La pandemia acelera como nunca antes la venta de armas en EE.UU.: “Esto es diferente a todo lo que hemos visto”
Existen alrededor de 400 millones de armas en circulación en el país; las ventas usualmente aumentan durante las elecciones, pero el incremento del año pasado fue sustancialmente notable
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WASHINGTON.- Otra semana con otro pavoroso tiroteo masivo. Los homicidios con arma de fuego están aumentando en todo Estados Unidos. Demócratas y republicanos discuten por las causas. Y el presidente Joe Biden dice que la situación es insostenible.
Pero detrás del trillado ciclo de discursos políticos sobre las armas en Estados Unidos, el apetito del país por las armas de fuego no deja de aumentar: nunca antes se vendieron tantas armas ni hubo tantos norteamericanos que las compraran.
Si bien la venta de armas viene aumentando desde hace décadas –crece particularmente en años electorales y después de algún crimen que cobra notoriedad–, ahora los estadounidenses están embarcados en un inusual y prolongado frenesí armamentístico personal, fomentado por la pandemia de coronavirus, la ola de protestas contra el racismo del último verano boreal y el temor a que ambas situaciones se desmadraran.
En marzo de 2020, las verificaciones de antecedentes federales —que sirve como una especie de termómetro de la adquisición de armas—, superaron 1 millón en una semana, algo inédito desde que el gobierno empezó a monitorearlas, en 1998. Y las ventas siguieron escalando durante las protestas de mediados del año pasado y la elección presidencial de noviembre, hasta que en una semana de esta primavera boreal se alcanzó un nuevo pico histórico con 1,2 millones de verificaciones de antecedentes.
“Hubo un aluvión de compras nunca antes visto”, dice Garen J. Wintemute, investigador de armas de fuego en la Universidad de California en Davis. “Por lo general, se desaceleran. Pero esta vez no para de aumentar”.
No solo compró más armas la gente que ya tenía, sino que empezaron a armarse quienes nunca había tenido. Nuevos datos preliminares de la Universidad del Noreste y del Centro de Investigación de Control de Lesiones de Harvard revelan que cerca de un quinto de los estadounidenses que el año pasado compraron armas eran primerizos. Y los datos demuestran que la proporción de compradores varones y blancos es menor a la habitual: ahora, la mitad de los compradores fueron mujeres, un quinto fueron negros y otro quinto, hispanos.
En total, los datos revelan que cerca del 39% de los hogares estadounidenses poseen armas de fuego propias. Eso implica un aumento de siete puntos en comparación con el 32% registrado en 2016, informó la Encuesta Social General, un sondeo de opinión pública realizado por un centro de investigación de la Universidad de Chicago. Los investigadores dicen que es demasiado pronto para determinar si el brusco aumento representa un cambio de tendencia en relación a los últimos 20 años, durante los cuales la posesión de armas de fuego en relación con la cantidad de población estaba prácticamente planchada.
“Los norteamericanos están en una carrera armamentista consigo mismos”, dice Marqueece Harris-Dawson, que representa en el Consejo Municipal al Sur de Los Angeles, donde el aumento de la violencia por armas de fuego ha sido particularmente abrupto. “Podría decirse que hubo una corrida por las armas, como la corrida por el papel higiénico al principio de la pandemia”.
Ahora el debate por las armas ocupa nuevamente el centro de la escena, en un momento en el que cunde la desconfianza y la polarización política. Las ventas suelen aumentar antes de las elecciones, pero el volumen que alcanzaron esta vez no tiene precedentes. El fenómeno también ofrece una imagen preocupante sobre la manera en que los norteamericanos se ven unos a otros, es decir, como personas de las que quieren protegerse.
Mientras la grieta entre los principales partidos políticos del país se acentúa, lo mismo sucede con los proyectos de ley emanados de cada uno de ellos, y tal como sucede en temas como el aborto y el derecho al voto, las armas de fuego no son la excepción. En un extremo, este mes Texas se convirtió en el vigésimo estado en legalizar el porte sin licencia de un arma corta oculta, según Anne S. Teigen, experta de la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales. En otro, Illinois y la ciudad de San José, California, donde la semana pasada perdieron la vida nueve personas en un tiroteo masivo, están analizando gravar con un impuesto las municiones y algunos tipos de armas.
No hay un solo motivo para explicar el aumento de la venta de armas, pero los sociólogos hablan de varios disparadores posibles.
