La izquierda de la región se ilusiona con una nueva integración regional con Lula Da Silva a la cabeza
Existe consenso de que el experimentado Lula da Silva, que encabeza las encuestas de las elecciones presidenciales de octubre, sería el líder natural del fortalecimiento de los vínculos en la región
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Si el calendario de elecciones presidenciales latinoamericanas fuera un fixture del mundial de fútbol, después de la victoria de Gustavo Petro en Colombia, y el anterior triunfo de Gabriel Boric en Chile, lo que faltaría ahora, en palabras del excanciller brasileño Celso Amorim, es la gran final. Y el resultado de esa final, que se va a jugar en Brasil el 2 de octubre (o el 30, si hay segunda vuelta), será fundamental, opinan especialistas, para determinar si los deseos de relanzar la integración regional e intentar volver a unir América Latina serán posibles.
Es consenso que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva sería el líder natural de cualquier proceso en esa dirección. Los cambios políticos en Chile y Colombia generaron expectativa y ampliaron el grupo de países que hoy integran un nuevo frente de izquierda y progresista en la región. Pero muchos creen que solamente habrá cambios en materia de integración y de volver a instalar la voz de América Latina con fuerza en foros mundiales y multilaterales -algo que Boric plantea insistentemente- si la izquierda gana, también, en Brasil.
“Brasil tiene frontera con casi todos los países y Lula tiene un liderazgo muy claro, tiene la experiencia. Es importante que surja gente nueva, que debe juntarse con los que ya tienen credibilidad propia. Tengo muchas esperanzas por el futuro de la región”, explica Amorim.
El excanciller, que vive en Río de Janeiro y viaja casi todas las semanas a San Pablo para participar de eventos de la campaña presidencial de Lula, fue el encargado de llamar a Petro para felicitarlo por su triunfo. Lula estaba en vuelo y fue Amorim quien envió al presidente electo el mensaje de que su victoria “fue muy importante para Colombia y para América Latina”.
El excanciller está lanzando en plena campaña su libro Lazos de confianza, justamente sobre las relaciones entre Brasil y sus vecinos de América del Sur. El título del libro, comentó Amorim, fue inspirado en un pensamiento que tuvo en 2009, después de una reunión con el entonces presidente colombiano, Álvaro Uribe (2002-2010). El exministro recordó que, en aquel momento, a pesar de las diferencias políticas e ideológicas, había confianza. Hoy, amplía, “tendríamos confianza y afinidad”.
Todas las miradas están puestas sobre Brasil. Los dos países donde ganó la izquierda en las últimas elecciones presidenciales fueron aliados importantes del gobierno de Jair Bolsonaro. El primer viaje al exterior del presidente brasileño, en marzo de 2019, fue a Santiago de Chile, donde fue recibido por el entonces presidente Sebastián Piñera. En octubre pasado, después de varias cancelaciones por la pandemia, el colombiano Iván Duque fue a Brasilia a reforzar el vínculo con un presidente, según dijo en entrevista al diario O Globo, “que el mundo no puede ni debe aislar”.
Duque y Bolsonaro también se reunieron en Los Ángeles, durante la Cumbre de las Américas. El otro jefe de Estado que tuvo encuentro bilateral con el brasileño fue Guillermo Lasso, de Ecuador, actualmente atravesando una grave crisis social e institucional. La elección de Petro profundizó el aislamiento regional del gobierno de Bolsonaro, que en 2020 perdió su principal aliado internacional, el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Si Bolsonaro lograra ser reelegido, algo que las últimas encuestas indican que es poco probable, su gobierno enfrentará prácticamente en soledad un escenario regional en el cual los gobiernos de la Argentina, Chile, Bolivia, México y próximamente Colombia, al frente de las iniciativas, discutirán, entre otras propuestas, cómo fortalecer la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), grupo del cual Brasil se retiró en 2020 y que actualmente preside Alberto Fernández.
Integración
Los caminos para retomar la integración ya están siendo discutidos por un grupo de expertos reunido a pedido del presidente argentino, entre los cuales se encuentra el expresidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998).
Habrá un encuentro en Buenos Aires en agosto, y, según confirmó Samper, se presentarán propuestas, con la expectativa de que dos meses después Brasil, con Lula ya electo, se una al proceso. Samper destaca algo importante de este nuevo momento regional: la necesidad de, a pesar de las afinidades que plantea Amorim, despolitizar las relaciones internacionales. El objetivo es construir políticas de Estado, que no sean derribadas por futuros gobiernos de otro color político.
En opinión de Daniella Campello, profesora de la Fundación Getúlio Vargas (FGV-EBAPE) y residente becaria del Wilson Center, “la eventual elección de Lula haría que las estrellas se alinearan de una manera que pocas veces ocurrió. Eso no quiere decir que integrarse será fácil, habrá dificultades y obstáculos, pero sería una oportunidad”. Para Campello, “sería muy importante que los países de la región estuvieran unidos para capitalizar las disputas entre Estados Unidos y China, para sacar, como región, lo mejor de ambos”.
La especialista dice haber sido siempre escéptica con relación a bloques como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), y defiende la importancia de focalizarse en la agenda económica. “Lula asumiría con una situación interna complicada, política y económica. Pero existe la expectativa de que con Lula en Brasil, América Latina vuelva a ser visible, para hablar de temas como el cambio climático o la crisis alimentaria. Tenemos que volver al mundo con nuestro soft power y el mundo nos está esperando”.
Mientras muchos se preguntan cómo sería un tercer gobierno de Lula -si más parecido al primero o al segundo-, Eduardo Viola, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getúlio Vargas e investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de San Pablo (USP), opina que “las condiciones para retomar con fuerza la integración serán desfavorables”.
“Puede haber complementación económica y esfuerzos de cooperación, pero hay obstáculos. Las sociedades están muy polarizadas, no hay consenso como hubo, por ejemplo, en la formación de la Unión Europea. Por otro lado, los países de la región están compitiendo para ver quién atrae más inversiones extranjeras, para ver quién exporta más commodities”, señala.
Viola cree que hay una fragmentación de intereses, un crecimiento del nacionalismo y un deterioro generalizado de las condiciones económicas, factores que complicarán los intentos de integración. Pero en algo concuerda con otros colegas: “Para avanzar, falta Brasil, país que debe estar al frente de cualquier proyecto por su peso decisivo en América del Sur”.
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