La purgas militares de China, una señal del combate a la corrupción endémia o de debilidad de Xi Jinping
El recambio de liderazgo en la cúpula castrense puede representar una campaña del presidente chino para reforzar la lealtad de las Fuerzas Armadas y ejercer mayor control sobre el Ejército Popular de Liberación
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WASHINGTON.- El inesperado recambio de liderazgo en la cúpula militar de China que se produzco esta semana representa la mayor purga de los últimos años, y los analistas lo incluyen dentro de una amplia campaña del presidente Xi Jinping para reforzar la lealtad de las Fuerzas Armadas y ejercer mayor control sobre el Ejército Popular de Liberación.
Durante una ceremonia realizada el lunes en Pekín, el mandatario chino comunicó el nombramiento de los nuevos jefes de la Fuerza de Misiles del Ejército Popular, que controla el arsenal nuclear y los misiles convencionales del país, incluidos los balísticos intercontinentales cuyo alcance les permite llegar a territorio norteamericano.
Esas armas son parte de un vertiginoso programa de expansión militar que China necesita para su objetivo a largo plazo de ocupar Taiwán y para desafiar la presencia de Estados Unidos en la región.
El recambio dejó afuera al anterior comandante de la Fuerza de Misiles, un veterano militar a quien no se ve en público desde hace meses. Y su salida llega menos de una semana después de la remoción del canciller Qin Gang, un incondicional de Xi que también parece haber desaparecido de la escena. En ninguno de ambos casos se dieron explicaciones oficiales, pero cuando un funcionario chino deja de mostrarse, suele ser porque está siendo investigado.
“Cuando se suman todos esos cambios, se convierte en una de las mayores purgas de la fuerza misilística china”, dice Lyle Morris, miembro del instituto Asia Society. “Fue un recambio por inusual y muy rápido, señal de que algo pasa.”
Tal vez el hecho esconda potenciales fisuras en el poder de Xi durante su tercer mandato, y los analistas señalan que presagia más incertidumbre en los altos escalones del sistema chino.
“Esto revela que Xi tiene problemas tanto con sus cuadros diplomáticos como con el sistema militar”, dice Lun Ying-Yu, profesor adjunto de relaciones internacionales de la Universidad Tamkang de Nueva Taipéi. “Es probable que esté encontrando más dificultades en el control interno del gobierno.”
Qué pasó y por qué es importante.
En reemplazo de Li Yuchao, a cargo de la Fuerza de Misiles desde enero del año pasado, Xi nombró al excomandante adjunto de la Marina, Wang Houbin, y Xu Xisheng, de la Fuerza Aérea fue nombrado comisario político, un puesto igualmente importante que está a cargo de hacer cumplir las directivas del partido.
Liu Guangbin, el comandante adjunto de Li, también estaba fuera de la escena pública desde hace meses, lo que desató la sospecha de que ambos están siendo investigados en el marco de la larga campaña de Xi para erradicar la corrupción y la ineficiencia de las fuerzas del ejército.
Desde que llegó al poder en 2012, Xi ha supervisado personalmente la lucha contra la corrupción en el Ejército, que en su momento resultó en la purga de altos comandantes como Fang Fenghui, exjefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército Popular de Liberación, quien acompañó a Xi en su primer encuentro cara a cara con el presidente Donald Trump en 2017. Dos años más tarde, en 2019, Fang fue sentenciado a cadena perpetua por corrupción.
La semana pasada, el diario South China Morning Post informó que Li y otros dos altos comandantes están bajo la lupa de la unidad militar anticorrupción, y un informe del Financial Times de esta semana cita como fuente a dos altos diplomáticos del gobierno chino según los cuales los exjefes de la Fuerza de Misiles están investigados por filtrar secretos militares.
“La decisión de Xi de purgar la cúpula de la Fuerza de Misiles demuestra que sigue teniendo el control de las fuerzas armadas, pero también revela que su campaña de más de una década contra la corrupción no ha logrado eliminarla entre los oficiales de alto rango”, apunta Neil Thomas, miembro de la Asia Society.
¿Por qué justo ahora?
