipo de asistencia, y tampoco nadie se lo ofreció, al menos públicamente.
Los funcionarios militares dicen que llegado el caso analizaran esas solicitudes con suma cautela, por temor a que cualquier ataque contra los talibanes haga peligrar el frágil acuerdo alcanzado en los últimos días con altos funcionarios talibanes para permitir el salvoconducto de los ciudadanos norteamericanos hasta el aeropuerto de Kabul.
El Pentágono dijo que las fuerzas militares y de seguridad del régimen afgano ya no operan como unidades en funcionamiento en la lucha contra los talibanes.
Los líderes de Panshir parecen ser conscientes de que cualquier enfrentamiento probablemente sea visto por Estados Unidos como una distracción que podría hacer peligrar su evacuación, que como ya se ha visto, puede convertirse en un operativo totalmente caótico. Muchos están furiosos de lo que consideran una traición, y no dudan en decirlo
“Una superpotencia firmó un acuerdo con un grupo terrorista. Lo que estamos viendo en Kabul es una inmensa humillación para la civilización occidental”, escribió Saleh la semana pasada en un mensaje de texto.
Y el sábado se mostró aún más categórico: “La OTAN y Estados Unidos fracasaron”.
Traducción de Ignacio Mackinze
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