La millonaria pérdida para el Vaticano por la venta de un edificio en Londres en el centro de un escándalo
Cedió el “palazzo” de Sloane Avenue por 186 millones de esterlinas pese a haberlo adquirido por más de 300 millones, en una inversión turbia que dio lugar a un juicio por corrupción sin precedente
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ROMA.- El Vaticano anunció hoy que, después de meses de tratativas marcadas por procedimientos transparentes, finalmente vendió el edificio de Londres que desató un escándalo mayúsculo y dio lugar a un juicio por corrupción aún en curso bajo la cúpula de San Pedro, un proceso nunca antes visto, que puso en el banquillo a un otrora poderoso cardenal.
“En día pasados la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) ultimó la venta a Bain Capital del edificio de la Avenida Sloane 60 de Londres, con una recaudación de 186 millones de libras esterlinas (225,9 millones de dólares)”, indicó el APSA en un comunicado que evitó recordar que ese mismo “palazzo”, donde solía estar la famosa tienda Harrod’s, había sido comprado por la Secretaría de Estado en una operación secreta que resultó un desastre, por más de 300 millones de libras esterlinas, es decir, mucho más dinero.
La Secretaría para la Economía, es decir, el superministerio de Economía creado por el papa Francisco, que dirige el jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves, “siguió todo el procedimiento en sus varias fases”, también aseguró el comunicado del APSA, que subrayó que las “pérdidas implícitas” en la operación afectaron a las reservas de la Secretaría de Estado y “de ningún modo el Óbolo de San Pedro”, el fondo de donaciones que fieles de todo el mundo le hacen al Papa y que sirven para asistir a los más necesitados.
“Para garantizar la transparencia y la independencia del proceso de evaluación”, también subrayó el APSA, la Santa Sede fue asistida por el broker inmobiliario Savills, que seleccionó al cabo de un concurso puesto en marcha en eneero de 2021, bajo la vigilancia de expertos. “En septiembre de 2012 el APSA recibió un una primera ronda de 16 ofertas, objeto de dos negociaciones en los meses siguientes, luego hubo una segunda ronda de tres ofertas, también objeto de oportunos controles; y la operación culminó en los meses pasados con la selección del comprador y, finalmente con el acto de compra-venta”, concluyó.
La trama de corrupción
El edificio de Londres, que será recordado como el del escándalo, fue vendido por voluntad del papa Francisco, que desde que fue electo apuntó a la transparencia y a la limpieza de las finanzas vaticanas. El edificio se encuentra al centro del juicio en curso en el que uno de los acusados es el cardenal Angelo Becciu, defenestrado por Francisco en septiembre de 2020.
Becciu, que durante 8 años fue sustituto de la Secretaría de Estado, es decir, el número tres del Papa, conservó el titulo cardenalicio, pero por voluntad de Francisco se vio obligado a renunciar a todos los derechos implícitos, entre los cuales, la posibilidad de participar del cónclave para elegir a un nuevo jefe de la Iglesia.
En uno de los mayores escándalos financieros que salpicó el Vaticano en tiempos recientes, la adquisición del edificio de Londres con fondos reservados de la Secretaría de Estado y del Óbolo de San Pedro, se remonta a a junio de 2013 y febrero de 2014, con el papa Francisco recién electo. Según pudo leerse en el sumario del juicio en curso, entonces, siendo monseñor sustituto Becciu (heredado de Benedicto XVI), Raffaele Mincione (también imputado) -y presentado en el Vaticano por Enrico Crasso (también en el banquillo)-, a través de complicadísimas operaciones financieras –que pocos entendían en el Vaticano-, le “vendió” a la Secretaría de Estado la inversión –que resultó totalmente fallida- de parte de un edificio en Londres, no sólo a un precio desproporcionado, sino que además, con una deuda.
Según los fiscales del Vaticano, la gendarmería había advertido a la Secretaría de Estado que Mincione no era confiable. Cuando el prelado venezolano Edgar Peña Parra sucedió a Becciu en el cargo de sustituto, en octubre de 2018, se desayunó con el agujero negro provocado por la inversión de Londres, que intentó arreglar. En este marco, dada la complejidad de la operación, fue estafado y extorsionado por Mincione y Torzi, que le pidieron comisiones millonarias para arreglar la intrincada situación. Entonces su superior directo, el cardenal Pietro Parolin, número dos del Papa, sin darse cuenta de la entidad del fraude, firmó documentos que avalaban esas operaciones.
Como si se tratara de un thriller, en mayo de 2020, el cardenal Becciu –entonces titular de la Congregación para las Causas de los Santos-, pese a que ya había una investigación en curso, intentó “desviarla”. De hecho, habría tratado de readquirir el edificio de Londres por más de 300 millones de libras esterlinas, a través de un exparlamentario de Forza Italia (el partido de Berlusconi), Giancarlo Innocenzi, un diplomático italiano, Giovanni Castellaneta y Marco Simeon, personaje turbio de la época del cardenal Tarcisio Bertone.
Los magistrados del Vaticano también acusan a Becciu -que siempre se declaró inocente- de abuso de poder y de haber intentado hacer que se retractara monseñor Alberto Perlasca, durante años jefe de la oficina de administración de la Secretaría de Estado y maxi testigo en el juicio en curso.
Para evitar escándalos como el de Londres, que convulsionó al Vaticano en los últimos años, en diciembre de 2020 Francisco, en una drástica medida que revolucionó a la curia romana, decidió despojar de dinero a la Secretaría de Estado, pasándole al APSA la gestión de las inversiones financieras e inmobiliarias, así como del Óbolo de San Pedro.
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