La mayor fábrica de mosquitos anti-dengue del mundo está en América Latina: cómo trabaja y los planes para la Argentina
En una moderna instalación los Aedes aegypti son infectados con una bacteria que impide la transmisión de enfermedades virales como el dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla; en localidades colombianas hiperendémicas lograron reducir a cero el número de casos
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Con la invasión de mosquitos que vive por estos días la ciudad de Buenos Aires y alrededores pareciera una teoría conspirativa recordar que en Medellín, Colombia, funciona la mayor fábrica de mosquitos del mundo que puede liberar hasta 40 millones de insectos por semana, y mucho más si se agrega que se construyó gracias a los aportes de tres entidades internacionales incluida la Fundación Bill y Melinda Gates.
Pero lo cierto es que tanto las autoridades como la población local están sumamente entusiasmados con la experiencia.
En una entrevista con LA NACION, el investigador principal del proyecto realizado en Colombia por la Universidad de Antioquia junto al World Mosquito Program, Iván Darío Vélez, doctor en enfermedades infecciosas, afirmó que “en tres años logramos reducir en un 95% la incidencia de casos de dengue en las ciudades de Medellín, Bello e Itagüí, donde viven 3,5 millones de habitantes y donde liberamos nuestros mosquitos”. El doctor Vélez contó también que fue invitado en noviembre pasado por la Fundación Mundo Sano que está en diálogo con las nuevas autoridades de Salud de la Argentina con miras a implementar esta medida de control en el país.
La experiencia iniciada en 1980 en Australia por el científico Scott O’Neill, fundador del World Mosquito Program, consistió en introducir mediante agujas microscópicas en mosquitos del tipo Aedes aegypti -que transmiten dengue, Zika, chikungunya y fiebre amarilla- una bacteria llamada Wolbachia, que se encuentra de manera natural en un 60% de los insectos del planeta, y que impide la transmisión de enfermedades virales.
La primera liberación de esos mosquitos con Wolbachia fue en las ciudades de Cairns y Townsville en el norte de Australia y posteriormente en Vietnam en 2013, y observaron que esos mosquitos no le transmitían el virus del dengue a las personas picadas. Fue así como ese mismo año O’Neill se contactó con el doctor Vélez en Medellín, especializado en dengue, y le propuso observar cómo funcionaba su experiencia en un territorio diferente, a 1800 metros sobre el nivel del mar.
“En Colombia seleccionamos para la prueba piloto el barrio París, en las afueras de Medellín, un sector que tenía hiperendemia de dengue y condiciones socioeconómicas muy difíciles en terrenos tomados. Pero hicimos una encuesta entre la población y hubo un apoyo masivo al experimento por el prestigio que tiene la Universidad de Antioquia. Además sabíamos que si la experiencia no funcionaba, como era un barrio apartado, fácilmente podíamos eliminar toda la población de mosquitos con insecticida”, comentó el especialista.
Así fue como en 2015 los expertos recorrieron las calles de ese barrio, una vez por semana durante cinco meses y liberaron mosquitos con Wolbachia. Esta experiencia demostró que aun a esta altura sobre el nivel del mar la bacteria permanece en generaciones sucesivas dentro de los mosquitos e impide la transmisión de los virus. “Hoy estamos en cero casos de dengue en un barrio como París que por años fue hiperendémico”, afirmó Vélez.
Como la transmisión del dengue es urbana, la tarea de liberación de esos mosquitos se realiza hoy únicamente en ciudades donde haya dengue. Los especialistas dividen el diagrama urbano en cuadrados de 50 metros por 50 metros, y en cada uno de esos puntos liberan unos 130 mosquitos adultos, machos y hembras, por semana.
Tras el resultado exitoso, y con el respaldo de la Organización Panamericana de la Salud, los investigadores del proyecto obtuvieron un apoyo financiero de 15 millones de dólares repartido en tercios por la Fundación Bill y Melinda Gates, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), y la fundación británica Wellcome Trust. Así se construyó en 2017 en Medellín la que es hoy la fábrica de mosquitos Aedes más grande del mundo, una instalación de 1300 m2 capaz de producir hasta 40 millones de mosquitos por semana. Sus insectos son exportados desde Colombia a varios países.
Vélez se refirió también a los métodos habituales de prevenir el dengue -fumigaciones, destrucción de criaderos en charcos y a nivel doméstico- que se aplican en la Argentina y otros países. “Si bien son métodos efectivos para controlar la epidemia, no sirven para erradicar el virus porque al año siguiente están con el mismo problema, altas poblaciones de mosquitos que transmiten los virus. En el caso de nuestros mosquitos, se ha comprobado que se mantiene la bacteria Wolbachia en las generaciones sucesivas, impidiendo la transmisión de los virus durante décadas.”, señaló.
Vélez mencionó como ejemplo de los resultados que se obtienen con los métodos tradicionales el caso de Singapur. Se trata de una pequeña ciudad-estado, conocida por su pulcritud extrema, donde hay multas muy severas para las viviendas particulares donde las autoridades detecten algún criadero de mosquitos. “Y sin embargo tienen epidemias de dengue porque las medidas tradicionales funcionan solo en el corto plazo y no son suficientes”, señaló.
Además de los mosquitos con Wolbachia, en el mundo hay varias experiencias con insectos. Por ejemplo la empresa británica Oxitec produce diferentes tipos de mosquitos transgénicos, que se aparean con los mosquitos silvestres y no tienen descendencia fértil, también trabajan en mosquitos que no pueden volar, u otros de de corta vida, que mueren jóvenes antes de estar en condiciones de picar. Hace dos años los reguladores estadounidenses dieron luz verde a Oxitec para liberar más de 2 millones de mosquitos genéticamente modificados en Florida y California para frenar la transmisión enfermedades.
De todas maneras, Vélez advirtió: “El problema de esos insectos es el mismo del insecticida. Efectivamente se logra reducir la población, pero a los pocos meses, por una cuestión de equilibrio ecológico de la naturaleza, la reproducción se dispara y vuelve a haber una alta población de mosquitos. Se trata de medidas temporales y muy costosas. En el caso del barrio París, hoy, nueve años después de la ultima liberación, el 100% de los mosquitos del barrio tienen Wolbachia y no transmiten enfermedades”.
El World Mosquito Program funciona actualmente en Colombia, México, Honduras, Brasil y El Salvador. Brasil es de hecho el país con mayor número de casos de dengue en el mundo, tres millones al año.
En cuanto a la posibilidad de traer a la Argentina su experiencia, Vélez contó que la fundación Mundo Sano está en contacto con las nuevas autoridades de Salud y en caso de una respuesta positiva el programa se haría directamente con el World Mosquito Program. En una visita a Buenos Aires en noviembre pasado, el experto junto a especialistas locales detectó que la localidad de San Isidro, en el conurbano norte, podría ser un buen lugar para una experiencia piloto y ver cómo se desarrolla la experiencia con la importación de mosquitos Wolbachia.
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