La madre argentina de Santiago Peña cuenta el camino su hijo hasta convertirse en presidente electo de Paraguay
La mamá de quien será el nuevo mandatario paraguayo recibió a LA NACION en su casa en Asunción y contó la historia de su hijo hasta ganar las elecciones del domingo
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ASUNCIÓN.– Ana María Palacios abre la puerta de su casa con una sonrisa que la delata. Y no es para menos, su hijo, Santiago -“Santi”, como le dice ella”- Peña acaba de ser elegido como el nuevo presidente de Paraguay.
Amable, franca y abierta a cualquier pregunta, Ana, a la que todos conocen como “Pastita”, recibe a LA NACION en el living de su casa en Asunción. En las paredes no hay un sólo lugar para otro cuadro; es fanática del arte, dice con su marcado acento argentino, que no perdió en absoluto después de 47 años. Las fotografías de sus tres hijos -Manuel, Francisco y Santiago- y de sus 10 nietos también son protagonistas en la sala. Marcos de todo tipo y tamaño muestran a un Santiago bebé, unas vacaciones en la playa y los retratos típicos de cualquier familia.
“Somos muy unidos”, afirma Ana. De hecho, pronto debe salir a un almuerzo familiar en la casa de su hijo mayor, Manuel. Para el encuentro, en el que se celebrarán aniversarios, visitas del exterior y, por supuesto, el triunfo de “Santi”, preparó un rogel, su “caballito de batalla”, que en la década del 70, cuando vendía postres en Buenos Aires, le ganó una artículo en la revista Gente.
Cuándo LA NACION le preguntó cómo una argentina terminó con un hijo presidente en otro país, Ana dice que ni ella sabe. “Todo es muy nuevo para nosotros”, confiesa, y aclara que aunque es sobrina nieta de Alfredo Palacios, no viene de una familia de tradición política.
Ana nació en Buenos Aires y fue al antiguo colegio La Asunción –hoy San Martín de Tours–, y cuando se separaron sus padres, la cambiaron a La Santa Unión.
De soltera, cuenta, trabajó en la embajada de Chile y fue instrumentadora en el Hospital de Niños, aunque dejó de ir porque la experiencia le resultaba demasiado dura.
Su conexión con Paraguay, sin embargo, empezó con una historia de amor. El que hoy es su marido, José María Peña, que es oriundo de Asunción, fue pupilo al Colegio Hermanos Maristas de Luján. El padre de José era exalumno de la institución y decidió enviar a su hijo de 12 años a continuar con la tradición familiar en Buenos Aires.
Se conocieron a través del padre de Ana, que trabajaba con José María en la licorería Casa Padilla. “Un día fui a visitar a papá al trabajo y me dice: ‘Vení que te presento al paraguayo’”.
Desde entonces, jamás se separaron. En 1971 se casaron y un año más tarde tuvieron a su primer hijo; tres años después al segundo. Los dos nacieron en el Sanatorio Otamendi.
En 1976, por una “seductora oportunidad laboral” que le ofrecieron a Peña padre, quien para ese entonces era licenciado en Economía y trabajaba en una compañía italiana, y en un contexto de inestabilidad económica, la familia se mudó a Asunción.
El plan original era permanecer cinco años hasta que “la Argentina levantara vuelo”. Pero los años transcurrieron y la familia Peña Palacios jamás regresó. “La calidad de vida en Paraguay para criar chicos chiquitos es excepcional”, dice Ana, que tuvo a su hijo menor, el futuro presidente, en Asunción. Sin embargo, aclara que ella es muy patriótica, que quiere mucho a la Argentina y que le da mucha pena lo que está pasando en el país.
Tanto es así que sus dos hijos más grandes fueron pupilos al Colegio San Jorge en Quilmes. “Eran tremendos, se portaban pésimo”, recuerda entre risas, pero “Santi” no, “era estudioso y buenísimo”, y fue al colegio en Asunción.
Sin embargo, seis meses antes de que el menor de los Peña terminara sus estudios, la familia recibió una noticia inesperada: “Leti, que en ese entonces era la chica con la que salía Santi a los 17 años, quedó embarazada”.
“Al principio fue un shock”, reconoce. “La mamá de Leti lo echó de la casa cuando se enteró”, algo que el propio Peña reveló recientemente en una entrevista con La Nación de Paraguay.
Un año y medio más tarde, Peña y Leticia “Leti” Ocampo contrajeron matrimonio. “A mí me parecía un disparate que se casaran con 19 años, pero le dije a Santi, si es una decisión de los dos, ¡allá vamos!”. Hoy ya llevan 26 años de casados.
