La mitad de los adultos ya se vacunaron en EE.UU., que empieza a inmunizar a todos los mayores de 16
Las autoridades federales apuntan ahora a reducir la resistencia de alrededor del 30% de la población que por el momento prefiere mantenerse fuera de la campaña de inmunización
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WASHINGTON.- Estados Unidos ya logró vacunar contra el coronavirus con al menos una dosis de una vacuna a más de la mitad de la población adulta del país, y desde hoy todas las personas mayores de 16 años quedaron habilitadas para inocularse, dos nuevos hitos en la campaña de vacunación que avanza a paso firme, sin pausa para doblegar la pandemia del coronavirus.
Desde hoy, todos los adultos del país podrán solicitar un turno para vacunarse en cualquiera de los estados del país, o podrán ir en busca de una vacuna sin una cita a alguno de los 16.000 lugares habilitados para recibir la inyección. El gobierno federal espera terminar esta semana con su revisión sobre los casos de trombosis atípica que desarrollaron seis mujeres que recibieron la vacuna de Johnson & Johnson, y podría volver a habilitar su distribución.
“Si tiene 16 años o más, es su turno de recibir su vacuna, sin importar donde vive”, dijo Andy Slavit, principal asesor de la Casa Blanca en la respuesta a la pandemia. “Nunca ha sido tan fácil recibir una vacuna”, insistió Slavit.
Mientras Europa y América Latina –la Argentina incluida– avanzan con dificultad y a una velocidad menor de lo deseado con su vacunación, y los países más pobres apenas tienen dosis, Estados Unidos ya ha vacunado con al menos una dosis a más de 130 millones de personas, y avanza a un promedio de tres millones de dosis por día. El 50,4% de la población adulta del país ya recibió una inyección, y un tercio ya está totalmente vacunado.
El presidente Joe Biden se encamina a cumplir con su promesa de administrar 200 millones de dosis en sus primeros 100 días de gobierno. Biden y su equipo heredaron de la administración de Donald Trump dos vacunas aprobadas, la de Pfizer y BioNTech, y la de Moderna, además de otras en camino gracias a la Operación Warp Speed, que realizó una inversión inédita de alrededor de 13.000 millones de dólares para alcanzar lo más rápido posible la inmunidad de rebaño contra el nuevo patógeno. Pero el nuevo gobierno debió arrancar prácticamente de cero con la distribución de los viales, que al principio fue frustrantemente lento, pero ahora ya ha alcanzado su velocidad crucero. Trump había anticipado en septiembre del año anterior que Estados Unidos tendría suficientes vacunas para todos los adultos en abril de este año.
La Casa Blanca, el Pentágono, las agencias federales como FEMA, que se encarga de los desastres naturales, los gobiernos estatales y locales desplegaron una muy amplia cadena de distribución que llevó las vacunas a hospitales, farmacias, estadios, centros de convenciones, vacunatorios móviles, gimnasios y supermercados de todo el país.
“Todos queremos normalidad. La autopista a esa normalidad es la vacunación”, dijo el doctor Anthony Fauci, asesor de la Casa Blanca y el principal epidemiólogo del gobierno federal.
Las autoridades federales quieren acelerar al máximo posible la vacunación a sabiendas de que Estados Unidos, al igual que otros países, está montado en una carrera entre las vacunas y las nuevas variantes del virus, más contagiosas que la cepa original. De hecho, pese al avance de la vacunación, los contagios han crecido en las últimas semanas, y el promedio móvil ha subido desde unos 55.000 casos diarios a mediados de marzo a casi 70.000 en los últimos días. Las muertes, sin embargo, continúan bajando.
Una de las trabas que comienzan a ver las autoridades para el avance de la inmunización es la resistencia de un porcentaje significativo de la población a vacunarse. La última encuesta del Centro Pew reveló que un 30% de los norteamericanos prefiere por el momento desistir de vacunarse, una proporción más baja que a mediados del año anterior, cuando llegó a casi el 50%, pero aún lo suficientemente alta como para estirar la pandemia y convertirse en el principal obstáculo para el regreso a la normalidad.
Las principales razones para rechazar las vacunas entre quienes por ahora prefieren mantenerse fuera de la campaña son su preocupación por los efectos secundarios, la velocidad a la cual las vacunas fueron desarrolladas y aprobadas las vacunas, o un deseo de esperar para tener más información sobre su eficacia, según el sondeo del Centro Pew. Otros motivos son la desconfianza en el sistema de salud, o simplemente que creen no necesitarla, o que en general no se vacunan.
Tal como ha ocurrido con otros aspectos vinculados a la pandemia, como las restricciones a la actividad o el uso de barbijo, la vacuna genera fuertes diferencias entre demócratas y republicanos. Las diferencias partidistas, que durante mucho tiempo han caracterizado las opiniones sobre el brote, se observan cada vez más en la intención de la vacuna. Mientras que un 83% de los de demócratas planea recibir o ya ha recibido una vacuna contra el coronavirus, solo poco más de la mitad de los republicanos, el 56%, se anota en ese grupo. Esa brecha es más amplia ahora que en 2020.
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