Cómo es el "paraíso venezolano" del que habla Dady Brieva
CARACAS.-Si la gestión de la revolución se midiera por lo que repite una y otra vez la propaganda bolivariana, Venezuela estaría hoy muy cerca de las costas de Utopía, isla de ensueño imaginada hace siglos por el humanista Tomás Moro. El territorio de la "felicidad suprema", que da nombre a un viceministerio fantasma que nadie ha visto actuar.
La realidad, en cambio, es tan cruel para los venezolanos que entre cinco y seis millones decidieron huir, temerosos de que en vez de desembarcar en la sociedad perfecta de Moro acabaron protagonizado la versión siglo XXI de Mad Max. Los criollos sufren hoy apagones constantes, no tienen agua, la nafta está desaparecida, no encuentran gas, su sueldo ronda los tres dólares mensuales, el desempleo es enorme, la hiperinflación pulveriza sus bolsillos, sus hospitales han sufrido un bombardeo silencioso, los chicos desnutridos ya no son noticia y los enfermos terminales ni siquiera pueden anestesiar el dolor.
LA NACIÓN ha detallado la radiografía urgente y básica de cómo está Venezuela hoy al margen del bombardeo constante de la propaganda chavista. "Tenemos el mejor país del mundo, que lo digan los venezolanos (emigrantes en la región), que sufrieron explotación, individualismo, mezquindad, discriminación y xenofobia. Somos un país asediado por la maldad", clamó Nicolás Maduro en una de sus constantes intervenciones televisivas.
1. Pandemia
Venezuela necesita "ayuda humanitaria urgente" para prevenir una "propagación catastrófica de la Covid-19". Esta es la conclusión fundamental de la investigación realizada por Human Rights Watch (HRW) y la Universidad estadounidense Johns Hopkins, que airea la situación calamitosa de los hospitales públicos y el pésimo servicio de agua.
El panorama que dibuja el informe es desolador. "El sistema de salud ha colapsado. La escasez de medicamentos e insumos médicos, la interrupción del suministro de servicios públicos básicos en centros de salud y la emigración de trabajadores sanitarios ha provocado una reducción progresiva de la capacidad de proveer atención médica. Venezuela está entre los últimos lugares del Índice de Seguridad Sanitaria Global de 2019 (180 entre 195 países), ubicándose así entre los menos preparados para mitigar la propagación de una pandemia", asegura.
Hasta el momento, el gobierno de Nicolás Maduro sólo reconoce 1319 contagiados y 11 muertes, unas cifras que la investigación pone en duda, ante la escasa fiabilidad de las más de 800.000 pruebas rápidas ya realizadas. La capacidad para procesar pruebas PCR no sería de más de 100 por día.
"Las estadísticas que salen de Venezuela son absurdas. No es posible que en un país donde los médicos no tienen agua para lavarse las manos en los hospitales, el sistema de salud está totalmente colapsado, hay hacinamiento en los barrios populares y en las cárceles, y las autoridades persiguen y detienen a los que intentan visibilizar la realidad, haya un poco más de 1000 casos confirmados de Covid-19. Esto es una bomba de tiempo y si la comunidad internacional no actúa rápidamente para que llegue asistencia humanitaria apolítica a Venezuela, vamos a tener que lamentar muchas muertes", resumió para LA NACIÓN José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW.
La última encuesta nacional sobre el impacto de la Covid-19, con fecha del 15 de mayo, aporta cifras recientes sobre el sector salud: los guantes escasean un 57,14%, los tapabocas un 61,9%, el jabón lo hace un 76,19% y el alcohol desinfectante se va hasta el 90,48%.
2. Combustible
"La nafta que hemos traído la hemos pagado en dólares y debemos cobrarla". Nicolás Maduro ha confirmado lo que ya es un hecho en Venezuela: el combustible se paga en dólares. Hasta ahora, a precios siderales y en el mercado negro, controlado por militares. Lo que adelanta el "hijo de Chávez" es que la famosa gasolina iraní, trasladada en cinco buques que han cruzado medio mundo, se venderá oficialmente en billetes verdes americanos.
Un alivio que sólo será momentáneo. El país que contaba con una de las refinerías más grandes del mundo depende hoy de las importaciones. Su producción de petróleo también está por los suelos: de 3 millones de barriles por día a los 660.000 de la actualidad por obra y desgracia de la corrupción, las malas políticas y el desmantelamiento de sus antiguos equipos directivos.
En medio de la pandemia, los venezolanos se ven obligados a permanecer días y días en colas imposibles, que sólo acaban cuando se paga en dólares un combustible que por arte y magia revolucionaria ha pasado de ser el más barato del mundo, casi gratuito, a uno de los más caros.
