Coronavirus: la idea de acelerar la inmunidad de rebaño atrae a la Casa Blanca, pero aterra a los científicos
WASHINGTON.- Los científicos disidentes que piden que se permita la libre propagación del coronavirus a un ritmo "normal" entre personas sanas y jóvenes mientras se mantiene abierta y funcionando la mayor parte de la economía han encontrado quien los escuche dentro de la Casa Blanca y en la legislatura de al menos uno de los estados norteamericanos.
La semana pasada, el grupo de científicos se reunió con el secretario de salud y servicios humanos, Alex Azar, y con neurorradiólogo Scott Atlas, que ha cobrado protagonismo como uno de los asesores más influyentes del presidente Donald Trump en el tema de la pandemia.
Ante un pedido de comentarios, la cartera de salud y servicios humanos remitió a un periodista a la siguiente declaración sobre la reunión que hizo Azar por Twitter: "Escuchamos un fuerte apoyo a la estrategia de la administración Trump de proteger fuertemente a los más vulnerables y al mismo tiempo abrir escuelas y lugares de trabajo".
En lunes, en conferencia telefónica con periodistas, un alto funcionario de gobierno dijo que la estrategia propuesta, que ha sido denunciada por otros expertos y calificada de "marginal" y "peligrosa" por el director de los Institutos Nacionales de Salud, Francis Collins, viene a reforzar y corroborar la política aplicada por Trump durante meses.
"No estamos respaldando ningún plan. Es el plan el que viene a respaldar la que ha sido la política del presidente desde hace meses: proteger a los vulnerables, prevenir el desborde de los hospitales y abrir escuelas y negocios", dijo el funcionario. "El presidente ha sido muy claro."
"Todo el mundo sabe que murieron 200.000 personas. Eso es extremadamente grave y trágico. Pero por otro lado, no creo que la sociedad deba estar paralizada y ya sabemos el daño que provoca tener a la gente confinada en sus casas", agregó el funcionario.
Hace tiempo que Trump está molesto por el perjuicio económico de la cuarentena y las restricciones impuestas para controlar la pandemia. Ha presionado repetidamente a los estados para que reabran su economía y vida social, y en determinado momento llegó a amenazarlos con retener los fondos federales de los estados que no reabrieron las escuelas. Y aún después de contagiarse el virus y desarrollar síntomas de covid-19 lo suficientemente graves como para requerir hospitalización, Trump siguió arengando a la gente: "No hay que temerle al Covid."
En su afán por impulsar su agenda de gobierno, Trump ha desoído constantemente el consejo de los principales expertos médicos de su propio gobierno, como la coordinadora del grupo de trabajo sobre el coronavirus de la Casa Blanca, Deborah Birx, y Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos.
Y ese vacío fue llenado por el neurorradiólogo Atlas, que se apoya en la opinión de los disidentes científicos para reforzar sus argumentos internos. En una rueda de prensa reciente en la Casa Blanca, Atlas mencionó a esos científicos por su nombre.
Los tres científicos que impulsan esa estrategia, a la que llaman de "protección focalizada", tienen destacados nombramientos académicos. Martin Kulldorff es epidemiólogo de la Universidad de Harvard; Sunetra Gupta es epidemióloga de la Universidad de Oxford; y Jay Bhattacharya es médico y epidemiólogo de la Escuela de Medicina de Stanford.
Ellos han cristalizado sus argumentos bajo la forma de un documento publicado online al que titularon "Declaración de Great Barrington", por la ciudad de Massachusetts donde se dio a conocer el 4 de octubre, durante una ceremonia de una usina de ideas libertaria.
Los autores argumentan que su enfoque disminuiría los efectos indeseables que tienen las restricciones y cierres para la salud pública, y que afectan de manera desproporcionada a las personas de bajos ingresos. La declaración no habla de usar barbijo, ni de mantener el distanciamiento social, ni de evitar multitudes y ambientes cerrados, como tampoco ninguna de las otras recomendaciones de la mayoría de los expertos gubernamentales y científicos.
Ritmo pandémico
Los autores de la "Declaración de Great Barrington" sostienen que permitir que el virus se propague de forma natural entre los jóvenes, que tienen muchas menos probabilidades que sus mayores de tener un desenlace grave, acortará la pandemia al acelerar la llegada de la inmunidad colectiva o "de rebaño", ese punto en que la inmunidad entre la población es tan generalizada que el virus ya no puede propagarse a un ritmo pandémico.
