La mesa de negociación, la fórmula para frenar a Kim Jong-un
Los expertos no cuestionan que la presión económica deba continuar sobre Pyongyang, pero coinciden en que la vía diplomática debería volver a ganar fuerza
El escenario
Pekín.- La dinámica del conflicto norcoreano durante la última década se ha convertido en una liturgia: Pyongyang efectúa una prueba nuclear o de misiles balísticos, la comunidad internacional se indigna, la ONU aprueba sanciones económicas contra el régimen y éste responde con ensayos cada vez más recurrentes y con avances notables. Este círculo vicioso y la nula capacidad de disuadir a Corea del Norte han llevado a Trump a asegurar que "hablar no es la respuesta", pero numerosos expertos defienden justamente lo contrario: descartando un conflicto armado, que sería catastrófico, la única opción pasa por dialogar con Kim Jong-un.
La primera pregunta es por qué las siete rondas de sanciones económicas contra Corea del Norte no han surtido efecto. La respuesta es que no son lo suficientemente duras como para amenazar directamente la estabilidad del régimen norcoreano. "El país ha puesto muchísimo esfuerzo y recursos en su programa nuclear. Es muy improbable que ahora lo abandone simplemente por unas medidas que le duelen, pero no lo matan", asegura Cheng Xiaohe, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Renmin.
"Las sanciones deberían ser algo similar a un embargo económico completo que cortara la línea de vida del país con el exterior. Cualquier cosa que no sea esto no forzará a Corea del Norte a reconsiderar la opción nuclear", dice Zhao Tong, analista del Programa de Política Nuclear del centro Carnegie-Tsinghua, en Pekín.
El problema de realizar un movimiento de este calibre es que, en las circunstancias actuales, no lograría el consenso del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia y, especialmente, China no están dispuestas a llegar tan lejos por los riesgos que conllevaría para ambos países desestabilizar a Corea del Norte.
Hasta Estados Unidos ha asegurado públicamente que derrocar al régimen es una opción demasiado arriesgada.
Nadie cuestiona que la presión económica deba continuar, pero los analistas coinciden en que la vía diplomática debería ganar fuerza.
"Estados Unidos tiene que reanudar el diálogo bilateral con Corea del Norte. Si, como dicen, quieren resolver los problemas de seguridad, necesitan hablar con Pyongyang, con el fin de trabajar hacia soluciones pacíficas", sostiene Dean J. Ouellette, profesor de la Universidad de Kyungnam, en Seúl.
"Hay que llevar como sea a Corea del Norte a la mesa de negociación. Todos sabemos lo que se le pedirá, pero ¿qué se le ofrecerá a cambio de abandonar su programa nuclear? Esto ni siquiera ha sido planteado y es algo esencial para un país que dice temer por su supervivencia", se pregunta Cheng.
El problema es que, históricamente, los compromisos adoptados por Corea del Norte en este ámbito han terminado en papel mojado. En anteriores procesos de negociación, en los noventa del siglo pasado y la primera década de éste, Pyongyang no ha respetado los plazos acordados para desmantelar sus instalaciones nucleares y ha expulsado a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica que supervisaban los avances.
"Tenemos experiencia en negociaciones con Corea del Norte y siempre han incumplido con sus obligaciones. ¿Cómo se puede dialogar así? Siempre han utilizado tácticas engañosas", defiende Ko Yunju, subdirector del Departamento de Asuntos norcoreanos de la cancillería de Corea del Sur.
Kim no titubea a la hora de avanzar con su programa nuclear, que trata de impulsar simultáneamente con el desarrollo económico del país. "Es un enfoque distinto al de sus predecesores. Kim Jong-un es más agresivo."
Para Zhao, el problema radica en la enorme falta de confianza entre Corea del Norte y las otras partes, China incluida, que tras apoyar las sanciones contra el régimen ha sido blanco de los reproches de la propaganda norcoreana.
Y considera muy improbable que a corto plazo se consiga desnuclearizar el país: "Las responsabilidades de ambos lados (Corea del Norte y Estados Unidos) son asimétricas. La americana se basa en un compromiso político, el de no amenazar a Corea del Norte y normalizar las relaciones, del que podría echarse para atrás muy fácilmente. Para Pyongyang, en cambio, renunciar a su programa nuclear implica un cambio sustancial de sus capacidades materiales, que en gran medida es irreversible o muy difícil de revertir. Es muy difícil para Kim confiar en un acuerdo de este tipo".
Por ahora, sugiere, "habría que comenzar con algo más sencillo, más práctico, como un acuerdo que congele la escalada", con el objetivo de construir una relación de confianza entre ambos países.
A partir de ahí, y a largo plazo, abordar asuntos más radicales que ahora se antojan irrenunciables. Entretanto, dice Zhao, y a pesar de que nadie lo reconocerá de forma oficial, "tendremos que convivir con una Corea del Norte con capacidad nuclear".
© El País, SL
Condena enérgica y pedido de mesura
La prueba nuclear de Pyongyang provocó la reacción del mundo
- Emmanuel Macron
Presidente de Francia
"Exhorto a los miembros del Consejo de Seguridad a reaccionar rápidamente tras esta nueva violación por Corea del Norte del derecho internacional"
- Theresa May
Primera ministra de Gran Bretaña
"[La prueba nuclear norcoreana] es una inaceptable amenaza contra la comunidad internacional"
- Vladimir Putin
Presidente de Rusia
"La comunidad internacional no debe ceder a las emociones y debe adoptar un enfoque razonable y equilibrado"
- Antonio Guterres
Secretario general de la ONU
"Este acto socava los esfuerzos internacionales de no proliferación y desarme; es desestabilizador para la seguridad regional"
- Xi Jinping
Presidente de china
"Hay que dejar de emprender acciones erróneas que empeoran la situación y amenazan la paz global"
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