La India, el gigante que no se alinea y quiere ser la potencia del futuro
El acto de equilibrio de Nueva Delhi, según los expertos, responde a una histórica lucha por mantener una política exterior no alineada e independiente
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En la geopolítica global actual rige primordialmente la lógica de “el que no está con nosotros está en nuestra contra”. Basta con observar la dinámica de balance de poder establecida por las dos principales potencias que asiduamente intentan desarrollar ejes de influencia del otro lado del mundo que sirvan de contrapeso del dominio del rival. Pero la democracia más grande del planeta permanentemente sortea airosa esta dicotomía. La India se sienta en la mesa con Estados Unidos, Australia y Japón para elaborar políticas conjuntas que refuercen la seguridad en el Indo-Pacífico al mismo tiempo que acuerda con China trabajar en la cooperación espacial para formar una “constelación virtual” que permita compartir datos entre los países del Brics. Y todo eso lo hace mientras envía ayuda humanitaria a Ucrania y pide el cese inmediato de la violencia pero sin condenar ni castigar directamente a Rusia, su mayor proveedor de armas.
“La India no piensa en blanco y negro, no piensa en términos de bloques. La India es agnóstica”, explica a LA NACION Harsh V. Pant, experto en política exterior india del King’s College de Londres, a la vez que destaca que el país ha decidido recurrir a “una diplomacia muy enérgica” y “en múltiples direcciones” en los últimos años.
El acto de equilibrio de la India, según los expertos, responde a una histórica porfía por mantener una política exterior no alineada e independiente, cuyo principal objetivo es servir a la agenda interna del gobierno y promover un enfoque impulsado por el desarrollo al fomentar lazos con una gran cantidad de países que, en algunos casos, pueden ser hostiles entre sí. “Es por eso que camina de la mano de Occidente en algunos asuntos pero también busca cooperar con las potencias emergentes en otros”, indica Pant.
En un momento en el que su enorme peso diplomático, económico, y demográfico —un informe de la ONU estima que la India sobrepasará a China como el país más poblado del planeta el año que viene— le proporcionan una amplia maniobrabilidad, las posturas de Nueva Delhi en asuntos de interés internacional se observan con mayor escrutinio.
Pero para entender cuáles son las principales motivaciones y objetivos de la India es necesario hacer un breve recorrido histórico.
El origen del Movimiento de Países No Alineados
Durante los primeros años de la Guerra Fría, la India impulsó el Movimiento de Países No Alineados con el fin de resistir el debilitamiento de su soberanía; al mismo tiempo que reconstruía su economía y consolidaba su integridad, según explicó el ministro de Asuntos Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, en una conferencia magistral en 2019.
Pero a medida que el conflicto se recrudeció, la India se adentró informalmente en la órbita soviética sobre todo para contrarrestar la alianza estratégica de Estados Unidos con Pakistán, su gran adversario subcontinental. Desde la partición en 1947, ambas naciones han librado tres guerras por Cachemira, una región que sigue siendo una repetida fuente de tensión.
Acercamiento a Occidente
Desde la desintegración de la Unión Soviética, sin embargo, el trato entre la India y Estados Unidos mejoró notablemente. Éste se ha visto favorecido en gran medida por el hecho de que ambas naciones son democracias y mantienen una relación comercial estrecha. “La India es un gran ejemplo de democracia. Es muy devota, tiene diversos jefes religiosos, pero todos están cómodos con su religión. El mundo necesita a la India”, dijo George W. Bush –quien fue descrito por The New York Times como “el presidente más pro-India”– en una visita de Estado a la ciudad de Hyderabad en 2006.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la amplia contribución de la India a la Guerra contra el Terror, junto con el aumento de su economía, favorecieron las relaciones diplomáticas no solo con Estados Unidos sino con varios países de la OTAN.
Incluso en 2004, Washington firmó un acuerdo de cooperación nuclear con Nueva Delhi a pesar de que ésta no formaba parte del Tratado de No Proliferación, bajo el argumento de que su sólido historial la convertía en una excepción y dando por tierra con la condición del país próxima a la de un Estado paria.
Las conexiones continuaron floreciendo significativamente durante el mandato de Narendra Modi. El partido nacionalista hindú del primer ministro, el Partido Popular Indio (PPI), centrado en una política económica ampliamente liberal que da prioridad a la globalización y al crecimiento económico, es más favorable a acrecentar los lazos con Occidente, según escribió Antía Mato Bouzas, profesora de Política y Relaciones Internacionales en la London Metropolitan University, en un artículo del Real Instituto Elcano.
