DUBROVNIK, Croacia — El invierno se acerca.
Pero Katja Seref no siente ni miedo ni temor cuando escucha esas palabras, pronunciadas como advertencia en Game of Thrones .
"Me siento aliviada", dijo Seref, aún ataviada con su vestido azul al estilo de Daenerys Targaryen, o Khaleesi, uno de los personajes que aspiran a gobernar los Siete Reinos, después de un día agotador de un recorrido inspirado en la saga de literatura y la serie de HBO. "Significa que puedo tomarme un descanso".
Todos los veranos llegan hordas de fanáticos a Dubrovnik, una preciosa ciudad croata enclavada en el mar Adriático. Todos llegan para ver la misma belleza mágica que desde hace mucho ha atraído a los buscadores de locaciones hollywoodenses, como los que eligieron la ciudad como ambientación para King's Landing en Game of Thrones.
Sin embargo, la invasión anual del ejército de turistas que blanden sus selfie sticks amenaza lo que los atrajo en primer lugar. Después de todo, es difícil sentir la majestuosidad sublime de este lugar cuando estás apretujado en una fila interminable solo para entrar a la ciudad.
En años recientes, las multitudes han crecido tanto que en julio pasado Dubrovnik se volvió paradigmático del "exceso de turismo", una dificultad que comparten muchos de los lugares más hermosos del mundo. Desde la Rambla de Barcelona hasta los canales de Venecia, los funcionarios locales han tenido problemas para lidiar con un problema similar: que los sitios sean amados casi hasta la muerte.
Además de las multitudes, los residentes que viven en los lugares turísticos más concurridos se quejan del efecto en el mercado inmobiliario local y tienen preocupaciones acerca de visitantes vandálicos e irrespetuosos.
Es probable que la furia local aumente conforme lo haga también la cantidad de viajeros. La Organización Mundial de Turismo, parte de las Naciones Unidas, calcula que habrá 1800 millones de viajes turísticos internacionales para 2030, en contraste con los 1200 millones en 2016. Los funcionarios en Dubrovnik han comenzado a rechazar las hordas.
Este verano tomaron medidas en contra de los vendedores callejeros, limitaron el número de mesas exteriores en los restaurantes que plagan los antiguos callejones y —lo más importante— buscaron tener más control sobre los cruceros que llegan con miles de pasajeros a la ciudad vieja, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad.
La ciudad ha limitado la cantidad de personas que pueden desembarcar de los cruceros en determinado momento. El verano siguiente, por primera vez desde que comenzaron a llegar al puerto hace casi dos décadas, los cruceros enfrentarán restricciones respecto de cuándo se les permitirá atracar. Es un intento para encontrar el equilibrio adecuado entre recibir turistas (y su dinero) y no abrumarse.
"No hay una solución única para todos los destinos", dijo Mato Frankovic, el alcalde de Dubrovnik. "Pero cualquier iniciativa debe comenzar por reconocer el problema".
Así como no hay una sola solución, no hay un solo tipo de turista en Dubrovnik. Podés encontrarte a los viajeros de un día, a las familias de vacaciones, a la gente que va en excursiones de crucero, los expertos en historia, los fiesteros y los visitantes de lugares utilizados como locaciones en las películas, un fenómeno relativamente nuevo llamado set-jetting en inglés (una adaptación del jet set) o vacación de locación.
Se trata de personas que viajan por el mundo en busca de locaciones reales de su universo ficticio favorito. En años recientes, no ha habido atractivo más poderoso que los sitios utilizados como los Siete Reinos de Game of Thrones.
En 2015, en Dubrovnik, hubo cerca de trescientos recorridos relacionados con la serie. En 2017, hubo 4500. Este año, el número ya aumentó un 180 por ciento, de acuerdo con los funcionarios de turismo.
Seref, que dirigía recorridos históricos de la ciudad desde antes del auge de la serie, siempre se sorprende con las preguntas que le hacen.
Por ejemplo, ya perdió la cuenta de cuántas personas le han preguntado el tiempo que le tomó a HBO construir los muros de la ciudad. Ella amablemente les informa a los fanáticos de la serie que los fuertes datan del siglo XIII.
Se asegura no solo de llevar a la gente a los sitios de las escenas famosas del programa —como las escaleras por las cuales Cersei Lannister, interpretada por Lena Headey, es obligada a hacer la caminata de la vergüenza desnuda ante una muchedumbre, en la quinta temporada— sino de ofrecer un vistazo tras bambalinas, una manera graciosa y observadora de explicar qué se siente vivir en un lugar convertido en plató cinematográfico.