“Hay un quiebre en la confianza y un quiebre en una realidad común compartida”, dice Lilliana Mason, politóloga en la Universidad de Maryland, con trabajos publicados sobre violencia política. “También hay en marcha un profundo cambio social, y el cambio social siempre genera temor”.
Muchos trabajadores de locales de venta de armas reportaron ventas récord durante el año pasado y que también observaron la incorporación de nuevas clases de compradores. Thomas Harris, exoficial de las fuerzas de seguridad que ahora atiende el mostrador en la sección de armas de la sucursal de la tienda Sportsman’s Warehouse en Roanoke, Virginia, dice que para marzo de 2020, la clientela empezó a incluir cada vez más trabajadores de cuello blanco, como empleados de aseguradoras y de empresas de software. Harris dice que muchos de los compradores no eran conservadores, y la mayoría nunca había manejado un arma.
Los datos de la Universidad del Noreste y de Harvard provienen de una encuesta realizada en abril a 19.000 personas. Los investigadores concluyeron que en 2020 cerca del 6,5% de los adultos estadounidenses compraron armas, o sea unos 17 millones de personas. Eso representa un aumento del 5,3% en relación con 2019, dice Matthew Miller, profesor de investigación en salud pública en la Universidad del Noreste, quien lideró el estudio junto con Deborah Azrael, investigadora en Harvard.
Según Miller, alrededor de un 20% de los compradores de armas del año pasado eran compradores primerizos, una proporción más o menos similar a la de 2019, lo cual sugiere que la tendencia no comenzó con la pandemia. Del total de los compradores de armas en 2021, el 63% eran varones, el 73% eran blancos, el 10% eran negros y el 12% eran hispanos.
La pandemia aceleró la tendencia del aumento de la venta de armas. Según The Trace, un portal de noticias que monitorea la venta de armas, las compras vienen creciendo ininterrumpidamente desde hace una década, con un salto a comienzos del año 2013, luego de la masacre de la escuela primaria de Sandy Hook. Durante la presidencia de Donald Trump, las ventas no se modificaron mucho, pero explotaron en 2020, con un aumento del 64% en relación con el año anterior. El mes con mayores ventas del año pasado fue junio, cuando Estados Unidos quedó sumido en una ola de protestas por el asesinato de George Floyd a manos de la policía.
Este año, esa dinámica se ha mantenido: en enero, los estadounidenses compraron más de 2,3 millones de armas, la cifra más alta desde julio del año pasado, informa The Trace. Y en todo el primer trimestre, las ventas aumentaron un 18% en comparación con igual período del año pasado, según cifras de ese portal.
Daniel Nass, editor de datos y gráficos de la organización, dice que las cifras sin procesar de la base de datos federal de verificación de antecedentes incluyen cosas como verificaciones de licencias de porte oculto, y que The Trace ajusta los datos para eliminar esas cifras.
El gobierno no lleva la cuenta de las armas vendidas en Estados Unidos, y los datos de verificación de antecedentes ni siquiera ofrecen un panorama exhaustivo, ya que muchas ventas son privadas. Según las estimaciones, en Estados Unidos hay unos 400 millones de armas en circulación.
Si bien la investigación demostró la correlación entre una mayor presencia de armas y un aumento de la tasa de muertes por arma de fuego –incluido el suicidio– todavía no es posible determinar fehacientemente si el aumento repentino de las ventas de armas implica un aumento en la violencia por armas de fuego.
Wintemute, de la Universidad de California, dice que hace poco intentó encontrar una respuesta. Analizó datos de verificación de antecedentes federales desde enero de 2018 hasta los primeros meses de la pandemia. Su investigación demostró que en los estados donde más había aumentado la compras de armas se registró más violencia, pero que había muchos factores en juego, incluidos los confinamientos y las pérdidas de empleo, y que no era posible determinar que el motor de la violencia hubiera sido particularmente la venta de armas.
Sin embargo, Wintemute dice que el aumento de la venta de armas es preocupante dado el abrupto aumento de los homicidios registrado el año pasado, que rondó el 25%, según datos del FBI. La abrumadora mayoría de los homicidios en Estados Unidos se cometieron con armas de fuego. Este año, el aumento no cesa, y en una muestra de 37 ciudades alcanza el 18% en el primer trimestre, comparado con el mismo período del año pasado. Sin embargo, en términos históricos, la tasa de homicidios sigue siendo mucho más baja que durante la década de 1990.
“Las cosas mejoraron, pero seguimos en niveles de espanto”.
Traducción de Jaime Arrambide
The New York Times
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