La ofensiva sobre Damasco inyecta ánimo a los rebeldes
En medio del caos, los combatientes opositores se esperanzan con sus progresos en el conflicto
AL-QUSAYR, Siria.- "Ahora es nuestra oportunidad", dice Hussein, un activista de la oposición. La llegada de los combatientes del Ejército Libre Sirio (ELS) al centro de Damasco entusiasma a la resistencia, que ve cierto avance en esta guerra lenta y sangrienta que se alarga desde hace 16 meses.
"A Bashar [al-Assad] le tienen que estar temblando las piernas; los nuestros llegaron muy cerca del palacio" presidencial, afirma Hussein con una sonrisa. "Ahora es imposible que la gente en la capital no sepa lo que está pasando. Los que estaban mirando tendrán que decidir de qué lado están, ahora que pueden salir al balcón y contemplar la guerra que ignoraron durante tanto tiempo."
La lucha por Damasco no será fácil. "Al-Assad movilizará todas sus fuerzas y habrá grandes masacres contra nuestra gente -augura Hussein-. Es una guerra urbana y eso nos beneficia porque no tenemos artillería pesada, pero sí somos buenos en la guerra de guerrillas. Y si Al-Assad saca los tanques a la calle en Damasco, será su final."
La población siria, sin vida normal en la totalidad del país, mira asustada la televisión, en uno y otro bando. En las zonas rebeldes, muchas bombardeadas sin descanso, la gente huye para no morir bajo los morteros, mientras que en los lugares aún controlados por el gobierno sus leales corren en cuanto entran las tropas del ELS. A la espera de cifras oficiales, se calcula que hay miles de refugiados moviéndose hacia las fronteras o hacia el interior del país, que podrían ser millones a medida que la guerra avance.
La gran incógnita es saber qué harán aquellos que aún no tomaron posición. "No hay tiempo de que se separen en zonas, los pro Al-Assad en unos barrios y los opositores en otros, como pasó en Beirut", reflexiona Hussein, cuya familia, residente en Al-Qusayr, huyó de las bombas y se refugió cerca de la capital, rodeados de shabiha (milicias del régimen).
Los activistas no tienen respuesta acerca de lo que puede ocurrirles a quienes el ELS señale como aliados del régimen, entre ellos, las minorías alauitas (a la que pertenece la familia de Al-Assad), cristianas, o gran parte de la burguesía musulmana sunnita de la capital, que se benefició de los privilegios del poder en estos últimos años.
La situación es caótica, y en muchas poblaciones el conflicto armado se extendió a todo el territorio. Las brigadas del ELS son muy numerosas y actúan, en muchos casos, sin coordinación con el mando central, en Turquía. Sus miembros aseguran que capturan a los prisioneros, aunque se hallaron en el pasado fosas comunes que prueban que hay ejecuciones.
Los rebeldes dicen tener prisioneros, según el comandante Abu Alsoos, que muestra a cuatro soldados de Al-Assad en un cuartel en Al-Qusayr, con claros signos de violencia y que señalan haberse cambiado de bando. Fueron capturados hace unas semanas, cuando el ejército rebelde tomó el ayuntamiento. No hay noticias del resto de los 21 detenidos.
Rumores
En Al-Qusayr, donde muere gente a diario víctima de la lluvia de bombas, los corrillos son un hervidero de rumores que hablan de movimientos de tropas gubernamentales de Tartus hacia Damasco; del posicionamiento de los shabiha en la frontera con el Líbano para reforzarla, y de supuestas tropas del ELS de Al-Qusayr camino a la capital. Todas versiones imposibles de confirmar dadas las dificultades de movimiento y de comunicaciones en Siria, en momentos en que está en diputa el control de cada uno de los cruces de las rutas con fuertes combates. El canal árabe Al-Arabiya informó que el gobierno trasladó tropas desde la frontera con Israel hacia la capital.
No es la primera vez que el ELS llega tan cerca del palacio de los Al-Assad, aunque ahora la resistencia se siente más fuerte, con el refuerzo de sus filas con simpatizantes de la causa que aportan dinero, armas y hombres a unas fuerzas rebeldes que no tienen prisa y actúan con pequeñas operaciones. Saben que luchan contra uno de los más fuertes ejércitos de Medio Oriente, asesorado por Irán y apoyado en algunas zonas por las milicias libanesas de Hezbollah.
Uno de los ejemplos de esos "nuevos" amigos del ELS es Omar, un joven de origen sirio de 24 años que vive en Dubai, y que vendió su empresa por 60.000 dólares para crear una brigada, llamada Al-Jadra.
"Perdí a 12 miembros de mi familia en Bab Amro, así que decidí venir y luchar con los míos para acabar con Bashar [al-Assad]", explica.
Con seis de sus mejores tiradores, se acerca sigilosamente a un puesto de control del régimen en los alrededores de Al-Qusayr. Toman posiciones contra los soldados que ven a través de los objetivos de sus fusiles, y disparan. "Creo que maté a tres. Lo siento mucho. Pero esto hay que hacerlo", dice con firmeza. "Después de un año y medio tuvieron tiempo de desertar, saben perfectamente lo que están haciendo."
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