Bolivia: un país acéfalo, con la capital paralizada y barricadas en las calles céntricas
LA PAZ.- Un país acéfalo. Eso es lo que era este lunes Bolivia. Y las imágenes en las calles eran impactantes. Tanto La Paz como la vecina El Alto eran tierra de nadie y se daban situaciones insólitas. Ante la falta de autoridades, grupos de gente común, opositores de Evo Morales, especialmente clase media urbana, mantenían cerradas con barricadas las calles cercanas a la Casa Grande del Pueblo, sede del gobierno, ahora deshabitada tras la renuncia de todo el equipo presidencial.
Todo lo que fueron encontrando a su paso sirvió a los vecinos, en general gente de clase media urbana, para bloquear la circulación de vehículos y personas: desde fogatas con madera hasta chapas, piedras o incluso rollos de alambre de púa.
Sorprendentemente eran los civiles quienes les abrían el paso a las patrullas policiales, y no al revés. Pero los piqueteros aplaudían cada paso de la policía, que fue la primera fuerza de seguridad que se amotinó contra el expresidente, en un gesto que comenzó a marcar el principio del final del gobierno.
En las calles solo se veían civiles y policías. No hubo movilización de las Fuerzas Armadas. Solo al final de la tarde el alto mando militar emitió un comunicado en el que anunció que comenzarían a custodiar las instalaciones de servicios públicos, luz y agua, para evitar eventuales ataques.
Pero toda la capital boliviana estuvo paralizada. Los comercios permanecieron cerrados, no hubo clases y los piquetes hacían imposible la circulación del tránsito.
Solo en la zona más céntrica de La Paz, custodiando los principales edificios públicos, se podían ver algunos efectivos policiales. Pero la autoridad la conservaba la gente que les permitía el paso.
"Esto no es un golpe de Estado. Somos gente común que quiere defender la democracia y lo que votamos los bolivianos en el referéndum de 2016, cuando dijimos no a la reelección. Ahora estamos resguardando los edificios públicos", dijo a LA NACION David Hernández, 29 años, que junto a otros compañeros permanecía detrás de un alambre de púa en una barricada a 200 metros de la Casa de Gobierno. Uno de los carteles detrás de la barricada decía: "Evo asesino". Mientras los piqueteros se animaban unos a otros con cantos.
"¡Evo de nuevo! ¡Huevo ("jamás"), carajo!", uno de los gritos más populares por estos días en Bolivia, comenzaron a cantar sus compañeros de barricada cuando vieron que Hernández estaba siendo entrevistado.
Por los bloqueos, la céntrica Plaza Murillo, a la que dan la Casa de Gobierno y el Palacio Legislativo, estaba totalmente vacía, más llena que nunca de palomas. Los piqueteros solo permitían el acceso a policías, legisladores y periodistas.
El panorama de parálisis era similar en la vecina ciudad de El Alto, la tercera ciudad del país detrás de Santa Cruz de la Sierra y La Paz.
Ante la consulta de LA NACION, René Quenta Quispe, un comerciante de El Alto, comentó con ironía: "Evo se equivocó cuando quiso ser rey, cuando la gente lo votó para presidente. Se hubiera ido hace cuatro años y se llevaba todos los aplausos. Ahora se fue echado por el pueblo".
Pero en El Alto, tradicional bastión del MAS, no resultaba tan claro que el control de la calle hubiera pasado a manos de los opositores.
Muchos de los piquetes eran liderados por simpatizantes de Evo, que tomaron a la policía como su principal adversario por haber "traicionado" al expresidente con los motines iniciados el viernes. Un grupo que llevaba la bandera plurinacional whipala atacó este lunes la Estación Policial Integral (EPI) del barrio de San Roque en El Alto.
Las imágenes de la televisión mostraban a la tarde que desde las ventanas del edificio seguían saliendo densas columnas de humo.
Otro lugar de choque fue la Universidad Pública de El Alto (UPEA), donde estudiantes y profesores habían exigido el sábado la renuncia de Evo y tomaron el edificio. Grupos de choque del MAS, integrados por decenas de personas con el rostro tapado, se aglomeraron frente a las puertas de esa universidad y terminaron destrozando los accesos para ingresar al edificio. La unidad de Comunicación de la UPEA informó que al menos cuatro personas resultaron heridas en los choques, dos de ellas por armas de fuego.
Con la llegada de la noche corrían los rumores entre los vecinos de El Alto de que los grupos violentos del MAS volverían a atacar y que iban a saquear la ciudad. El comerciante René Quenta Quispe, de nacionalidad aymara, utilizó una palabra muy dura de su lengua para identificarlos. "Yo soy indígena, pero ellos son todos takachaka [ignorantes], que están cayendo en la cuenta de que su tiempo se les terminó y no quieren resignarse".
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