La recesión democrática, una realidad que afecta a la mitad de los países del mundo
Un informe internacional alerta sobre el sistemático alejamiento de las normas democráticas en todos los continentes
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PARÍS.– ¿Cuál es la ruta en la cual se ha lanzado el mundo desde el comienzo del siglo XXI, que lo aleja cada día más del ideal democrático y hace de sus habitantes los espectadores impávidos de su agonía? Según el último informe anual de la organización intergubernamental IDEA, publicado este mes, un país de cada dos en el planeta ha registrado en 2022 un retroceso democrático.
“Desde 1975, las democracias en el mundo nunca estuvieron en peor situación”, afirma el informe. La actual tendencia representa la recesión democrática más prolongada observada por la organización internacional desde que comenzó a recolectar datos en 1975.
Opositores encarcelados, prensa amordazada, independencia judicial disminuida, elecciones trucadas… desde Hungría a Túnez, pasando por Bielorrusia y Nicaragua, las democracias cada vez se ven más fragilizadas. De los 85 países observados (sobre 173) en su último informe, la mitad registró por lo menos una disminución de uno de los 17 factores clave de funcionamiento democrático en los últimos cinco años.
“Es el sexto año consecutivo que observamos esta tendencia. El periodo más largo registrado”, observa Seema Shah, principal autora del informe. Los países que más retrocedieron en África son Benín, Burkina Faso, Chad, Guinea, Isla Mauricio y Túnez. En este último país, el presidente Kaïs Saïed asumió el poder absoluto y multiplicó las destituciones brutales, mientras numerosos opositores, empresarios, periodistas o responsables políticos terminaron en la cárcel.
Un sensible retroceso democrático también se registró en Bielorrusia, en Afganistán y en Birmania. Pero también en El Salvador y en Nicaragua. En ese pequeño Estado de América Central, el control absoluto de Daniel Ortega y de su mujer, Rosario Murillo, llevó incluso al papa Francisco a denunciar “una grosera dictadura” en febrero pasado, después de la condena de un obispo a 26 años de prisión por “conspiración”.
Con el mundo en ebullición, confrontado a la guerra, el aumento del racismo y del antisemitismo en todas partes, los últimos meses sirvieron para confirmar la tendencia registrada por IDEA. En África, la palabra “democracia” parece haberse vuelto sinónimo de “colonialismo”, mientras muchos países del continente que se declaman “democráticos” no son más que dictaduras corruptas, como es el caso de la República Democrática del Congo (RDA). En Asia, son muy pocos los países que reivindican las mismas reglas de una democracia formal y, cuando lo hacen, como la India, nada impide a sus gobiernos mantener un implacable sistema de castas y alimentar una guerra civil cada vez más explícita entre las principales comunidades religiosas.
En Estados Unidos, por segunda vez desde su creación, el país está al borde de la fractura civil y se apresta —según los sondeos— a volver a elegir a un ex presidente que sostuvo abiertamente un intento de golpe de Estado para evitar la llegada al poder de su sucesor, regularmente electo.
Los europeos no escapan a la tendencia general. El Estado de derecho se ha debilitado en Hungría y en Austria, donde también retrocede la libertad de expresión, mientras que el acceso a la justicia se ha degradado en el Reino Unido, al igual que en Francia la libertad de reunión. Polonia —donde la oposición acaba de obtener una inesperada victoria en las recientes elecciones—, vio retroceder sensiblemente su funcionamiento democrático en los últimos años, dirigida por un gobierno ultra-nacionalista.
“Una democracia viciada en Europa condujo a los electores británicos, víctimas de mentirosos y demagogos, a tomar la decisión de salir de la Unión Europea (UE), a los electores italianos a designar como primera ministra a una heredera de Mussolini, a los electores alemanes cambiar la energía nuclear contra el carbón, y a los franceses a dar cada vez más votos a un partido de extrema derecha, hoy favorito para ganar las próximas elecciones presidenciales y legislativas”, analiza el pensador Jacques Attali.
