La nueva ley de aborto es una lección de cómo Meloni muestra una cara en Italia y otra en Europa
La norma presentada por el partido derechista de la primera ministra y aprobada por el Parlamento les daría la potestad a los grupos antiaborto de militar dentro de los centros de asistencia familiar
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VERBANIA.- En el centro de asistencia familiar de Verbania, una arbolada ciudad sobre las orillas del Lago Mayor, en el norte de Italia, los empleados no solo asesoran a las mujeres sobre los requisitos para acceder al aborto, sino que también les entregan los folletos que distribuyen los grupos antiabortistas locales.
“¿Estás embarazada?”, dice un folleto del Centro Pro-Vida ODV ETS, una agrupación local. A las mujeres que piensan que abortar es la única opción, el folleto les sugiere: “¡Comunicate con nosotros! Juntos podemos cambiar las cosas”.
Y, muy pronto, en los centros de asistencia pública no solo habrá folletería pro-vida: la ley presentada por el partido derechista de la primera ministra Giorgia Meloni y aprobada el martes por el Parlamento italiano les daría la potestad a los grupos antiaborto de militar dentro de los centros de asistencia familiar, una medida que sirve para recordarles a los conservadores que Meloni es una de ellos y que tiene enfurecida a la oposición progresista, aunque en la realidad casi no modifica nada…
Básicamente, la medida implica el restablecimiento parcial de la ley de aborto de Italia de 1978, que si bien lo legalizaba, ponía el énfasis en la prevención. Con ese objetivo, la ley autorizaba a los centros de asistencia familiar a recurrir a los voluntarios de “asociaciones protectoras de la maternidad” para ayudar a evitar que las mujeres pusieran fin a su embarazo debido a problemas económicos, sociales o familiares.
Pero la nueva legislación -y los cambios que puede alentar- confirma el dominio que tiene Meloni del mensaje político. En el plano internacional, donde el establishment diplomático la miraba con desconfianza por sus vínculos con partidos nacidos de las cenizas del fascismo, Meloni se ha ocupado de demostrar que es un socia leal y relativamente convencional, dispuesta a portarse bien en la Unión Europea (UE) y a actuar como una sólida aliada de Estados Unidos frente a la agresión rusa.
Pero los analistas políticos dicen que la agenda política interna de Meloni desde que llegó al poder, hace 18 meses, se ciñe estrictamente a sus convicciones más arraigadas -algo que complace a su base conservadora-, pero sin llegar a introducir cambios drásticos que puedan afectar su imagen internacional.
“Es sutil”, apunta Gianfranco Pasquino, profesor emérito de ciencias políticas de la Universidad de Bolonia, y agrega que Meloni busca hacer virar hacia la derecha la visión de los italianos y los europeos sin necesariamente cambiar las leyes. “Es una excelente política”, añade.
Más allá de la medida sobre el aborto, Meloni también quiere modificar la Constitución italiana para que la elección del primer ministro sea por el voto directo de los ciudadanos. Su argumento es que los gobiernos italianos serían más estables, algo a lo que también aspiran los partidos de centroizquierda. Quienes se oponen señalan que eliminaría controles y equilibrios y dejaría preparado el terreno para futuras y eventuales aventuras autocráticas.
Su partido propuso penalizar el intento de eludir la ley italiana que prohíbe la subrogación de vientres buscando madres sustitutas en países que permitan esa práctica, y su gobierno aprobó medidas antiinmigración y propuso limitar el número de estudiantes no italianos en las aulas. Y, sin embargo, Meloni aún es difícil de encasillar.
La semana pasada, la RAI -la emisora estatal, que como todos los gobiernos de turno ella se ha ocupado de copar con sus aliados políticos-, fue acusada de censurar a un escritor que planeaba leer al aire un monólogo antifascista que acusaba al gobierno de Meloni de intentar reescribir la historia. Meloni cuestionó la denuncia de censura, al argumentar que el escritor simplemente había pedido demasiado dinero por su intervención. Y, a continuación, en una jugada que confundió a sus detractores, publicó el monólogo completo en sus redes sociales.
Rumbo diferente
En cuanto al tema del aborto, el partido de Meloni, Hermanos de Italia, incluye a políticos que han propuesto otorgarles derechos legales a los embriones. Pero en ese caso Meloni también optó por un rumbo diferente.
En una entrevista con The New York Times poco antes de su elección en 2022, Meloni dijo tener “una visión profunda” del tema porque su madre estuvo a punto de abortarla cuando su padre las abandonó, y agregó que no tenía intención de derogar el derecho al aborto, pero que quería asegurarse de que las mujeres que consideraban abortar tuvieran opciones. La ley de 1978 estipula que las mujeres reciban “toda la ayuda necesaria” para evitar el procedimiento.
“Quiero que se aplique en su totalidad”, dijo Meloni, en referencia a la ley original. “Hay una parte de la ley del aborto que trata sobre prevención, y esa parte nunca se aplicó”, destacó la premier, y dijo que su esperanza era “hacer todo lo que pueda para ayudar a una mujer que piensa que el aborto es su único camino”.
Sin embargo, hasta algunos de los que comparten sus objetivos tienen dudas sobre la utilidad de la ley aprobada el martes.
“Mi impresión es que no sirve de mucho”, dice Laura Cristofari, rodeada de cunas, juguetes, cochecitos de bebé en la sede del Centro Pro-Vida ODV ETS en Verbania. Su agrupación, señala, ya tenía un espacio dentro del hospital local donde se practican los abortos, donde los militantes pro-vida podían reunirse con mujeres que estaban evaluando interrumpir su embarazo.
Jacopo Coghe, presidente de Pro-Vida y Familia, dice que si bien lo pone contento que el gobierno haya reconfirmado el derecho de los grupos antiaborto a ser una de las partes involucradas en el diálogo con las mujeres que contemplaban practicarse un aborto, aclara que su grupo no tiene planeado ingresar a los centros de asistencia familiar. Para Coghe, es más importante centrarse en reclamar avances de políticas públicas, como hacer campaña para exigir que la mujer que quiera abortar escuche los latidos del corazón del feto antes de proceder.
Algunos defensores del derecho al aborto también dicen que los efectos de la ley serán casi nulos. Mirella Parachini, ginecóloga y militante proaborto de larga data, dice que la medida es “una proclama que no cambia nada”, que solo sirve para “hacer flamear una bandera ideológica frente a la tribuna”.
De hecho, con las elecciones para el Parlamento Europeo en ciernes, hasta algunos pro-vida creen que la nueva ley impulsada por Meloni tiene menos que ver con los derechos de las mujeres que con la política electoral.
“Con tal de conseguir votos, presenta propuestas que no tienen pies ni cabeza”, afirma Renata Natili Micheli, presidenta del Centro Femenino Italiano, una agrupación católica. Según ella, la medida será la chispa que hará estallar “un polvorín ideológico”.
Elisabetta Povoledo y Jason Horowitz
Traducción de Jaime Arrambide
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