Con el apoyo emocional y financiero de las dos familias -el suegro les alquiló el primer departamento- las cosas pronto comenzaron a encaminarse. Peña postergó sus estudios en el exterior y se licenció en Economía en la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. Luego se mudó junto a su flamante esposa y el pequeño Gonzalo a Nueva York, en donde el futuro presidente paraguayo completó una maestría en Administración Pública en la prestigiosa Universidad de Columbia, entre visita y visita de su madre.
Volvieron por unos años a Asunción en donde se desempeñó entre 2000 y 2009 como funcionario del Banco Central del Paraguay (BCP). Más tarde, la familia Peña Ocampo, que ya contaba con un nuevo inetgrante, la hija menor Constanza, se mudó a Washington porque al joven economista le habían ofrecido un puesto de trabajo en el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el Departamento de África.
“Esa experiencia lo impactó mucho. Al trabajar con África vio lo que es la verdadera pobreza y la necesidad de la gente. Y eso hizo que le dieran ganas de volver al país para hacerlo 10 veces mejor”, cuenta Ana.
Estando en Washington, le ofrecieron un cargo en el Directorio del Banco Central del Paraguay. Y desde que regresó, todo fue una vorágine. Ana jamás se olvidará el día que lo hicieron ministro de Hacienda.
“Santi estaba manejando a Punta del Este para sus vacaciones cuando recibió un llamado en el que le dijeron que el presidente Horacio Cartes quería verlo al día siguiente en su despacho. A lo que Santi contestó que no era posible, que iban a tener que reagendar para más adelante porque estaba llegando a Uruguay”, reconstruye Ana de lo que después le contaron. “Cuando llegó a Punta del Este no dijo nada”, sigue.
“Pero al día siguiente estábamos en la playa y mis nietos, los más grandes, lo empiezan a gastar. Le decían ‘ministro, ministro‘”, rememora Ana. Y fue ahí que se enteraron de la noticia: Cartes lo había apuntado como su ministro de Hacienda. A los pocos días toda la familia regresó a Asunción para el nombramiento de Peña.
Ana habla sin tapujos sobre el expresidente paraguayo, que recientemente fue señalado como “significativamente corrupto” y sancionado económicamente por el Departamento de Estado de Estados Unidos, y sobre otros asuntos espinosos. Por ejemplo, se refiere a la polémica que se generó cuando en 2016 Peña abandonó el Partido Liberal para afiliarse al coloradismo.
“Santi nunca participó de ninguna reunión del Partido Liberal, se afilió de chico a pedido de un amigo de rugby cuyo padre era senador y después se olvidó. Y cuando lo llama el presidente Cartes para que se afilie, Santi le dijo que estaba comprometido con su proyecto y que la cuestión de la afiliación no era importante para él, que no iba a cambiar su carácter, su forma de pensar, ni su filosofía política”, cuenta.
También lanza un mensaje contundente contra quienes dicen que Peña “es el títere de Cartes”.
“Cuando Santi fue ministro de Hacienda, Cartes nunca le dijo ‘tenés que hacer tal cosa’. Todo lo contrario, le dijo: ‘Santi, yo pensé que te iba a poder enseñar muchas cosas y vos sos el que me estás enseñando a mí’”.
Campañas extenuantes
Ana dice que ya sobrevivieron a dos campañas muy extenuantes. En la primera, en la que la familia estuvo mucho más involucrada, Peña, que entonces era un outsider, perdió en las internas del Partido Colorado contra Mario Abdo Benítez, a quien Ana se contuvo de criticar porque reconoce “que no quiere a su hijo”. De hecho, el presidente saliente ha denostado públicamente y en numerosas ocasiones al que será su sucesor.
Y la segunda campaña, que fue la que finalmente lo llevó a la presidencia, no sin piedras en el camino. “Hurgaron todo lo que pudieron, pero no le encontraron ni una multa [a Peña] y por eso pasaron a Cartes”, agrega Ana, que ayer después de mucho tiempo durmió tranquila.
El camino ha sido intenso y muy sacrificado, “con muchas ausencias de Santi en los eventos familiares”. Pero esto recién empieza. ¿Y cómo se preparan para eso? No lo saben, “esto es algo desconocido para nosotros, un paso a la vez supongo”, dice.
Por su parte, José María Peña, el padre de Santiago, que se sumó en algún momento a la charla, sólo le pidió una cosa a su hijo después del triunfo: “Que seas el mismo de siempre”.
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