La masacre de Las Vegas: el “lobo solitario” que desató el infierno en una noche de música country
El 1° de octubre de 2017, un hombre disparó sin parar desde la habitación de un hotel y mató a 58 personas; el recuerdo de quienes vivieron el horror
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A menudo se encienden en Estados Unidos los debates sobre la tenencia de armas. Y si bien es una discusión que está siempre presente en el país norteamericano, hay ciertos eventos dramáticos que abren nuevamente esa puerta. Cuatro años atrás, cuando la nación sufría el tiroteo más terrible de su historia moderna, la revista Time invitaba a la sociedad a replantearse la posesión de armamento en manos de civiles.
Este evento era ni más ni menos que el tiroteo de Las Vegas. El 1° de octubre de 2017 un hombre llamado Stephen Paddock disparó desde su habitación del hotel Mandalay Bay: mató a 58 personas en el acto e hirió a un total de 850.
El objetivo del atacante era el Festival de la Cosecha de la Ruta 91, un concierto de música country, donde unas 22.000 personas disfrutaban del sonido local, con alrededor de un 60% de asistentes californianos.
Era el turno del artista Jason Aldean cuando Paddock observaba la escena desde el piso 32 del hotel, que se ubicaba a tan solo a 360 metros del South Las Vegas Boulevard, el predio en donde miles de espectadores disfrutaban del festival.
Cerca de las 22:08, el lobo solitario de 64 años abrió fuego y disparó con un rifle automático durante 10 minutos sin parar: generó una masacre en el concierto, donde ya no se escuchaba la música sino que solo se oían gritos de desesperación y estruendos.
Según testimonios posteriores de algunos sobrevivientes, en un principio pensaron que se trataba de fuegos artificiales que por error estaban impactando entre el público, pero más tarde se dieron cuenta de que no era así.
Además, los informes de la policía establecieron que, entre los heridos, 413 sufrieron heridas de bala o de metralla y otros se accidentaron al salir del festival.
Un lobo solitario indescifrable
Cuando los oficiales descubrieron de dónde venían los disparos, se dirigieron rápidamente a la habitación donde Paddock se alojaba, pero justo antes de que irrumpieran en el cuarto, el hombre se suicidó. Alrededor suyo había un arsenal de 32 armas de fuego.
El hombre, de 64 años, era un contador jubilado del servicio postal y de los bienes raíces, que había tenido éxito en sus años como profesional y últimamente se dedicaba a las apuestas por altos montos en el casino. Sin embargo, no se registraron antecedentes penales, por lo que su actuación aquella noche del 1° de octubre fue realmente llamativa.
Si bien en un principio se creyó que operó en complicidad con una mujer de 62 años, más tarde esto se descartó y solo se comprobó que se trataba de una exnovia del atacante.
Por todo esto, la policía definió que Paddock actuó solo, aunque tras el tiroteo el grupo terrorista Estado Islámico se adjudicó la responsabilidad del ataque, como suele hacer cada vez que se da un evento con este tipo de trascendencia, y alegó que el hombre se había convertido al Islam varios meses atrás. Otra cuestión que no se pudo comprobar.
El agresor no tenía antecedentes penales pero su padre sí. Eric Paddock, su hermano, declaró después que su papá Benjamin tuvo en el pasado pedido de captura por parte de la policía porque se había escapado de la cárcel en 1969 tras robar bancos. Cuando lo buscaban, el señor era descrito como “psicópata”.
“Es como si un asteroide hubiera caído encima de nuestra familia”, manifestó Eric, quien negó cualquier fanatismo político o religioso de su hermano.
Lo llamativo también es que Paddock vivía en una comunidad de jubilados en Mesquite, a 1300 kilómetros de Las Vegas, y aparentemente era una zona muy tranquila y libre de delincuencia. Cuando la policía revisó su casa, no encontró nada sospechoso más que otras armas y municiones, que en EE.UU. no llaman demasiado la atención.
El día después
Este es el primer aniversario del tiroteo de Las Vegas que no tiene a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Luego de aquella noche de octubre, el exmandatario había tuiteado: “Mis más calurosas condolencias y afectos a las víctimas y familias (afectadas) del terrible tiroteo en Las Vegas. ¡Que Dios los bendiga!”.
Ahora, a cuatro años de aquel trágico evento, los diferentes medios locales anuncian homenajes y actividades para recordar a las víctimas, que incluyen: murales, esculturas, ceremonias, vigilias y hasta una maratón.
En una entrevista con Chronicle Online, Jill Winter, una de las sobrevivientes que acompaña a los afectados y los ayuda a sanar, manifestó: “Hay mucha gente que todavía está luchando. Hay 22.000 de nosotros que estuvimos allí. Eso ni siquiera incluye a otras personas que se vieron afectadas... socorristas, empleados del hospital, ciudadanos promedio que conducían por el Strip. Toda esa gente y todas esas historias diferentes”.
Para el año que viene, el quinto aniversario, planean levantar un nuevo monumento en el predio del festival. MGM Resorts International, propietario del hotel Mandalay Bay, donde el atacante se había alojado durante varios días para perpetrar el tiroteo, donó casi una hectárea para su construcción.
A su vez, según informaron los medios norteamericanos, la empresa que también era propietaria del área del concierto está terminando de pagar 800 millones de dólares a quienes exigieron una compensación por la terrible tragedia.
La misma sobreviviente que ahora ayuda a otros afectados, concluyó: “Hay tanta gente que piensa que deberíamos superarlo. Esto no es algo que puedas superar. Nos ha cambiado para siempre”.
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