Este nuevo capítulo ha venido acompañado de un considerable aumento del comercio. En el año fiscal 2021-22, EE.UU. superó a China para convertirse en el principal socio comercial de la India. El comercio bilateral entre ambas naciones se situó en 119.420 millones de dólares, el 11,5% del comercio total de la India. Este aumento también se trasladó al comercio con la Unión Europea, que alcanzó la cifra más alta de todos los tiempos en 2021: 88.100 millones, según informó EuroNews.
China, el mayor desafío
La asociación estratégica de la India con EE.UU. y sus aliados en el Indo-Pacífico también se ha profundizado en los últimos años, teniendo en cuenta el reto de gestionar una China cada vez más asertiva. Al fin y al cabo, Pekín es el principal adversario estratégico de la India, con la que comparte una frontera de 3000 kilómetros en disputa.
Pero aunque el gobierno de Modi intenta beneficiarse de las iniciativas que contienen a China, no puede permitirse la enemistad con una superpotencia y, por tanto, está dispuesto a colaborar con ella en determinados ámbitos.
Así, la política exterior de la India se encuentra en una encrucijada: las nuevas corrientes geopolíticas, derivadas principalmente del ascenso militar y económico de China, han acercado a Nueva Delhi a Washington y sus aliados; no obstante, ésta debe atender su propia concepción de la gestión de las percepciones de las amenazas a la seguridad inherentes a su vecindad inmediata y ampliada (que incluye tanto a China como Pakistán, ambas potencias nucleares). Y es aquí donde entra Rusia.
La guerra en Ucrania
Mantener vínculos saludables con el Kremlin es una pieza importante de este rompecabezas geopolítico mayor. Moscú sigue siendo la columna vertebral del material militar indio: el mercado ruso representa más del 46% de todo el armamento que Nueva Delhi compró entre 2017 y 2021, según informó Foreign Policy.
Más aún, las empresas indias han comenzado a aumentar las compras de petróleo ruso después de que Moscú ofreciera un descuento de 35 dólares por barril. Según una estimación publicada por Reuters, la India ha comprado al menos, 40 millones de barriles desde el inicio de la invasión; más del doble de lo que compró en todo el año 2021.
Pero Occidente está dispuesto a hacer caso omiso a todo ello. “Desde la perspectiva de seguridad, la guerra en Ucrania es tan solo un pequeño contratiempo en la relación entre EE.UU. y Europa con la India; la necesitan demasiado como contrapeso regional de China”, explica Pant.
De hecho, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el jueves una enmienda legislativa que aprueba una exención específica para la India de las sanciones punitivas de la CAATSA –la ley estadounidense para contrarrestar a adversarios a través de sanciones– por su compra del sistema de defensa antimisiles S-400 a Rusia, según informó The Times of India.
La voz de los pobres
Más allá de los malabares que debe hacer el gobierno de Modi con su política exterior, lo que aún prima, según el experto, son los intereses nacionales y la estrategia mediante la cual el país afronta los principales desafíos globales contempla una forma de diplomacia en la que resulta más fácil promover determinadas inquietudes internas. “La India no está concentrada en convertirse en una superpotencia mundial. Aún es un país muy pobre. A esta altura el objetivo más importante es convertirse en una nación desarrollada. El desarrollo doméstico es lo más alto en la lista de prioridades. Y la política exterior acompaña ese fin”, destaca.
El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) de 2021 mostró que el 27,9% de la población india era multidimensionalmente pobre. El país ocupa el puesto 62 de 109 en el índice.
Es por eso que la India pretende actuar conjuntamente con otros países menos favorecidos en los principales foros internacionales para promover medidas en diversas áreas (economía, tecnología, investigación, educación, logística, defensa y cambio climático, entre otras) que tengan en cuenta sus intereses frente a los de los países ricos. De esta manera, la Administración Modi ha prestado especial atención a la Política de Vecindad Primero, un componente central en relaciones pacíficas y el codesarrollo sinérgico de colaboración con sus vecinos del sur de Asia. Pero también ha estrechado lazos con países de otras regiones. La Argentina es un ejemplo.
Según la Embajada de la India en la Argentina, las relaciones entre ambos países se elevaron al nivel de Asociación Estratégica durante la visita de Estado a la India en 2019 del entonces presidente Mauricio Macri. Las relaciones multifacéticas entre los dos países se han fortalecido a lo largo de los años y abarcan la cooperación a nivel político, económico, cultural, científico y tecnológico.
Asimismo, el comercio bilateral registró un pico histórico de 5700 millones de dólares en 2021, con una tasa de crecimiento del 72 % con respecto a 2020, con 1400 millones en exportaciones de la India a la Argentina y 4300 millones en importaciones de la India desde Argentina, según datos del Indec. Así, la India se convirtió en el cuarto socio comercial en 2021.
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