"El enfoque más compasivo, que equilibra los riesgos y los beneficios de alcanzar la inmunidad de rebaño, es permitir que aquellos que tienen un riesgo mínimo de muerte vivan sus vidas con normalidad, para desarrollar inmunidad al virus a través de un contagio natural, mientras ayudan a proteger mejor a los que corren mayor riesgo", afirma la declaración.
El documento publicado online asegura haber sido refrendado y firmado por miles de médicos y científicos, así como por cientos de miles de personas del público en general. El medio británico Sky News informó la semana pasada que algunos de los nombres son claramente falsos, como "Dr. Johnny Bananas" y "Dr. Person Fakename".
No está claro hasta qué punto ese plan de la disidencia científica ha influido en las políticas aplicadas en el terreno, dado que Trump no implementó una estrategia nacional y la delegó a los estados, donde los que tienen que tomar la mayoría de las decisiones difíciles —restricciones y cierres— son los gobernadores, alcaldes y otros funcionarios locales. Pero la idea de la "protección focalizada" ya ha encontrado adeptos en Florida: a fines de septiembre, Kulldorff, Gupta y Bhattacharya participaron en una mesa redonda virtual con el gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis.
DeSantis ha ordenado la reapertura de bares y otros negocios y captó la atención a nivel nacional por su tajante decisión de reabrir las escuelas.
La Declaración de Great Barrington no es un documento científico. Como señalaron inmediatamente sus críticos, el documento no presenta un solo dato. No tiene notas a pie de página, pocas sugerencias específicas sobre cómo implementar la segregación social, y a diferencia de la mayoría de los argumentos científicos, no se ocupa de plantear y rebatir las posibles objeciones a la propuesta.
"Lo más preocupante es que lo presenten como si fuera una visión alternativa importante, que tienen un gran número de expertos de la comunidad científica. Y eso es mentira", dijo Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud.
"Estos son elementos marginales de la ciencia epidemiológica. Esta no es ciencia convencional. Es peligroso. Encaja con las opiniones políticas de ciertas partes de nuestro confuso establishment político", dijo Collins en una entrevista. "Y estoy seguro de que muchos se valdrán de eso para justificar no usar máscara, no cumplir con el distanciamiento, o simplemente hacer lo que se les cante".
Los detractores de la "protección focalizada" dicen que la idea es poco práctica, poco ética y potencialmente mortal. Aseguran que no hay forma de dividir claramente a la sociedad según los niveles de vulnerabilidad. Muchas personas vulnerables viven en hogares multigeneracionales. Y aunque es cierto que es poco probable que las personas más jóvenes mueran de covid-19, igual pueden enfermarse, con la posibilidad de quedar con daño pulmonar crónico u otros síntomas de larga duración, conocidos como "covid prolongado".
Según Natalie Dean, experta en bioestadística de la Universidad de Florida, permitir que el virus se propague libremente entre los jóvenes y los sanos acrecienta la amenaza para las personas que ya son vulnerables.
"¿Entonces la solución es que escondamos a los ancianos hasta que el mundo vuelva a ser seguro para ellos? Es una solución muy poco prometedora para los adultos mayores", dice Dean.
Los críticos señalan que los estados de la región conocida como el "Cinturón del Sol", como Florida, ya conocen en carne propia las consecuencias de que los jóvenes inunden bares y socialicen como si la pandemia no existiera: en pocas semanas, se disparó en número de hospitalizaciones y de fallecimientos.
William Hanage, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard, se pregunta cómo se mantendrían separados a los jóvenes que están enfermos de los pacientes mayores: "¿Y qué hacemos con la población joven que sí necesita atención médica? ¿Vamos a abrir hospitales separados para jóvenes y otros para personas mayores?"
Gregg Gonsalves, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de Yale, publicó el lunes un hilo de Twitter donde critica la estrategia de "protección focalizada" y dice que es la receta perfecta para que se produzca "una carnicería". "Arrojarse a los brazos del virus porque uno piensa que no corre riesgo o que sus adultos mayores están cuidados y atendidos no es un plan. Es una masacre".
Stefan Baral, epidemiólogo de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, decidió no firmar la "Declaración de Great Barrington", aunque está de acuerdo con muchos de los puntos que plantea sobre los costos sociales de las restricciones y cierres. Dice que no lo firmó porque el documento no aborda las formas de minimizar las inequidades en materia de salud que dejó expuestas la pandemia. Baral dice que le gustaría ver más inversión en comunidades gravemente afectadas por los cierres.
"Me preocupa especialmente esa dinámica en la que nuestro primer impulso al ver un aumento de los contagios es avanzar hacia un modelo de nuevas restricciones", dice Baral. "Preferiría apoyar un enfoque en el que comprendamos las vulnerabilidades y agreguemos recursos, no restricciones".
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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