La polémica, una adicción que expone al magnate
WASHINGTON.- En el caso de Donald Trump, se ha convertido en una situación reiterada. El candidato republicano es incapaz de pasar por alto una ofensa percibida, por grande que pudiera resultar el daño para sus aspiraciones o su prestigio político.
Luego de ganar las primarias dedicó los días siguientes a criticar a un juez por su ascendencia mexicana. Al día siguiente de aceptar la candidatura en la convención partidaria en Cleveland, revivió los agravios con su antiguo rival, el senador Ted Cruz. Ahora está intercambiando golpes con una familia estadounidense musulmana cuyo hijo, un capitán del ejército, murió en un atentado en Irak.
Líderes republicanos han exhortado a Trump a que desista de atacar a Khizr y Ghazala Khan, quienes lo criticaron duramente desde el podio de la convención demócrata en Filadelfia. Los dirigentes republicanos están ansiosos de que deje atrás la pelea con la familia de un héroe militar: faltan apenas 90 días para las elecciones presidenciales de noviembre, en las que enfrentará a Hillary Clinton.
Los que han trabajado con Trump dicen que en las reuniones puede mostrarse dispuesto a dejar atrás una polémica. Pero basta una entrevista, una pregunta molesta o un comentario irritante en la televisión por cable para hacerlo caer nuevamente.
Khizr Kahn, paquistaní de nacimiento, habló ante la convención demócrata la semana pasada para relatar la historia de su hijo, el capitán Humayun Khan, que murió heroicamente en Irak en 2004 y fue condecorado en forma póstuma.
Khan dijo que si Trump fuera presidente y aplicara su prohibición a los musulmanes de entrar en el país, una posición de la que Trump se ha retractado parcialmente, su hijo no hubiera podido ingresar en Estados Unidos.
Trump respondió que había recibido un "ataque perverso" de Khan.
Un coro de republicanos influyentes respondió con indignación.
El senador John McCain, que fue prisionero de guerra en Vietnam, dijo que Trump no tiene "licencia absoluta para difamar a los mejores entre nosotros". El congresista Mike Coffman, que enfrenta una reelección difícil en Colorado, se declaró "profundamente ofendido cuando Donald Trump se niega a honrar los sacrificios de nuestros valientes soldados que cayeron en esa guerra". El senador Roy Blunt aconsejó a Trump que se "concentre en empleos y seguridad nacional, y deje de responder a cada crítica, sea de una familia enlutada o de Hillary Clinton".
Sin embargo, ninguno de ellos retiró su apoyo al candidato presidencial.
Los partidarios de Trump que asistieron el lunes a un acto en Ohio restaron importancia al asunto.
"Creo que los demócratas le tendieron una trampa -dijo Tom McClanahan-. Creo que sabían lo que hacían cuando pidieron a esa familia que hablara en la convención. Sabían que él respondería."
Dale Brown, cuyo hijo está en la armada, dijo que los demócratas "politizaron el asunto al pedir a esa familia que hablara".
Pero la verdadera prueba para Trump no son los fieles que asisten a los actos. Es el electorado en general, un grupo muy diverso que aún tiene dudas sobre las aptitudes del empresario para llegar a la Casa Blanca.