La reacción de los catalanes en la Argentina: “Pura emoción y también temor”
Un grupo se acercó a festejar al Casal de Catalunya en San Telmo
“Pura emoción y también temor”, dice Pere Ramón Amate. Vive en Tucumán hace cuatro años y estaba de viaje en Buenos Aires por turismo. Cuando escuchó la noticia decidió apurarse hacia el Casal de Catalunya a compartir su euforia con otros compatriotas. Pero su entusiasmo está contenido por el miedo: “No espero otra cosa que la represión” , dice.
Algunos catalanes comenzaron a aparecer este mediodía en el Casal, en el barrio de San Telmo, para festejar la decisión del Parlamento que, con una amplia mayoría, votó por la independencia de Cataluña.
Quienes se presentaron, se mostraron eufóricos, pero con temor a lo que vendrá tras esta decisión. “Estamos muy contentos, pero esperando el baile de bastones que vendrá ahora”, dice Carlos Vilanova, catalán, de 56 años. Está convencido de que “es Rajoy (presidente de España) quien impulsó a Catalunya en esta dirección”. Asegura que los catalanes están indignados.
“Somos un país con 1000 años de historia”, dice Carlos, para reafirmar los motivos de la necesidad de independencia. Junto a los otros catalanes presentes buscan reforzar las razones para separarse de España. Hay un motivo que encuentran obvio: “Catalunya fue independiente hasta el 12 de septiembre de 1714”, explica Carlos. Destacan que no es sólo el idioma y la cultura que son distintas al resto de España, sino que “es toda una idiosincrasia diferente”.
A su lado, Javier López Granda, coincide. “Fue por no querer dialogar”, dice. También culpa al presidente. Javier tiene 75 años y vive hace 68 en Buenos Aires. Pero mantiene firmes sus raíces. Cuenta que viajó recientemente a Barcelona y que se topó con todas las manifestaciones; a favor, en contra, todas. Él es miembro del Consejo Directivo pero aclara que habla en nombre propio porque el Consejo se mantiene en una posición neutral. Hoy se van a reunir y es probable que realicen algún tipo de convocatoria pero aún no hay ningún evento anunciado. Dicen que se comunicará por Facebook en cuanto haya una decisión.
Por momentos hablan en español y luego cambian al catalán. Parecen ni darse cuenta cuando hablan en un idioma u otro. La conversación sigue con la misma fluidez y el mismo entusiasmo. Todavía son pocos quienes se acercan. En el restaurante dentro del edificio, temen que las cámaras, que esperan afuera, los desmotiven a acercarse. Aseguran que son “gente de bajo perfil”.
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