La misión de Francisco: desmitificar el papado
ROMA.- Prefiere identificarse como "Bergoglio" cuando habla con los amigos, parece reticente a llamarse a sí mismo papa y decidió vivir en el hotel de Santa Marta en lugar del suntuoso departamento papal en el Palacio Apostólico.
Parece como si el papa Francisco se negara un poco a su nueva condición de líder de 1200 millones de católicos del mundo. O tal vez esté simplemente cambiando la idea popular de lo que significa ser pontífice al mantener el estilo sencillo que tenía cuando era arzobispo de Buenos Aires, de una forma tal que podría representar amplias repercusiones para la Iglesia.
El mundo ya vio cómo Francisco se deshizo de muchas de las trampas del papado: se niega a vestir la capa roja que Benedicto XVI utilizaba para las ocasiones oficiales y lleva el sencillo crucifico de metal plateado que usaba como obispo.
Ayer, su convicción de que el trabajo del papa es servir a los más humildes se puso de manifiesto cuando lavó los pies de una docena de jóvenes en un centro de detención en Roma. Otros pontífices limpiaron, en algunas ocasiones, lo pies de sacerdotes para marcar el ritual del Jueves Santo. La tradición indica que en ese día Cristo lavó los pies de sus discípulos antes de su crucifixión.
Acciones como éstas, a pesar de que él sólo lleva poco más dos semanas de papado, son un aparente esfuerzo de Francisco por desmitificar el cargo de sumo pontífice.
A diferencia de sus antecesores, no firma "papa Francisco'' al final de la correspondencia oficial, y sólo escribe "Francisco".
Para los más cercanos sigue siendo Jorge Mario Bergoglio, y esta semana la radio estatal de Italia trasmitió un mensaje de voz que dejó a un amigo para desearle feliz cumpleaños. "Es Bergoglio", dice el Papa en el mensaje.
Incluso en su primer día, Francisco no se reconoció como papa.
Al hablar ante la logia de la basílica de San Pedro después de ser elegido el 13 de marzo, Francisco dijo a las decenas de miles de personas reunidas ahí que la tarea de los cardenales en el cónclave fue "dar un obispo a Roma". Un obispo de Roma es el título que más ha dicho desde entonces, no vicario de Cristo o alguno de los otros títulos oficiales.
"Parte de esto es sólo su personalidad, a él nunca le han gustado la pompa y circunstancia'', dijo John Allen Jr., un columnista del National Catholic Reporter.
De hecho, el ex cardenal Jorge Mario Bergoglio nunca vivió en la mansión eclesiástica donde se quedaba el papa Juan Pablo II cuando estaba de visita, prefiriendo siempre sencillas habitaciones en un edificio del centro. Él mismo cocinaba sus alimentos y se trasladaba en ómnibus.
"Para tener una visión más simple, menos grandiosa del papado, [Francisco] parece estar diciendo: «Quiero poder relacionarme con ustedes desde otro nivel»", dijo Anton Vrame, de la Arquidiócesis Ortodoxa Griega en Estados Unidos.
Sus gestos y sus elecciones son, claramente, una señal de su personalidad y de la sencillez por la que se conoce a los jesuitas, agregó.
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