Mientras los pasajeros disfrazados como sus personajes favoritos abordaban el Karaka, una embarcación de madera restaurada y utilizada en la serie, para navegar por la ciudad, Seref afirmó que una de las actrices pidió que "todas las hermosas chicas croatas fueran remplazadas por otras más feas" para que no la opacaran.
Se refirió frecuentemente a las exorbitantes cantidades de dinero para filmar una escena que no duraría más de uno o dos minutos. Contó que la producción de la película más reciente de La guerra de las galaxias gastó la cantidad reportada de diez millones de dólares para filmar una escena en Dubrovnik que duró quince segundos en pantalla.
Más tarde, después de que se acabó el recorrido del día, describió la relación de la ciudad con Hollywood como complicada pero positiva. Elogió a HBO por el respeto que el personal mostró hacia la gente y la ciudad, y señaló que durante casi seis años, la serie ayudó a la ciudad durante el invierno, cuando todos ya se han ido.
Aunque las calles vacías en invierno presentan sus propios problemas para los funcionarios locales, las multitudes en verano son el problema apremiante e inmediato, y la industria de los cruceros en este momento es el blanco de gran parte de la frustración.
Poco después de ganar la elección en junio de 2017, Frankovic tomó medidas para reducir el número diario de pasajeros de cruceros enviados a la vieja ciudad a cuatro mil al día para este verano; esa cifra es la mitad de los visitantes que recomienda la Unesco y representa una caída dramática en comparación con los más de diez mil que podrían llegar en un día promedio de julio. Sentado en su oficina en la vieja ciudad, Frankovic recordó una época en que parecía que Dubrovnik no sobreviviría, y era imposible imaginar que se convertiría en un imán turístico mundial.
Durante las guerras de los Balcanes, Croacia fue un primer campo de batalla mientras buscaba su independencia de Yugoslavia y, en 1991, Dubrovnik fue sitiada por el Ejército Popular Yugoslavo, dominado por serbios.
Durante meses, los residentes que no escaparon se refugiaron mientras la ciudad vieja sufría por un constante bombardeo de artillería. Más de la mitad de los edificios resultaron dañados y cientos de personas murieron.
No fue sino hasta 1997 que el turismo comenzó a aumentar, dijo el alcalde. En 2000, los cruceros comenzaron a llegar y sus números han seguido creciendo de manera imparable desde entonces. "El problema crucial fue que no se gestionó el turismo", dijo el alcalde. "Solo sucedió".
Después de tomar el cargo, le envió una carta a la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros, que representa a cerca de sesenta empresas, entre ellas Carnival y Royal Caribbean; en ella, expresó la necesidad de disminuir la cantidad de embarcaciones que atracan al mismo tiempo. Dijo que la industria de los cruceros necesitaba tiempo para reajustar su calendario, pero que, para el verano de 2019, espera que la ciudad vea una diferencia drástica en el número de visitantes que abarrotan las calles.
Aun así, por cada problema que intentan abordar los funcionarios, surge uno nuevo. Justo cuando Dubrovnik estaba camino a combatir la sobrepoblación de los cruceros, por ejemplo, los legisladores croatas liberalizaron las leyes de taxis del país y repuntó el número de conductores de Uber, sobre todo a lo largo de la pintoresca costa del país.
El año pasado había 250 conductores de taxi en Dubrovnik. Este verano, de acuerdo con el alcalde, hay más de 1200. Las carreteras simplemente no pueden con el tránsito.
Propietarios de negocios locales como Gerda Metkovic, quien dirige la vinoteca Malvasija, opinan que además de limitar el número de turistas, se podría hacer más para promover los productos locales de calidad.
Aunque no hay cadenas como McDonald’s o Subway en la vieja ciudad, las calles aún están llenas de tiendas de baratijas y camisetas.
El vino que sirve Metkovic es del viñedo de su padre, Bozo Metkovic. También produce su propio aceite de oliva. Entre el bullicio de las multitudes veraniegas, su bar se siente como un refugio.
"Es un lugar especial", dijo acerca de su ciudad natal. El tipo de lugar donde los visitantes deberían llevarse un recuerdo más duradero que una camiseta.
The New York Times
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