La ofensiva ucraniana en suelo ruso sorprende al mundo y golpea a Moscú en su flanco más débil
Kiev acaba de hacer una jugada que ni los analistas militares ni aparentemente el Kremlin creían posible; la ofensiva refuerza la lección que dejó la rebelión del Grupo Wagner en junio de 2023
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WASHINGTON.- Cuando la guerra en Ucrania pareció estancarse, entre los analistas militares prevalecieron dos suposiciones. Primero, que era prácticamente imposible lograr un efecto sorpresa en un campo de batalla plagado de drones. Segundo, que era prácticamente imposible montar una ofensiva de rápido avance, dada la magnitud de las defensas erigidas por ambos bandos. Pero en los últimos pocos días Ucrania ha desafiado ambos supuestos con su avanzada relámpago sobre la región rusa de Kursk, una zona muy conocida por los historiadores militares, ya que allí se libró una de las mayores batallas de tanques de la Segunda Guerra Mundial.
El martes, las fuerzas militares de Ucrania generaron impacto en el mundo —y en las defensas rusas— cuando atravesaron la frontera rusa con una columna de vehículos blindados desde la región ucraniana de Sumy. No es la primera vez que Ucrania realiza una incursión transfronteriza, pero eran operaciones mucho más pequeñas conducidas por voluntarios rusos. En este caso fue algo mucho más ambicioso: una ofensiva de armamento combinado que incluyó vehículos blindados —algunos de fabricación alemana y norteamericana—, tropas de infantería, artillería y equipos de guerra electrónica. Según se informó, de la operación participaron elementos de cuatro brigadas ucranianas de élite.
Se trató, de hecho, del tipo de asalto bien planeado y bien ejecutado que los ucranianos aspiraban lograr el año pasado en una escala mucho mayor, cuando su objetivo era quebrar las líneas de defensa rusas en el sur de Ucrania y así cortar el puente terrestre entre Crimea y Rusia. Aquella esperada ofensiva fracasó debido a la buena preparación de las defensas rusas, con campos minados y trincheras que contaban con la cobertura de fuego de artillería pesada y una inmensa cantidad de drones.
Esta vez, sin embargo, los ucranianos incursionaron en la región de Kursk prácticamente a sus anchas, porque los rusos no esperaban que el ataque fuese ahí. Lo ocurrido parece reforzar la lección que dejó la rebelión del Grupo Wagner en junio de 2023, la agrupación mercenaria que encontró prácticamente despejado el camino a Moscú, antes de retroceder a último momento: el interior de Rusia apenas está defendido, y la pesada maquinaria militar rusa no tiene capacidad de reacción inmediata ante la aparición de una nueva amenaza. Eso nos obliga a preguntarnos por qué hace un año los ucranianos montaron un costoso y fútil asalto frontal contra las líneas rusas en vez de lanzar un “gancho por izquierda” a través de territorio ruso para atacar a los defensores desde la retaguardia, en una maniobra similar a la empleada por Estados Unidos contra las fuerzas iraquíes en Kuwait durante la Guerra del Golfo en 1991.
“En la planificación y combinación de fuerzas de la actual operación en Kursk los ucranianos han demostrado un sobresaliente nivel de engaño táctico, estratégico y operativo”, escribió en la red social X el mayor general retirado australiano Mick Ryan, autor del nuevo libro The War for Ukraine: Strategy and Adaptation (“La guerra por Ucrania: estrategia y adaptación”). “No se trata de un logro técnico, sino humano, de personas que desde febrero de 2022 viene aprendiendo de sus éxitos y fracasos y que ahora ha elaborado un diseño operativo que está siendo ejecutado competentemente por soldados muy motivados.”
In the past few days, #Ukraine and its offensive into #Kursk has demonstrated again how surprise plays a major role in human conflict. What role has surprise played in this war, and how did Ukraine surprise Russia...again? 1/22 🧵 🇺🇦 pic.twitter.com/yl2qxaNFBa
— Mick Ryan, AM (@WarintheFuture) August 10, 2024
Las fuerzas armadas y la dirigencia política de Rusia parecen totalmente atónitas ante la maniobra ucraniana. Según se informa, los ucranianos han capturado “a muchos” soldados rusos, prisioneros de guerra que pueden ser utilizados en futuros intercambios para liberar a los ucranianos que se encuentran cautivos de los rusos.
