La oposición brasileña busca su fórmula “Biden-Harris” para darle pelea a Jair Bolsonaro
RÍO DE JANEIRO.– Aunque todavía faltan dos años y una elección municipal por delante, cuyo destino empieza a definirse mañana, un almuerzo movió el tablero de la carrera hacia los comicios presidenciales brasileños de 2022.
El exjuez federal Sergio Moro se reunió con Luciano Huck, el popular presentador televisivo de la cadena Globo, en Curitiba, el 30 de octubre. El encuentro entre dos figuras con aspiraciones en la política, revelado por el diario Folha de S. Paulo, fue un primer intento de ambos por articular una "tercera vía" que dispute la presidencia de Brasil en 2022.
Huck, una de las personalidades que cuenta con mejor imagen positiva de Brasil según las encuestas, evaluó en 2018 con lanzarse para la presidencia, pero finalmente desistió. Desde entonces ha coqueteado con la posibilidad de oficializarse como candidato. El exministro de Justicia de Jair Bolsonaro, en tanto, se mantiene activo en redes sociales y ha dado algunas entrevistas, en las que busca despegarse cada vez más del gobierno que dejó en abril, dando un portazo en medio de un escándalo.
El presentador y el exjuez federal de Curitiba exploran la búsqueda de una fórmula que pueda romper con la polarización entre Bolsonaro, que debe buscar la reelección, y un candidato de izquierda, lugar que en 2018 ocupó el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad.
"Ahora intentan preparar una fórmula Huck-Moro... cada hora inventan una cosa. Lo único que ellos no admiten es la vuelta del PT y el Brasil de la inclusión social", dijo el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en Twitter, poco después de que se hiciera público el encuentro.
Moro se muestra cada vez más crítico del ambiente de polarización y admitió que conversa con figuras que quieren construir una alternativa. "El brasileño tiene un perfil más moderado. Necesitamos el fin de ese ciclo de odio que envuelve principalmente a las figuras del presidente e igualmente al PT, especialmente a Lula", dijo Moro en una entrevista con el diario O Globo.
El exjuez acaba de cerrar un contrato con Delos Cultural, una empresa que cuidará su imagen y apoyará su carrera como conferencista en el ámbito empresarial, según confirmó a LA NACION su propio entorno. El objetivo del acercamiento a Delos es que la imagen de Moro sea vendida para presentaciones y charlas como "uno de los líderes más influyentes de Brasil" y una referencia en el combate a la corrupción.
Moro significa una gran paradoja como candidato, señaló Michael Mohallem, coordinador del Centro de Justicia y Sociedad de la Fundación Getulio Vargas (FGV). "Es probablemente la figura más popular de Brasil y, al mismo tiempo, el más rechazado por el propio medio político", señaló a LA NACION.
El profesor de la FGV ponderó que la aversión de figuras del denominado "centrão", que integran partidos salpicados por corrupción en causas del Lava Jato, puede dificultar la consolidación de una estructura alrededor de su candidatura.
Visibilidad
El exmagistrado encuentra otro escollo a superar para viabilizarse como candidato: el gobernador de San Pablo, João Doria, un candidato que puede salir fortalecido tras la elección del domingo.
Doria, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), busca erigirse como la alternativa a la polarización en 2022 y con la visibilidad que le da el gobierno paulista y su protagonismo en el enfrentamiento a la pandemia del coronavirus, difícilmente resignará un papel protagónico. Incluso ha intentado atraer al propio Moro.
"El espacio político de Moro es muy difícil. Hoy la extrema derecha está dominada por Bolsonaro, y hacia el centro, donde puede crecer, la figura de Doria también es muy fuerte. Entre la izquierda y Bolsonaro sobra lugar para uno de los dos", señaló Mohallem.
Bolsonaro, en tanto, ha tenido una sucesión de días negativos en el frente interno y externo. Algunas encuestas mostraron un cambio de tendencia en la popularidad, principalmente en las grandes ciudades, acompañando la reducción del auxilio de emergencia, cuya última cuota será en diciembre.
Su hijo Flavio volvió a la tapa de los diarios por la presentación de una denuncia por desvío de fondos públicos. El derechista volvió a subir el tono de sus declaraciones. Primero, conmemoró la interrupción de los ensayos clínicos de la vacuna china contra el coronavirus, y dijo que Brasil no puede ser un país de "maricas".
Luego, desafió elípticamente al presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, al asegurar que Brasil "tiene pólvora" para cuando la diplomacia se acabe. La derrota de su aliado Donald Trump puede sumirlo en un aislamiento internacional si no corrige el rumbo de su política exterior. Por último, cerró la semana con un cruce de declaraciones con un general del Ejército, que garantizó que los militares no quieren formar parte de la política.
Con Moro, Huck, y Doria en la palestra, la centroderecha brasileña busca romper la polarización entre el presidente y la izquierda con su fórmula "Biden-Harris". En sintonía con un Bolsonaro más frágil, empezó la carrera en Brasil entre quienes buscan sucederlo.
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