Es evidente que Xi ha decidido redoblar su embate contra la corrupción. En junio, el poderoso órgano disciplinario del Partido Comunista Chino dijo que desde octubre había más de 39 funcionarios, incluidos cuadros militares, bajo investigación. La comisión “está decidida a erradicar el cáncer de la corrupción con tolerancia cero”, señaló el órgano partidario.
El mes pasado, las fuerzas armadas lanzaron investigaciones sobre su proceso de compras y emitieron nuevas pautas más estrictas para las relaciones sociales personales de los oficiales de alto rango. Ambas medidas parecen tendientes a reprimir la filtración de información confidencial y otras infracciones disciplinarias, según las reglas difundidas y la cobertura del tema que hicieron los medios estatales.
“Lo que está ocurriendo es notable, porque el mensaje que Xi les está enviando internamente a los militares es que los tiene bajo la lupa, y que van a rodar algunas cabezas para enviar una clara señal de que la corrupción no será tolerada”, apunta Morris.
La corrupción endémica en el Ejército Popular de Liberación es un problema largo, y la actual purga es la tercera desde que Xi asumió el cargo.
“Muchos de los oficiales removidos estaban involucrados en la adquisición de sistemas de armas para la Fuerza de Misiles, trabajaban en la burocracia, y es posible que hayan tratado de influir en las licitaciones o aceptado sobornos”, señala Li Nan, investigador principal del Instituto para Asia Oriental de la Universidad Nacional de Singapur.
Li agrega que esa corrupción irreductible en los altos mandos de las fuerzas armadas sugiere que Xi todavía no tiene suficientes vínculos personales y el control necesario para evitar abusos de poder de parte de los militares.
Después de la última gran purga de hace unos cinco años, Fang fue encarcelado de por vida y el general Zhang Yang se suicidó antes de ser acusado formalmente. Hasta ser investigados, ambos ocuparon importantes cargos en el ejército chino durante años.
¿Qué impacto tendrá en los militares?
El nombramiento de nuevos comandantes provenientes de otras ramas de las Fuerzas Armadas marca un extraño alejamiento de la tradición: los nuevos Wang y Xu tienen antecedentes en la fuerza naval y aérea, mientras que Li y sus predecesores habían hecho carrera dentro de la Fuerza de Misiles.
La destitución de los dos principales jefes de la fuerza que controla el arsenal nuclear del país y su reemplazo por oficiales de diferentes servicios “sorprendente mucho”, señala Joel Wuthnow, investigador de la Universidad de Defensa Nacional, Estados Unidos.
La Fuerza de Misiles es la rama más sensible del Ejército Popular de Liberación, “y que alguien sin experiencia en ese servicio reemplace a un comandante de carrera es algo casi sin precedentes”, agrega Wuthnow.
La medida puede tener implicaciones para un potencial conflicto por la isla de Taiwán, qué China considera como propia ya dijo estar dispuesta a tomará por la fuerza si es necesario para forzar la unificación.
Si esa guerra estalla, los misiles convencionales de largo alcance de la Fuerza de Misiles podrían hacer blanco en las bases y portaaviones estadounidenses desplegados en el Pacífico occidental, mientras que sus misiles balísticos de corto alcance podrían impactar directamente en Taiwán.
“No tener plena confianza en los jefes de una unidad tan crucial como la de los misiles influiría mucho en la decisión de entrar o no en guerra con Taiwán”, señala Wuthnow.
En términos más generales, los nombramientos representan una especie de golpe para la Fuerza de Misiles, que fue elevada a la categoría de rama de las fuerzas armadas hace solo ocho años y desde entonces se ha expandido rápidamente.
“Es una humillación pública para la Fuerza de Misiles”, apunta Decker Eveleth, autor de un reciente informe sobre esa unidad e investigador de grado del Centro James Martin para la No Proliferación. “Con la purga, Xi está gritando a los cuatro vientos que no confía en la capacidad de la Fuerza de Misiles para controlarse a sí misma. Y si no se puede confiar en esa fuerza con la enorme cantidad de dinero que le destina, Pekín podría empezar a pensar que le conviene usar ese dinero en otra cosa”.
Por Lily Kuo, Cate Cadell y Ellen Nakashima
(Traducción de Jaime Arrambide)
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