La incertidumbre política en China acecha a la economía
El régimen está tan enfocado en el cambio de mando del mes próximo que no parece dispuesto a tomar medidas osadas para enfrentar la crisis
PEKÍN.- Cuando se trata de hacer frente a la desaceleración de la economía, el gobierno chino se caracterizó por tomar medidas osadas y frontales. Ante la posibilidad de un contagio de la recesión global de hace cuatro años, los planificadores políticos de Pekín implementaron una batería de medidas por 585.000 millones de dólares para vacunar al país contra la infección económica que seguía consumiendo a Estados Unidos y a Europa.
Pero hoy, aunque el coloso exportador que es China pierde fuerza y la Bolsa de Shanghai sigue deprimida, el Partido Comunista Chino (PCC) parece tan distraído en su transición política -un complejo entramado de acuerdos que se realiza cada diez años- que no parece dispuesto o en condiciones de proponer los ambiciosos cambios que, según muchos economistas, son imprescindibles para prevenir una nueva y más grave crisis en el futuro.
Aunque en los últimos meses el gobierno saliente intentó ocuparse del desacelerado crecimiento con la flexibilización de los préstamos bancarios, el aumento de las jubilaciones y la oferta de exenciones impositivas a la pequeña empresa, la falta de consenso entre los líderes económicos del gobierno desactivó una respuesta más contundente, señalan fuentes internas.
Según esas fuentes, la fórmula económica estándar de China está perdiendo fuerza: la excesiva confianza en la inversión pública y el rezago del consumo está generando fuertes desequilibrios que probablemente agraven el cuadro de situación, tal vez poco después de que la nueva generación de líderes chinos asuma el poder, a principios de 2013.
"Las decisiones que hay que tomar son duras, pero el gobierno central parece paralizado, como si estuvieran sentados sobre sus manos", dijo Ho-Fung Hung, economista político de la Universidad Hopkins, de Baltimore.
Los datos económicos son de lo más sombríos. La inversión extranjera directa cayó durante nueve de los últimos diez meses, y el producto industrial crece a su ritmo más lento de los últimos tres años.
Desde la muerte de Deng Xiaoping, el astuto líder que pasó por encima a sus opositores conservadores con la introducción de las reformas de mercado de las décadas de 1980 y 1990, el sistema político chino funciona cada vez más a través de consensos. La mesa chica, compuesta por una decena de hombres que negocian en secreto, minimiza las perspectivas de cambios económicos o políticos significativos.
El primer ministro Wen Jiabao es un abierto defensor del tipo de cambio que, según los expertos, China necesita: el fin de los monopolios estatales, el estímulo del consumo interno y una menor dependencia de la inversión en construcción y en industria pesada. Pero su próximo retiro, en marzo próximo, lo convirtió en un pato rengo.
Futuro incierto
Por supuesto que la economía de China disfruta de muchas ventas respecto de la mayoría de las otras grandes naciones industrializadas. Pero la agitación social crece -como lo demostraron los enfrentamientos de septiembre en la fábrica Foxconn, principal proveedora de Apple- y es tanta la incertidumbre acerca de la política económica y el recambio de la cúpula gobernante que nadie se anima a arriesgar predicciones sobre el futuro.
Los seguidores de Xi Jinping, que según se espera será el nuevo presidente, y de Li Keqiang, que seguramente reemplazará a Wen como premier, corrieron la voz de que el nuevo equipo planea introducir un plan de gobierno de mucho mayor alcance, ni bien los nuevos líderes hayan ocupado sus puestos.
Algunos incluso dicen que cuanto peor se pongan las cosas, mayores serán las oportunidades de los nuevos líderes de enfrentar los grandes desafíos del país, una vez que los sucesores hayan sido anunciados durante el XVIII Congreso del PCC, que se realizará el mes próximo.
Pero, hasta el momento, Xi casi no dio pistas de cuál es su postura respecto de la reforma de la economía, mientras que el historial de Li como gobernador provincial y secretario del partido sugiere que es más un tecnócrata opuesto a tomar riesgos que un reformista.
Por el momento, la segunda economía del mundo sigue a la deriva, y sus exportaciones hacia Europa y Estados Unidos decaen. Algunos economistas incluso sospechan que el índice oficial de crecimiento anual del 7,6% durante el segundo trimestre fue sobrestimado.
Sin embargo, hasta el momento Pekín se abstuvo de realizar descomunales inversiones públicas en vivienda y obras como las que lograron sostener a la economía china durante la recesión global.
En un editorial publicado este mes en el Diario del Pueblo, influyente órgano del partido, se transmitía la visión oficial que afirma que el gobierno central debe resistirse a la tentación de salir de la desaceleración con un aumento del gasto.
Los gobiernos locales, alarmados por una desaceleración que podría conducir a una explosión del desempleo o a un crecimiento lento que haría mella en sus carreras políticas, decidieron tomar el asunto en sus propias manos. En los últimos meses, algunas ciudades propusieron extravagantes proyectos de infraestructura que esperan poder financiar, en parte, gracias a la novedosa flexibilización de la política bancaria.
Aunque muchos de esos proyectos no sean más que buenas intenciones, los economistas expresaron su alarma por la posibilidad de que los municipios sigan financiando el crecimiento con endeudamiento. Liao Jinzhong, un economista de la Universidad Hunan, teme que se dedique la mayor parte del gasto de manera equivocada.
Jinzhong dijo haber dado numerosas conferencias en la escuela local del partido acerca de la peligrosa obsesión de querer aumentar las cifras de crecimiento a toda costa. El experto señaló que los funcionarios suelen felicitarlo por su franco punto de vista. "Pero después admiten que no pueden cambiar el modo en que hacen las cosas", concluyó.
Inyectan dinero a los bancos
- China empezó a aumentar sus participaciones en los grandes bancos estatales, como el Industrial and Commercial Bank of China, en un intento por impulsar la confianza en un sector golpeado por el temor a un alza en los créditos incobrables.
- En total, Central Huijin, una unidad del fondo de riqueza soberana de China, invirtió unos 470 millones de dólares en acciones de cuatro bancos.
- Los bancos chinos entregaron casi 100.000 millones de dólares en nuevos préstamos durante septiembre, una cifra inferior a las expectativas, que reforzaría los llamados para que se apliquen nuevas medidas de estímulo.
El rumbo de la economía, un misterio
Aún se desconocen las medidas del nuevo gobierno
- XI JINPING
El próximo presidente de China, que será electo el mes próximo, aún no dio pistas de cuál será su postura respecto de la reforma de la economía que necesita el país
- Peleas
Las peleas internas ante el cambio de mando y la falta de consenso entre los líderes económicos del gobierno chino retrasaron la aplicación de medidas más enérgicas contra la crisis, que siempre había tomado Pekín
- Datos sombríos
La desaceleración del crecimiento reavivó los temores sobre la capacidad del país no sólo para escapar de la crisis mundial, sino para ayudar al mundo a alejarse del fantasma de la recesión
- Inversiones
Hasta el momento, Pekín evitó realizar descomunales inversiones públicas como las que ayudaron a la economía del país durante el inicio de la depresión del 2008
Traducción de Jaime Arrambide
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