La reina de Jordania oculta su glamour por el creciente malestar
Amada en Occidente, Rania bajó su exposición en actos públicos y en la prensa
DUBAI.- La "primavera árabe" ha resultado mortal para las revistas del corazón. Primero perdieron a Asma, la esposa del presidente sirio, Bashar al-Assad, cuya modernidad y elegancia alababa un inoportuno artículo de Vanity Fair justo en el momento en que su marido reprimía a los manifestantes que pedían democracia. Ahora, empieza a notarse la ausencia de Rania de Jordania. Hace semanas que apenas se tienen noticias de la antes superactiva esposa del rey Abdullah.
La última vez que la elegante consorte jordana abrió la boca en público fue en septiembre, durante la reunión anual de la Iniciativa Global Clinton. "Necesitamos otra revolución en el mundo árabe. Necesitamos una revolución de la educación", dijo Rania, que desde hace algún tiempo centra sus esfuerzos en ese ámbito. Pero la suba de los precios de los combustibles y la falta de resultados de las reformas anunciadas por Abdullah parecen haber convencido a los jordanos de que la única forma de conseguir cambios es salir a la calle como sus vecinos.
A los 42 años, Rania es toda una personalidad en Twitter (@QueenRania), con 2,4 millones de seguidores. También fue una pionera en YouTube, donde en 2008 lanzó su propio canal. Con anterioridad, esta mujer moderna y atractiva había conquistado a los medios de comunicación. Licenciada en administración de empresas, había trabajado en varias multinacionales antes de casarse con Abdullah en 1993, cuando nadie esperaba que seis años más tarde el rey Hussein iba a nombrarlo heredero al trono en lugar del tío Hassan.
La joven reina se convirtió entonces en su mejor embajadora. Su buen inglés, su soltura en los actos y su fotogenia influyeron sin duda en que fuera votada la tercera entre las mujeres más lindas del mundo en una encuesta de la revista Harpers & Queen en 2005. Además, defendía los derechos de la mujer en una región donde prevalecen los valores patriarcales.
Sin embargo, su éxito en Occidente no tuvo parangón en Jordania, donde su tren de vida contrastaba con el conservadurismo y la pobreza de la mayoría de la población. El malestar por sus gustos caros fue evidente tras la fiesta de agosto de 2010 para celebrar sus 40 años, a la que invitó a 600 personas.
Éstos son tiempos delicados para Jordania, un país de seis millones de habitantes, un millón y medio de refugiados palestinos e iraquíes y escasos recursos naturales. En Ammán se rumorea que los servicios secretos le pidieron discreción por el bien de la monarquía. Rania ya había reducido su visibilidad a partir de las críticas que causó su implicación en los asuntos de Estado revelados en los cables filtrados por WikiLeaks en 2010. Los más críticos, miembros de tribus que no aceptan su origen palestino, llegaron a pedirle al rey que la repudiara.
A Rania no le preocupa sólo su imagen. Está en juego el futuro de sus hijos. El mayor de los cuatro, Hussein, que tiene 17 años, es también el heredero del trono. Pero en las calles de Ammán, algunos de los descontentos están pidiendo que se reinstaure a Hamza, el medio hermano de Abdullah que el rey Hussein tuvo con su última esposa, Noor.
- Bajo perfil
Ícono de la elegancia y hasta hace poco hiperactiva, eligió bajar su perfil tras las últimas protestas
© El País, SL
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