3. Migrantes
Cientos de venezolanos conforman hoy el tapón de la frontera ante el regreso a cuentagotas provocado por el coronavirus e impuesto por el gobierno bolivariano. Ninguno de ellos ha podido cruzar todavía las puertas abiertas tantas veces anunciadas por Maduro. "Aquí nos tienen como a perros, pero la realidad es que Maduro impide que volvamos a nuestro país. Nos vamos a terminar de morir todos", proclama la caraqueña Roxina León a los pies del Puente Internacional Simón Bolívar, que une la colombiana Villa del Rosario con la venezolana San Antonio.
Emigrantes convertidos en "armas biológicas", según la versión del vicegobernador chavista Lisandro Cabello, realizada al calor de la denuncia de Maduro contra Colombia. La versión revolucionaria, como si de una película de ciencia ficción se tratase, asegura que el aumento de casos de coronavirus es el resultado de un plan canallesco para infectar primero a los emigrantes y contaminar de esa forma a Venezuela.
En la fila de los lamentos, conformada por cerca de 700 personas, todo son dudas y resquemores. El puente lleva cerrado varios días a cal y canto, pese a las promesas de apertura total llegadas desde Caracas. "Maduro miente, engaña a nuestra propia gente. El lunes nos devolvieron a 60, la Guardia Nacional no nos dejó entrar, nos pidió dinero", se queja el más joven entre la indignación del resto.
En esta cola hay ancianos, niños, mujeres y hombres desesperados. Han llegado desde Perú y Ecuador. Desde Bogotá y Cali. A pie o en autobuses oficiales, que tienen preferencia para pasar al otro lado. Y a sabiendas de que si finalmente consiguen cruzar, les espera dos semanas de cuarentena en los refugios del gobierno, que la oposición ha definido como campos de concentración: hacinados, en malas condiciones y con servicios mínimos.
Desde el cierre de fronteras en marzo y las cuarentenas y toques de queda en los dos países, más de 55.000 emigrantes han retornado oficialmente, muy lejos todavía de los más de 5 millones huidos de Venezuela.
"Ya es hora de que el mundo sepa la verdad de lo que está ocurriendo. El puente es hoy un embudo, con problemas de orden social y seguridad epidemiológica. Es falso que Venezuela haya abierto el corredor, sólo permiten 200 personas por día, igual que desde el principio", concluye una autoridad colombiana, bajo anonimato, en charla con LA NACIÓN.
4. Hiperinflación
"El caso de Venezuela no es una década perdida, es una década de retroceso gigantesco. Un desastre macroeconómico y social que nunca se ha había visto en la región". El resumen es de Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), que pronostica que la caída del PBI será en torno del 20%. Otro récord para Maduro, quien desde 2013 ha liderado una economía en caída libre, casi -70% en el país con mayores reservas petroleras del planeta y las mayores del continente en oro y diamantes. Ni en el libro Guinness.
Con o sin pandemia, la inflación cabalga desbocada, arruinando cualquier intento de control económico. En abril los precios se dispararon alcanzando una inflación del 80% y una acumulada en lo que va de año del 341%. La interanual encabeza el ránking mundial: 4210%.
Más récords: con la última subida, el salario mínimo mensual no llega a los cuatro dólares. El gobierno prefiere mantener un sueldo de miseria y entregar en paralelo bonos para los "patriotas" portadores del carnet de la Patria. El último, para el Día de la Madre, equivale a 7,6 dólares, cuando la canasta básica familiar se ha disparado por encima de los 300.
Ante semejante derrumbe económico, las empresas parecen una especie en vías de extinción. En 2019, la patronal Fedecámaras reportaba el cierre de 370.000 firmas durante la revolución. "En 1998, habían 620.000 empresas. En 2019, sólo quedan 250.000 y trabajando al 30% de su capacidad", confirma Ricardo Cusanno, presidente de Fedecámaras.
5. Persecución política
El chavismo también usa la pandemia para extremar la asfixia contra la oposición y, sobre todo, contra Juan Guaidó. Su partido, Voluntad Popular (VP), perseguido desde hace años, tiene hoy los días contados. La apuesta de la revolución es que el Supremo decrete su disolución por ser una "organización criminal con fines terroristas", como adelantó el Ministerio Público.
Una acusación contra un partido democrático que jamás realizaron ni contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ni contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que encontraron refugio en territorio venezolano. Tampoco contra Hezbollah, organización libanesa acusada por Estados Unidos de fomentar el terrorismo, con la que mantiene lazos financieros.
Una decisión que todo el mundo da por hecha en Venezuela, ya que el Supremo bolivariano se ha transformado desde finales de 2015 en el martillo contra el Parlamento y contra la oposición, como demuestran las 125 sentencias dictadas en su contra.
Entre rejas se encuentran actualmente dos de sus parlamentarios, Gilber Caro y Renzo Prieto, así como los principales colaboradores de Guaidó, como Roberto Marrero, su mano derecha, y uno de sus asesores clave, Demóstenes Quijada. Juan José Márquez, tío materno del presidente legítimo del Parlamento, también está en prisión desde hace 100 días.
Ya la Corte Suprema decretó esta semana que los diputados que se reúnan o sesionan con Guaidó presidiendo de forma virtual serán encarcelados.
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