La pandemia instaló en el mundo una nueva forma de terrorismo
El virus aterra por su expansión y porque es inmune a las respuestas habituales; cambios en la noción de seguridad
BRUSELAS.- El coronavirus ha engendrado su propia forma de terror. Trastocó por completo nuestra vida diaria, tiene paralizada a la economía y nos obliga a mantenernos a distancia. Nos ha infundido miedo a lo que no conocemos y no podemos ver. Vació las calles, los bares y los teatros, como una especie de agorafobia universal. No hay aviones en los cielos y las fronteras están cerradas.
Ha sembrado muerte en todas partes y colmado los hospitales como en tiempos de guerra.
Especialmente en Europa, que ha vivido oleadas de actos terroristas que produjeron el mismo efecto, la plaga actual tiene reminiscencias estremecedoras. Pero este virus ha engendrado un terror distinto, porque es invisible, penetrante y sin desenlace claro. Es un terror infligido por la naturaleza, no por el hombre o una ideología.
La gente escapa corriendo de una bomba terrorista y se solidariza con las víctimas al manifestarse en las calles en contra de la violencia. Pero cuando termine la cuarentena por el coronavirus y den la voz de largada, la gente asomará la cabeza como los topos de sus toperas.
"La gente le tiene más miedo al terrorismo que a andar en auto", dice Peter R. Neumann, profesor de estudios de seguridad del King's College de Londres. Muere muchísima más gente en accidentes de auto o cayéndose en la bañadera mientras se ducha que como víctima del terrorismo, pero la gente le tiene más miedo al terrorismo porque es algo fuera de su control.
Aunque el terrorismo mata gente, dice Neumann, "su objetivo principal es manipular nuestras ideas y nuestros cálculos".
Pero el terrorismo del coronavirus es aún más aterrador no solo por estar tan extendido, sino también porque es inmune a las respuestas habituales: no le hacen mella ni la vigilancia, ni los comandos de asalto, ni los dobles agentes, ni la persuasión. "No se trata de un enemigo humano o ideológico, o sea que no se inmuta ni con discursos ni con amenazas", dice Neumann. "El virus es algo que no conocemos ni podemos controlar, y que por lo tanto mete miedo".
Razones no faltan: el virus ya se ha cobrado la vida de más del triple de estadounidenses que los atentados terroristas del 11 de Septiembre. "Hay una diferencia entre desastre natural y desastre causado por el hombre", dice Thomas Hegghammer, experto en terrorismo e investigador del Centro Noruego de Investigaciones en Defensa. "La gente suele tenerles más miedo a las amenazas causadas por el hombre, aunque sean menos peligrosas". Según Hegghammer, sin embargo, con este virus probablemente sea diferente. "El miedo a este virus está calando mucho más hondo que el terrorismo en la sociedad, y afecta a los individuos a mucha mayor escala".
Pero la sensación de indefensión es similar, dice Julianne Smith, exasesora de seguridad del exvicepresidente norteamericano Joe Biden y actual miembro del centro de estudios German Marshall Fund. "No sabemos ni cuándo nos golpeará el terrorismo ni cuándo llegará la pandemia, y por lo tanto invade nuestra vida. Con el terror, nos dan miedo las concentraciones de gente, los actos públicos y los eventos deportivos, y con el virus pasa lo mismo: nos atemoriza el gentío".
En parte, el terrorismo es aterrador también por ser aleatorio, dice Joshua A. Geltzer, exdirector de antiterrorismo del Consejo de Seguridad Nacional. "Los terroristas dependen de esa aleatoriedad, y de alguna manera el virus actúa de la misma manera: hace que nos digamos: 'Me puede tocar a mí'".
Pero para derrotar el virus hace falta aplicar una mentalidad diferente, dice Geltzer. "Si ponen una bomba en la maratón de Boston, al año siguiente uno lo piensa dos veces antes de decidir participar, o sea que el impacto es directo. Pero para frenar el virus hay que dar un paso más y pensar de manera comunitaria, para no propagar el virus entre nosotros", señala Geltzer.
Neumann dice que durante mucho tiempo se ninguneó a los analistas que trabajaban sobre amenazas consideradas "blandas", como los riesgos sanitarios o climáticos. "Los expertos en seguridad dura se reían de ellos, pero ahora nadie abre la boca", dice. "A partir de ahora, la CIA empezará a contratar virólogos y tendrá su propio departamento de seguridad sanitaria: va a cambiar completamente nuestra noción de la seguridad".
Y llegarán otras nuevas amenazas: la preocupación por el colapso económico, el endeudamiento generalizado, los levantamientos sociales. Muchos temen el impacto que tendrá el bajísimo precio del petróleo en los países árabes y del Golfo Pérsico.
Pero hasta Estado Islámico les ha advertido a sus seguidores que "los sanos no deberían ingresar en el territorio de la pandemia y los contagiados no deberían salir de él", lo que tal vez nos traiga un respiro de la forma tradicional de terrorismo.
Traducción de Jaime Arrambide
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