Hasta el dictador ruso Vladimir Putin salió a quejarse: “El régimen de Kiev ha perpetrado otra provocación a gran escala”. Parece que en la grotesca visión del mundo que tiene Putin, es totalmente aceptable que Rusia lance una invasión ilegal y no provocada sobre Ucrania, pero que Ucrania responda incursionando en Rusia es “una provocación”. ¿Cómo se atreven estos ucranianos a defenderse?
Ahora, aunque los ucranianos siguen avanzando, el Kremlin repite que la embestida fue derrotada. El jueves pasado, el Instituto para el Estudio de la Guerra estimó que las fuerzas ucranianas habían incursionado al menos 34 kilómetros en Rusia, mientras que la revista The Economist informó que los ucranianos habían tomado unos 350 kilómetros cuadrados de territorio ruso.
La gran pregunta es: ¿y ahora qué? ¿Las fuerzas ucranianas intentarán conservar el territorio ruso para tener mejores cartas en una eventual futura negociación, o se replegarán a su propio territorio antes de que Rusia pueda movilizar una gran contraofensiva?
Parte de la respuesta dependerá de la actitud que tome Washington. Hasta ahora, el gobierno de Biden no se quejó por el uso de vehículos fabricados en Estados Unidos en esta ofensiva, pero tampoco le habría dado todavía permiso a Ucrania para usar misiles ATACMS, también de fabricación norteamericana, para atacar aeródromos rusos y otros objetivos en el interior de Rusia. Un ataque te ATACAMS respaldado por los F-16 recién adquiridos por Ucrania es capaz de impedir cualquier tipo de contraataque ruso. Si la autorización de Washington no llega, las fuerzas ucranianas se verán obligadas a retirarse antes de tiempo. Y visto que Ucrania es capaz de violar las supuestas “líneas rojas” rusas y salirse con la suya, autorizar el uso de los misiles es un riesgo que el presidente Joe Biden debería estar dispuesto a correr.
A pesar del éxito inicial del asalto ucraniano, su destino final —y su sensatez— sigue siendo un tema de especulaciones. Según informa CNN en base a entrevistas con funcionarios norteamericanos y ucranianos, “en parte, la intención es alterar y desmoralizar a las fuerzas rusas y en parte desviar a grupos de tropas rusas de otras partes del frente oriental”. Este último objetivo será más difícil de lograr que el primero.
A pesar de las fuertes pérdidas que sufrió su ejército, en términos de “recursos humanos” Rusia sigue teniendo una gran ventaja sobre Ucrania, así que el Kremlin tiene que poder enviar reservas desde Rusia a Kursk sin tener que mermar sus unidades de primera línea de frente en la región del Donbass, en Ucrania Oriental. Por el contrario, las fuerzas ucranianas están tan mermadas y faltas de reservistas que corren un gran riesgo si piensan en derivar fuerzas de la región de Donetsk hacia Kursk.
De todos modos, el asalto ucraniano ya está generando titulares y repercusiones positivas como no le pasaba a Ucrania desde fines de 2022, cuando pudo realizar avances espectaculares tanto en la provincia de Karkhiv, en el este, como en la provincia de Kherson, en el sur.
Antes de la actual incursión en Kursk, gran parte de las noticias de las últimas semanas giraban en torno a los lentos pero constantes avances rusos en el este y el sur, que ya han borrado lo poco que ganaron los ucranianos con su malograda contraofensiva de 2023. De hecho, Ucrania se venía preparando para perder más territorio, ya que sus sobreexigidas y diezmadas tropas, después de dos años y medio de guerra, todavía esperan la llegada de los reclutas movilizados la nueva ley de reclutamiento, mientras luchan por mantener una línea de frente de 1000 kilómetros.
Como mínimo, la ofensiva de Kursk cambia el eje del relato y hace que el mundo recuerde esa valentía ucraniana que fue la gran historia de los primeros días de la guerra. Dada la importancia de la opinión mundial para el resultado del conflicto -después de todo, Ucrania depende de la ayuda de Estados Unidos y Europa-, no se trata de un logro menor.
Cualquiera que sea el destino final de la ofensiva de Kursk, es el tipo de maniobra audaz e inesperada que una potencia menor, como Ucrania, debe realizar cuando lucha contra un adversario mayor que está tratando de desgastarla simplemente por el peso de su número. Aunque según las encuestas cada vez son más los ucranianos civiles que dicen estar dispuestos a hacer concesiones territoriales para poner fin a la guerra, las Fuerzas Armadas ucranianas están demostrando que quieren dar lucha y tienen con qué, y que los rusos difícilmente pueden darse por ganadores de esta guerra.
Por Max Boot
Traducción de Jaime Arrambide
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