La jugada del presidente surcoreano pone a prueba a Joe Biden y una alianza clave para EE.UU. en Asia
El gobierno del mandatario demócrata siempre ponderó a Seúl como un modelo de democracia y fomentó los lazos militares, confiando en que el país sería un baluarte de resistencia contra China, Rusia y Corea del Norte
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NUEVA YORK.- Durante varias décadas, Corea del Sur fue uno de los más importante aliados de Estados Unidos en el continente asiático, y no solo porque en ese país hay estacionadas casi 30.000 tropas del Ejército norteamericano, sino porque representa un faro de democracia en medio de una región donde poderosas naciones autoritarias rivalizan con países democráticos.
Y el presidente Joe Biden ha sido especialmente enfático en este sentido con Corea del Sur, eligiéndola como la primera sede fuera de Estados Unidos para realizar su cónclave anual internacional, la Cumbre por la Democracia. En 2023, Biden fue el anfitrión del presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, en una cena de Estado en la Casa Blanca, donde el mandatario asiático cantó la canción American pie para los presentes. Biden también confió en Yoon para que le suministrara municiones a Ucrania y así defenderse de la invasión de Rusia.
Pero la declaración de Yoon de la ley marcial en su país -luego, ante las presiones, la revocó-, tras acusar al partido opositor de conspirar con Corea del Norte al intentar socavar su presidencia, la alianza de Estados Unidos con Corea del Sur enfrenta su mayor prueba de fuego en varias décadas. Y Biden, que usó el concepto de democracia versus autocracia para definir el marco de su política exterior, tendrá que tomar decisiones muy difíciles sobre la forma de manejar esta crisis, tras años de cultivar buenas relaciones con Yoon, un dirigente conservador, y de ampliar los vínculos de cooperación militar para enfrentar mejor la amenaza de China, Rusia y Corea del Norte.
La jugada de Yoon pareció tomar totalmente desprevenido al gobierno de Biden. Horas después de que Yoon hiciera su impactante anuncio, el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca publicó una escueta declaración, utilizando una abreviatura del nombre formal de Corea del Sur, la sigla en inglés ROK: “La administración está en contacto con el gobierno de la ROK y está monitoreando de cerca la situación, mientras trabaja para obtener más información sobre la situación en ese país. Estados Unidos no fue notificado de este anuncio con anticipación. Estamos seriamente preocupados por los acontecimientos”. Los funcionarios norteamericanos dicen que Biden, de visita en Angola, fue informado.
En Washington se especulaba que Yoon podría haber elegido este momento porque el gobierno de Estados Unidos está inmerso en la transición del gobierno de Biden a la segunda administración de Donald Trump, y porque Biden estaba de viaje en el extranjero. Yoon, que está en su primer mandato y que en 2022 ganó las elecciones por estrechísimo margen, tiene bajo índice de aprobación entre los surcoreanos, y su acción contra el partido de la oposición y el Parlamento parece reflejar los intentos de Trump de evitar que Biden asumiera el cargo después de ganar las elecciones de 2020.
En un evento diplomático entre Estados Unidos y Japón celebrado en Washington, Kurt Campbell, subsecretario de Estado y exasesor de Biden para Asia, dijo que “nuestra alianza con la República de Corea del Sur es férrea y la apoyamos en este momento de incertidumbre”.
Campbell agregó: “Tenemos toda la esperanza y expectativa de que cualquier disputa política interna se resuelva pacíficamente y de acuerdo con el Estado de Derecho”.
Para un presidente norteamericano que ha hecho del impulso a la democracia en todo el mundo una de sus principales prioridades de política exterior, la agitación en Corea del Sur es particularmente dolorosa, en parte debido al ascenso de fuerzas antidemocráticas dentro del propio Estados Unidos. De hecho, este año Seúl fue sede de la edición de la cumbre mundial anual sobre la democracia que Biden lanzó hace unos años.
En la ceremonia de apertura, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, elogió a Corea del Sur como modelo democrático a seguir y dijo que era justo, “y hasta un poco conmovedor”, que el país fuera el anfitrión del evento.
Corea del Sur, señaló con orgullo Blinken, “es una nación que en el transcurso de una sola generación se transformó en una de las democracias más fuertes y dinámicas y en un campeón de la democracia para todo el mundo”.
Blinken detalló las muchas amenazas que sufre actualmente el sistema democrático, pero dijo que seguía siendo “más que optimista de estar a la altura del desafío de estos tiempos”.
La declaración de la ley marcial también plantea una incógnita sobre lo que el Pentágono podría hacer con los 30.000 soldados que tiene en Corea del Sur. Las fuerzas de Estados Unidos operan bajo la órbita del Comando Indo-Pacífico y en coordinación con el Ejército surcoreano. Esos soldados están apostados en la Zona Desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur y en bases distribuidas en otras partes del territorio surcoreano. Una de las estrategias de Biden para intentar establecer una fuerza disuasoria contra China fue fortalecer las relaciones militares con sus aliados de Asia. También lanzó una nueva asociación de seguridad trilateral con Corea del Sur y Japón, y el año pasado logró reunir en Camp David a Yoon y a Fumio Kishida, entonces primer ministro de Japón, para anunciar el nuevo acuerdo, un logro importante dada la histórica enemistad entre Seúl y Tokio.
En sus comentarios, Yoon dijo que “los vínculos entre nuestros tres países, que son las democracias liberales más avanzadas de la región y las principales economías que lideran la tecnología de avanzada y la innovación científica, son más importantes que nunca”.
Esos tres países, agregó Yoon, “han proclamado que reforzarán el orden internacional basado en reglas y que desempeñarán un papel clave para mejorar la seguridad y la prosperidad regionales sobre la base de nuestros valores compartidos: la libertad, el respeto a los derechos humanos y la vigencia del Estado de Derecho”.
Edward Wong y Michael Crowley
Traducción de Jaime Arrambide
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