La inteligencia de EE.UU. advierte que los talibanes podrían aislar Kabul en 30 días y tomar el poder en 90
La inteligencia de Estados Unidos señaló que el avance de la milicia islamista en Afganistán es mucho más veloz de lo esperado
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KABUL.– Las cuentas no cierran para el gobierno afgano, que se queda sin tiempo y no sabe cómo contener el avance enemigo. Pero sí para el grupo islamista de los talibanes, que en su campaña de reconquista de Afganistán podría tomar Kabul en solo tres meses.
De acuerdo con la inteligencia estadounidense, la milicia que ya se hizo con el 65% del territorio afgano estaría a las puertas de Kabul dentro de 30 días, y la podría capturar en 90 si todo siguiera igual.
Los combatientes talibanes tomaron el control de nueve capitales de provincia en seis días, un ritmo que sorprendió a los funcionarios de Estados Unidos, cuyas tropas comenzaron a retirarse a fines de abril luego de dos décadas de continua presencia militar.
Hasta el mes pasado, las evaluaciones de los servicios de inteligencia estadounidenses advertían que el gobierno afgano podría caer en seis meses, pero los tiempos se aceleraron y la predicción se redujo a la mitad.
Un funcionario de inteligencia, que habló bajo condición de anonimato, dijo que la nueva evaluación era consecuencia de los rápidos avances que los talibanes habían estado haciendo en todo Afganistán.
“Todo se mueve en la dirección equivocada”, dijo el funcionario en declaraciones a The Washington Post. “Pero esto no es una conclusión inevitable”, añadió, ya que las fuerzas de seguridad afganas podrían revertir el impulso oponiendo más resistencia.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había dicho el martes que no lamentaba su decisión de retirar las tropas estadounidenses después de más de 20 años, tras asegurar que las fuerzas afganas superan en número a los talibanes y deben querer luchar. Pero no todos están luchando.
Estados Unidos ya retiró prácticamente todas las tropas de Afganistán, excepto las que se quedan para proteger la embajada y el aeropuerto estadounidenses en Kabul, y la misión militar finalizará el 31 de agosto.
Sus fuerzas realizaron algunos ataques aéreos, pero en general evitaron participar de los combates en tierra. En tanto, el Departamento de Estado estadounidense evalúa reducir aún más el personal de la embajada en Kabul.
Tras una misión militar occidental de dos décadas y una inversión de miles de millones de dólares en entrenamiento y refuerzo de las fuerzas de seguridad, muchos no se explican su derrumbe, huyendo de la batalla. El peso de los combates recayó en gran medida en pequeños grupos de fuerzas de élite y en la fuerza aérea afgana.
“Cientos de soldados afganos que se habían retirado cerca del aeropuerto de Kunduz, tras la caída de la ciudad en el noreste de Afganistán el pasado fin de semana, se rindieron hoy a los talibanes”, dijo el consejero provincial Amruddin Wali, confirmando la escasa resistencia de las tropas regulares.
La caída de las capitales de las provincias de Badakhshan y Baghlan en el noreste y de Farah en el oeste en los últimos dos días acrecentaron la presión sobre el gobierno para detener el avance.
En Farah, combatientes talibanes arrastraron el cuerpo ensangrentado y descalzo de un miembro de las fuerzas de seguridad por una calle gritando “¡Dios es grande!”. Los sonidos de los disparos resonaban en la calle mientras los insurgentes, armados con rifles M-16 y manejando Humvees y camionetas recorrían las calles.
“La situación está bajo control en la ciudad, nuestros muhaidines están patrullando la ciudad”, dijo un combatiente que no se identificó y se refirió a sus compañeros como “guerreros santos”.
El presidente Ashraf Ghani acudió a la provincia de Balkh, ya rodeada por territorio en poder de los talibanes, en busca de ayuda de los caudillos locales para rechazar el avance. También reemplazó al jefe del Estado Mayor del Ejército.
El éxito de la rápida ofensiva talibana le dio un carácter de urgencia a la necesidad de reanudar el estancado diálogo en Qatar, que podría terminar con los enfrentamientos y guiar al país a la formación de un gobierno interino inclusivo. Por el momento, los insurgentes se niegan a volver a la mesa de negociación.
El enviado de paz de Estados Unidos, Zalmay Khalilzad, advirtió a los talibanes esta semana que cualquier gobierno que llegue al poder por la fuerza en Afganistán no será reconocido por la comunidad internacional.
Pero la advertencia tiene sin cuidado a los talibanes, cuya lógica se mueve según su interpretación draconiana de la ley islámica de la sharia, y que ya estuvieron en el poder durante cuatro años en aislamiento social y político.
Decenas de miles de personas huyeron de sus casas en el norte del país por los combates que asolan sus localidades y aldeas. Las familias que llegaron a la capital viven en parques o en la calle con poca comida o agua, mientras los talibanes se acercan a golpear la puerta de la ciudad.
Agencias AFP, AP y ANSA
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