El primero se manifiesta de manera diferente entre las personas, pero comúnmente hace que alguien tenga la creencia inquebrantable de que es un fraude intelectual, a pesar de toda la evidencia de lo contrario
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“La gente parece pensar que lo estoy haciendo bien, pero realmente no creo que sea así”, dice Fiona, una gerente sénior de unos 40 años que trabaja en la industria de la construcción en Reino Unido.
“Esto siempre me ha hecho pensar que podría estar haciéndolo mejor y que la gente duda de mí”.
Fiona, quien se reserva su identidad para proteger su reputación profesional, ha pasado su carrera luchando contra el síndrome del impostor: el temor de no merecer realmente el éxito.
“A pesar de que he llegado a la posición en la que estoy, todavía no creo en mí misma. Otras personas parecen hacerlo, pero no siento que esté justificado”, dice.
El estrés de cuestionarse constantemente a sí misma se ha visto agravado por las ansiedades traídas por la pandemia y la presión del trabajo remoto. Fiona ahora se siente “agotada todos los días”.
Siente que está mostrando todos los síntomas del agotamiento profesional, incluido el lado emocional. Ha comenzado a “cuestionarse el sentido del trabajo” y el valor que ella aporta “cuando otras personas hacen el trabajo mucho mejor”.
El síndrome del impostor es un problema conocido entre los profesionales. Pero los investigadores están cada vez más interesados en el vínculo que Fiona ha experimentado entre el síndrome del impostor y ese otro malestar profesional moderno: el síndrome de desgaste profesional o el sentirse “quemado” en el trabajo.
A medida que el trabajo atraviesa un período de cambios rápidos, comprender cómo estas dos condiciones se alimentan entre sí, y qué se puede hacer para evitar que desestabilicen las carreras será fundamental tanto para el bienestar como para la retención de los empleados.
Un vínculo insidioso
El síndrome del impostor (SI), que también llamado fenómeno del impostor, se manifiesta de manera diferente entre las personas, pero comúnmente hace que alguien tenga la creencia inquebrantable de que es un fraude intelectual, a pesar de toda la evidencia de lo contrario.
Las personas con SI a menudo sienten que necesitan trabajar en exceso y cumplir demasiado en los proyectos para evitar quedar expuestos.
Aunque pueden tener grandes logros, es posible que eviten asumir desafíos para no fallar ante los demás. Atribuyen el éxito a la suerte o al trabajo duro, más que a la destreza, y temen que ello los lleve a recibir otras oportunidades en las que podrían tropezar.
Los estudios sugieren que hasta el 70% de las personas han experimentado el SI en el trabajo en algún momento.
Si bien algunas investigaciones sugieren que el síndrome a veces podría ayudar a motivar a las personas a conseguir más logros, también hay amplia evidencia de que el estrés que genera puede ser tan agotador que ejerce una presión intensa sobre la salud mental.
Un estudio de 2016, por ejemplo, mostró que los estudiantes de medicina de EE.UU. con sentimientos de impostor también tendían a demostrar “mayores niveles de cansancio, agotamiento emocional, cinismo y despersonalización”, síntomas muy similares a la definición de agotamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y una encuesta internacional reciente entre 10.000 trabajadores realizada por la plataforma de administración del trabajo Asana, en EE.UU., mostró que el 42% creía que había experimentado SI y agotamiento prolongado al mismo tiempo.
“Cuando ves a una persona que sufre del síndrome del impostor, es más probable que sufra agotamiento profesional. Y las personas que están exhaustas tienen más probabilidades de sufrir el síndrome del impostor”, dice el doctor Sahar Yousef, neurocientífico cognitivo que investiga la productividad en el trabajo para la Universidad de California Berkeley.
Yousef dice que es importante tener en cuenta que la encuesta se basó en que las personas hicieran su propia evaluación de agotamiento, un síndrome clínico grave del que la recuperación puede llevar meses.
Pero incluso si algunas personas pueden ser demasiado rápidas para etiquetarse a sí mismas como exhaustas, en lugar de solo muy cansadas y estresadas, es notable que muchas se identificaron con ambos síndromes al mismo tiempo.
No está del todo claro científicamente por qué los dos se superponen cada vez más, dice Yousef, pero un factor clave es que el SI se manifiesta como una tercera dimensión del agotamiento, como lo define la OMS: “sentimientos de ineficacia profesional”.
Como en el caso de Fiona, cuando alguien experimenta agotamiento “sientes que, no importa lo que hagas, no es suficiente. Eres la persona ineficaz de tu equipo”, dice Yousef. Esto es notablemente similar a la definición del síndrome del impostor, agrega.
Las tendencias perfeccionistas de alguien con SI pueden significar que cada interacción se vuelve intensamente estresante.
El agotamiento puede aparecer después de “cientos, tal vez miles, de ciclos de estrés incompletos”, donde el individuo nunca tiene la oportunidad de recuperarse mentalmente de los momentos de presión.
Clare Josa, fundadora de una consultora de SI y autora de un libro sobre el tema (Ditching Imposter Syndrome) dice que ve un vínculo claro entre el síndrome y el agotamiento, algo que atribuye a que “el mecanismo de lucha, escape o congelación del cuerpo se atasca”.
Su reciente estudio, de un año de duración, abarcó a 2.000 trabajadores en Reino Unido y EE.UU. y encontró que el 62% de las personas lidiaba con sentimientos de impostor a diario.
