La píldora soviética creada para evitar la ebriedad: fracasó pero igual factura millones
La KGB buscaba fortalecer a sus agentes durante las negociaciones entre copas; el desarrollo jamás logró su objetivo pero tuvo un inesperado efecto secundario
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El Comité para la Seguridad del Estado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), conocido como KGB, desarrolló algunas armas químicas y biológicas no convencionales bastante novedosas, y esto fue así durante 37 años, hasta 1991, cuando se derrumbó el bloque de países socialistas liderados por Rusia.
Entonces, los inventos farmacológicos del organismo encargado del espionaje interno y externo sobrevivieron por otros medios y con distinta suerte. Novichok fue uno de ellos. El potentísimo veneno, desarrollado en los años 80 por la inteligencia rusa en sociedad con las agencias científicas de Moscú resultó eficaz para aniquilar personas de manera subrepticia.
El dirigente Alexey Navalny puede dar cuenta de su invisible y devastador efecto, porque sobrevivió a una intoxicación causada por esta neurotoxina que suele ser letal. Algunos espías disidentes no corrieron la misma suerte.
Pero hubo otro desarrollo del servicio secreto soviético de los años setenta que sobrevivió al colapso socialista y que en realidad no estuvo dirigido al enemigo, sino a sus agentes. Buscaba que los espías sacasen ventaja en reuniones sociales o entrevistas cara a cara donde el ambiente fuera relajado y distendido, especialmente rociado con mucho alcohol.
En teoría, con la nueva droga, los miembros operativos del KGB podrían beber una botella de vodka sin que su entendimiento fuera turbado. La información podría obtenerse así en momentos claves donde los “espiados” aflojaban la lengua.
El fármaco fue llamado RU y se proponía, sobre todo, evitar la ebriedad. Con un cóctel de ácidos y vitaminas, agentes y lobistas podían negociar y obtener preciosos datos después de largas horas de encuentros cercanos regados con todo tipo de espirituosas, sin perder la compostura ni la conciencia.
La historia, nunca del todo confirmada mas nunca refutada, cuenta que el fármaco fue el resultado de un trabajo personal del investigador ruso Yevgeny Mayevsky, y que éste habría legado todos los secretos de su invención al temible KGB para mejorar el desempeño de sus cuadros en misiones encubiertas, siempre rodeadas de peligros y glamour.
De acuerdo con el relato histórico, todo esto ocurría en 1972. En ese contexto, mientras los Estados Unidos seguían en la guerra de Vietnam y en la Argentina el general Alejandro Agustín Lanusse mandaba fusilar a militantes guerrilleros en Trelew, con un peronismo todavía proscripto, un desconocido estudiante de derecho petersburgués hacía sus primeras averiguaciones para ingresar al KGB: Vladímir Vladímirovich Putin.
La píldora fue un completo fracaso, sin embargo, coinciden todos los testimonios, pero solo en cuanto a los fines para los cuales había sido creada inicialmente. Según se demostró, el cóctel vitamínico no solo no evitaba la ebriedad sino que incentivaba a los espías a seguir bebiendo aun cuando ya se encontrasen ebrios.
Pero eso sí, al día siguiente, por más que hubiera habido un largo exceso de alcohol, los agentes reportaban no sentir ningún tipo de malestar asociado a la borrachera. El RU se convertía así en el Antipokhmelin (antiresaca) que no evitaba la embriaguez pero en cambio mitigaba la veisalgia, la cruda o el guayabo, es decir, todos los síntomas desagradables que se producen después de una ingesta excesiva de alcohol.
Los secretos de la píldora fueron desclasificados en 1999 y los científicos de la Academia de Ciencias de Rusia la convirtieron en un producto comercial masivo. En Rusia no fue aceptado, pero fue un éxito en otros puntos de Occidente, en especial en los Estados Unidos, donde fue conocida como RU-21.
“Es cierto que el ácido succínico, un ingrediente clave de RU-21, fue probado en la Academia de Ciencias de Rusia, incluidos laboratorios secretos que trabajaban para el KGB, pero no logró lo que querían”, dijo, al New Yorker, Emil Chiaberi, cofundador de la empresa Spirit Sciences y fabricante de RU-21 en California.
“No mantuvo a la gente sobria, no lo logró con los hombres del KGB. De hecho, solo mejora un poco su condición. Lo que esos científicos descubrieron, realmente por accidente, fue una forma de prevenir la resaca”, subrayó.
¿Y cómo funciona la píldora que evitaría la resaca? Como se sabe, el alcohol dentro del organismo humano se metaboliza gracias al trabajo de un conjunto de enzimas predominantes en el hígado que transforman el etanol primero en acetaldehído, luego en ácido acético y finalmente en agua, por decirlo en términos muy sencillos.
Al beber en exceso, o al tener algún trastorno hepático, también, la degradación del alcohol queda “trabada” en la molécula intermedia, el acetaldehído, un tóxico clasificado como potencialmente cancerígeno.
El tiempo en el que el acetaldehído está dentro del organismo humano es el tiempo que dura la resaca, y el compuesto vitamínico RU-21, de acuerdo con sus fabricantes, ayudaría a metabolizar rápidamente esta toxina, mitigando sus efectos.
¿Placebo, cuestión de fe o medicamento sagrado? “Ofrece una falsa sensación de seguridad”, dijo Pam McCracken, experta en narcóticos de la Universidad Estatal de Colorado, a la agencia EFE, cuando el “suplemento dietético” se lanzó en los Estados Unidos.
“La gente piensa que con estas pastillas pueden beber más y evitar las consecuencias, pero el cuerpo sólo puede tolerar una cierta cantidad de alcohol”, sentenció.
Los anuncios de RU-21 en los Estados Unidos no prometen evitar la ebriedad, por supuesto, pero sí acabar con los efectos de la resaca, síntoma de la intoxicación por acetaldehído. Dicen que su elaboración es made in USA y que ayuda al cuerpo a procesar las toxinas del alcohol, aunque aclara que esto último no fue evaluado por la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos). Según postulan, han vendido más de 140 millones de pastillas.
Existen en la actualidad variadas marcas que comercializan fórmulas similares (vitaminas del complejo C y B + ácido succínico): se ofrecen en la mayoría de los países y todas ellas prometen haber encontrado la solución al problema de la resaca.
Así fue el largo camino del antipokhmelin RU del KGB, de fallida arma secreta contra la ebriedad a píldora comercial que ayuda a mitigar los resultados del exceso etílico.
Sin dudas, un invento menos letal que el novichok.
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