Globalmente, en todo caso, Europa sigue siendo el espacio más avanzado. “Aun cuando la trayectoria de un grupo no democrático, como Azerbaiyán, Bielorrusia, Rusia y Turquía puede tener una influencia desestabilizante en una región mayoritariamente democrática”, observa IDEA.
Entre los factores estudiados por IDEA, que no hace una clasificación de las democracias, sino que selecciona los criterios que contribuyen y mira dónde están los problemas, la representación política y el Estado de derecho fueron las principales víctimas en 2022. Obviamente hay casos notorios, como los golpes de Estado recientes en varios países del Sahel. Pero también maniobras más insidiosas, como el encarcelamiento de opositores políticos en Rusia o los registros de las sedes de ciertos partidos en India, antes de las elecciones.
Para IDEA, el deterioro se ha visto exacerbado “por la erosión de los contra-poderes formales (elecciones, parlamentos o tribunales), que tienen cada vez más dificultades para hacer respetar la ley”. “Es preocupante porque se trata de un soporte esencial de las instituciones democráticas”, señala la responsable del organismo.
“Pero, ¿acaso hay que renunciar? ¿Hay que aceptar sin reaccionar la multiplicación de golpes de Estado en África, la proliferación de democracias ‘iliberales’ en Europa, el triunfo de dictaduras en Asia y en América Latina? ¿Hay que dejar que algunos países del llamado ‘sur’, autodenominados ‘democracias’, prefieran aliarse con otras dictaduras del ‘sur’ en vez de hacerlo con aquellas del norte en todos los foros internacionales, como sucedió en el G20 de Nueva Delhi y en la Asamblea General de Naciones Unidas? ¿Hay que prepararse plácidamente a un nuevo golpe de Estado fascista en Washington, a la llegada de Marine Le Pen al Palacio del Elíseo o a una mayoría del pronazi AfD a la Bundestag?”, cuestiona Jacques Attali.
“Naturalmente, la respuesta es ‘no’. Ideológicamente hay que mostrar que la democracia no es una dimensión del colonialismo sino una forma muy antigua de gobierno, fundada en la palabra, el debate y la búsqueda de consenso. En la práctica, es necesario recordar que un régimen fundado en la libertad es mucho más eficaz, incluso para proteger a la gente de los peligros. Baste con comparar la gestión del Covid-19 en China y en Europa. Concretamente, es necesario defender y reforzar las instituciones democráticas allí donde existen, aun cuando estas sean aún muy aproximativas”, explica.
El informe de IDEA saluda algunos progresos en la lucha contra la corrupción y, sobre todo, en la participación, en particular “en países arrasados por los conflictos, que no habían tenido demasiado acceso al sistema electoral”. En términos generales, los países que más progresaron en 2022 fueron Etiopía, Armenia, Moldavia, Malasia y las Maldivas.
Para terminar, IDEA se preocupa por el futuro inmediato. Con numerosas elecciones, será un año que confirmará si se produce una recuperación o el mundo seguirá transitando por la “ruta del servilismo”, como prefiere llamarla el historiador norteamericano Timothy Snyder, en el libro del mismo nombre.
Título casi idéntico al del economista liberal austriaco Friedrich Hayek, para marcar bien su filiación, Snyder piensa como él que la democracia reposa en el individuo. Eso implica que, ni el fascismo de Vladimir Putin ni el comunismo de Xi Jinping son compatibles con la libertad. Por eso, a las expresiones habituales de “tiranía”, “autoritarismo” o “ilibertad”, Snyder prefiere “servilismo”.
“Porque nos pone delante de nuestra complicidad, al papel que desempeñamos en el retroceso de la democracia mediante nuestra confusión voluntaria o nuestra complacencia”, escribe. En resumen: los hombres cavan la tumba de su propia libertad negándose a mirar de frente la realidad.
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