La mujer más poderosa del Opus Dei: "Para afirmarnos en la Iglesia no necesitamos llegar a ser sacerdotisas"
ROMA.- "Para afirmarnos en la Iglesia no necesitamos llegar a ser diaconisas o sacerdotisas". Isabel Sánchez, la mujer más poderosa del Opus Dei, no tiene dudas. Para ella la batalla principal que la mujer debe librar hoy no es la de "clericalizarse" –como pretenden grupos en Estados Unidos y Alemania– sino la de "convencerse ella misma del valor que tiene de por sí, tener esa autoestima por lo que ella es". "Para una cristiana, lo fundamental es convencerse de que como cristianos tenemos mucho que hacer, comprometiéndonos con nuestro tiempo, amando este mundo apasionadamente y fecundándolo con los valores del Evangelio", asegura, en una entrevista con LA NACIÓN en una oficina del Opus al lado de la espléndida Piazza Farnese, en el centro histórico de Roma.
Nacida en Murcia en 1969 en una familia que jamás perteneció al Opus Dei, después de licenciarse en Derecho se trasladó hace 28 años a Roma para estudiar Filosofía y Teología. En 1995 comenzó a trabajar en las oficinas centrales del Opus Dei–institución católica conservadora que cuenta con 90.000 miembros en los cinco continentes, más del 50% mujeres– y desde 2010 dirige el consejo de mujeres que asesora al prelado. "Mi trabajo es eso, asesorar al prelado del Opus Dei, sea cual sea, ahora con don Fernando Ocáriz, asesorarlo en todos los temas, específicamente más de mujer, pero no solo, también de estrategia, a qué países podemos ir, cuáles son las iniciativas que se pueden promover, qué necesidades hay en los diferentes países", explica. "Tengo capacidad decisional, de gobierno, que él quiere compartir con laicos, hombres y mujeres y tengo toda esa visión universal porque se trabaja en más de 70 países", agrega Sánchez, que es numeraria, como el 30% de los miembros de la también llamada "Obra", que son laicos que viven el celibato (no se casan).
Aunque algunos acusan al Opus Dei de machista porque muchas veces hace recaer las labores domésticas en manos de mujeres y porque aunque participan en el proceso de selección no votan al prelado, para Sánchez no es tan así. "En realidad, condicionas muchísimo al seleccionar los candidatos y llegas a elegir prácticamente al prelado. No sé si hay otra asociación en la Iglesia que tenga algo por el estilo: San José María (Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei, canonizado en 2002 por san Juan Pablo II) fue muy avanzado", afirma.
Sánchez destaca, por otro lado, que desde 1930, cuando Escrivá de Balaguer empezó a trabajar con mujeres, las hizo pioneras de muchísimas iniciativas que antes habían hecho solo hombres. "Él siempre tuvo a las mujeres liderando en proyectos innovadores. Y así ha pasado desde 1930 hasta ahora, centenares de mujeres liderando en el gobierno, poniendo colegios, universidades, hospitales. Ahora, sí se le da una grandísima importancia al cuidado de las personas, nuestro carisma es que el Opus Dei es familia y efectivamente se asegura que siempre los centros de la obra, que son poquísimos en comparación a lo que es la labor del Opus Dei, estamos hablando de un millar, si pueden sean atendidos por mujeres que lideran esa labor de cuidado. Son mujeres que la lideran para ser íconos para los demás, que intentan hacer que ese modo de cuidar luego se lleve a todo tipo de profesiones", añade.
Sánchez lamenta el hecho de que todos somos pecadores a la hora de hablar del trato muchas veces terrible que han sufrido las mujeres en el seno de la Iglesia Católica, organización dominada por hombres. Mujeres "invisibles", que muchas veces fueron víctimas de abuso, esclavas sexuales, sirvientas de obispos y cardenales e incluso obligadas a abortar en ciertos casos, tal como denunció la historiadora católica Lucetta Scaraffia, que en marzo del año pasado renunció a su cargo de directora del mensual femenino de l’Osservatore Romano.
"Es que somos pecadores, somos vulnerables, fallidos, falibles. La Iglesia está hecha por hombres y me refiero a humanos, contiene el pecado. Ahora, esto no significa que la Iglesia desde siempre no ha intentado defender la igualdad del hombre y la mujer, la dignidad de todos. Luego no sabemos encarnar esto y fallamos en el camino. Pero la Iglesia esos valores los tiene que hacer brillar y yo creo que estamos en un momento en el que los laicos tienen que hacer eso, tienen que hacer luz sobre las injusticias, ahí donde estemos y empezando por uno mismo", asegura Sánchez, que profundizó este concepto con ejemplos concretos en su primer libro, "Mujeres brújula", que será presentado en un evento online de Planeta el próximo 1 de octubre a las 18 de la Argentina.
Para ella el papa Francisco ya ha hecho mucho para promover a las mujeres en la Iglesia. "Aunque tiene que seguir ayudándonos a entender mejor que tenemos que desclericalizar a la mujer. Que para afirmarnos en la Iglesia no necesitamos llegar a ser diaconisas o sacerdotisas. El camino es que la mujer va a hacer un servicio a la Iglesia allí donde está: si sabe llevar los valores del Evangelio, si sabe hacer brillar la misericordia, la ternura, el cuidado, con coraje. Para enfrentar las injusticias como lo hace la mujer se necesita mucha valentía y mucha fuerza. Y lo que veo bueno de Francisco es que eso lo valora".
Sánchez aplaude el movimiento femenino #MeToo, surgido hace tres años para denunciar abusos sexuales, acosos, agresiones antes calladas por miedo y sumisión a los hombres. "Pienso que cualquier lucha contra la injusticia es loable. Veo que no debería ser sólo un movimiento feminista, me parece que los hombres igual pueden sufrir abusos. Estamos teniendo una lacra en la sociedad que tiene que ser denunciada. Me parece bien luchar contra la injusticia, cada uno como pueda...Pero en ámbito laboral es también problemas de hombres y creo que debemos ponernos a trabajar juntos", opina.
Aunque hay quienes creen que al Opus no se lleva bien con Francisco, un papa reformista, Sánchez matiza. "Estamos pegados a Pedro, sea quien sea, poniendo toda nuestra cabeza y corazón para estudiar la teología, pero mucha libertad a lo que es la adhesión personal a la figura humana que sea. Habrá gente entusiasmada y cómoda y feliz con Francisco, sus escritos, sus intervenciones. Y otra gente, quizás, a la que le gustaba otro tipo de papa, sea Benedicto, sea Juan Pablo II, sea quien sea. Creo que hay de todo en cuanto a esa empatía con la persona, pero me parece muy unánime la adhesión al papa en sí, a lo que representa para un católico".
Ante la última tormenta estallada en el Vaticano con la defenestración del cardenal italiano Angelo Becciu, que fue uno de los hombres más poderosos de la curia y por ello se consideraba intocable, que el jueves pasado fue obligado por el Papa a renunciar de su cargo de prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos y a sus derechos cardenalicios, por malversación de fondos, Sánchez es diplomática.
"No tengo ningún dato. Pero ante hechos como este la mejor respuesta es la oración: por el Papa, que tiene que tomar medidas fuertes, por quien las sufre y por todos los cristianos, para que no olvidemos que la sustancia de la Iglesia y el fundamento de nuestra fe es Jesucristo, no las actuaciones de humanos, que siempre podemos fallar. Rezo para que todo esto contribuya a restaurar y hacer más bello el rostro de la Iglesia".
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