El 18% se describía a sí mismo como alguien que está “de rodillas” por el estrés.
Según sus respuestas a una serie de preguntas de evaluación, se consideró que el 34% de los encuestados corrían un alto riesgo de agotamiento inminente. Concluyó que el SI es “uno de los predictores más importantes de que alguien está o no en riesgo de sentirse agotado profesionalmente”.
Josa cree que la correlación se deriva en gran medida de las tácticas que las personas desarrollan para compensar o enmascarar su impostura, como aceptar un trabajo para el que no tienen tiempo con el fin de obtener la aprobación o evitar la promoción porque temen ser expuestos.
Como dijo un colaborador de su investigación: “Siento que si estoy en el centro de atención, todos verán si cometo un error. Así que hago todo lo posible para no ir allí”.
Alguien que está tan “preparado para buscar amenazas” pronto descubrirá que esto afecta su bienestar y lo empuja al agotamiento, dice Josa.
La prevención es clave
En este momento, dice Anne Raimondi, directora de operaciones y directora de negocios de Asana, su investigación muestra que son los trabajadores de la generación Z los que tienen más probabilidades de decir que están luchando contra el síndrome del impostor y el agotamiento.
Ella atribuye esto a los desafíos únicos para los jóvenes de iniciar carreras durante la pandemia.
Al ser incapaces de observar a los colegas en persona y adaptarse a la dinámica del lugar de trabajo, sin límites claros entre el trabajo y la vida personal, y sin los “momentos de retroalimentación y tranquilidad” que son cruciales para generar confianza profesional, es fácil ver cómo el personal subalterno podría comenzar a sentir que no pertenece a su rol y sentirse abrumado.
Josa dice que si bien los trabajadores más jóvenes pueden expresarse más abiertamente sobre sus conflictos personales, las generaciones mayores también están sufriendo.
Uno de los desencadenantes más importantes que ella ha identificado para el síndrome del impostor es la menopausia para las mujeres, o el ascenso a puestos de alto nivel en el caso de los hombres. Mientras tanto, las madres que trabajan son un grupo de alto riesgo tanto de SI como de agotamiento, agrega.
También hay un cuerpo de investigación que sugiere que los miembros de minorías pueden verse afectados de manera más aguda.
La doctora Kelly Cawcutt, del Centro Médico de la Universidad de Nebraska (EE.UU.), dice que el síndrome del impostor se ha indicado durante mucho tiempo como un factor en las altas tasas de agotamiento entre los trabajadores médicos.
Pero su investigación sugiere que “los prejuicios arraigados y la falta de diversidad” en la profesión pueden significar que los grupos étnicos minoritarios y subrepresentados se ven particularmente afectados. Se sabe que los médicos negros, por ejemplo, enfrentan un mayor riesgo de agotamiento, en parte debido al estrés de la discriminación.
“Si nos dicen que no somos lo suficientemente buenos, que no somos lo suficientemente inteligentes, que no pertenecemos ahí, o nos hacen sentir así a través de microagresiones, esos sesgos extrínsecos pueden internalizarse”, explica, lo que alimenta tanto el SI como, a largo plazo, el agotamiento
“Aunque hay muchos esfuerzos para abordar esto ahora, estos sesgos aún existen”, dice Cawcutt, lo que crea un “ciclo negativo sustancial” para el individuo.
Esto, dice, muestra la importancia de tratar el SI y el agotamiento, y de hecho los sesgos arraigados, no como problemas aislados, sino como fenómenos conectados que, si se van a resolver, deben abordarse juntos.
Josa dice que, cuando se trata del individuo, el punto de partida es abordar el síndrome del impostor reconfigurando la respuesta del cerebro al estrés, “para que no tenga esa respuesta inconsciente de lucha, huida o congelación”.
Pero para abordar el problema del agotamiento del SI, dice que las empresas deben hacer más para revisar culturas en las que “todo se ha convertido en una emergencia” y en las que las personas se sienten obligadas a rendir más y apretar los dientes ante la adversidad, en lugar de ser honestas sobre su bienestar.
Yousef y Raimondi están de acuerdo en que es fundamental alentar a los trabajadores a construir límites cognitivos en torno a su trabajo para que tengan tiempo de restablecerse mentalmente después de períodos estresantes, rompiendo esos ciclos de estrés.
Los trabajadores más jóvenes, dice Yousef, necesitan ayuda para involucrarse con mentores en el trabajo para que aprendan a encajar, deteniendo esos sentimientos de ser impostor desde el principio.
“La prevención debería ser la clave aquí”, dice. “Me encantaría que educáramos a nuestros hijos incluso desde la escuela secundaria sobre lo que sucede cuando trabajas demasiado”.
Pero para personas como Fiona, es más fácil decirlo que resolver el problema en los hechos. Su médico le aconsejó que se ausentara del trabajo, pero teme que hacerlo defraudará a su equipo o solo le demostrará a sí misma y a los demás que la “ascendieron por encima de mi grado”.
En cambio, ella se encuentra luchando cada día para “sortear la melaza del trabajo”, envidiando a las personas que parecen estar arreglándoselas bien.
“¿No sería una sensación agradable saber que no te debes preocupar por ir al trabajo todos los días?”, se pregunta.
Por Anna Jones
BBC Worklife
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