La historia detrás del beso de dos líderes comunistas inmortalizado en el muro de Berlín
El grafiti, uno de los más famosos del mundo, refleja el particular saludo entre Leonid Brezhnev y Erick Honecker, en 1979; hoy, una muestra de afecto entre dos personas del mismo sexo está prohibida en Moscú
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“Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este beso mortal”, dice en ruso y alemán bajo la icónica imagen de dos líderes comunistas que se besan de forma apasionada inmortalizada en el muro de Berlín. Las preguntas van desde si el beso en la boca entre hombres es una costumbre rusa, si este hecho realmente ocurrió, o si solo se trata de una burla sobre la entusiasmada cercanía entre ambos mandatarios.
Lo primero que hay que advertir es que si una pareja gay intentase emular hoy la escena públicamente en una calle de Moscú, terminaría en la cárcel por la ley contra la propaganda homosexual aprobada en 2013 e impulsada por Vladimir Putin, que castiga severamente las “relaciones sexuales no tradicionales”. De todos modos, la historia rusa es un constante ir y venir sobre el tema. Tras el triunfo de la revolución bolchevique, la homosexualidad fue legalizada en 1922 en la Unión Soviética. Con la llegada de Josef Stalin, nuevamente fue perseguida y prohibida en 1933 hasta que, tras la la caída de la URSS, Boris Yeltsin volvió a legalizarla 60 años más tarde, y Putin aplicó su nuevo correctivo hace ocho años.
Las idas y vueltas no son más que el reflejo de una sociedad como la rusa, que fue y sigue siendo conservadora sobre estas cuestiones.
El beso en la boca entre personas del mismo sexo, que no es una costumbre de la Rusia actual, es conocido como el “beso soviético”. Los “kremlinológos” suelen atribuir su origen al tradicional saludo del Domingo de Pascua, habitual aún hoy entre los cristianos ortodoxos, que se dan tres besos en las mejillas. Por algún motivo, los bolcheviques decidieron darle su propia impronta a ese saludo religioso y hay testimonios fotográficos de cuando en 1937 Stalin se dejó llevar por el entusiasmo entre camaradas y plantó sus frondosos bigotes sobre la boca de Ivan Spirin, un héroe de la expedición polar.
A partir de allí el líder soviético creó el hábito del efusivo “pico” como una señal de cercanía e igualdad entre camaradas, en contraste con el beso en las manos o en los pies que practicaban los nobles. Y a sus sucesores parece haberles gustado el hábito. Así es como hay varios testimonios gráficos de Nikita Khruschev, que gobernó entre 1953 y 1964, aplicando sus labios sobre camaradas amigos, como el presidente Klim Voroshilov, cuando regresaba de una visita a Estados Unidos en 1959.
Un beso para la historia
Pero el líder más famoso por sus besos fue sin dudas Leonid Brezhnev, presidente soviético entre 1966 y 1982, y no solo por la imagen que lo inmortalizó en el muro de Berlín en su cariñosa confraternización con el presidente de la Alemania Democrática en 1979, Erick Honecker. Hay varias otras fotos suyas en situaciones similares con otros camaradas.
Un chiste ruso de la época decía que tras despedir a un líder que no era de su simpatía, Brezhnev le comenta a su asistente: “Como político es malísimo... pero qué bien besa”.
Y aunque la escena retratada en el muro no tiene nada de romántico, sin dudas la historia detrás de ella revela un momento de necesidad apasionada entre los gobernantes de dos países que en 1979 vivían los estertores de su última década de vida, la República Democrática Alemana (RDA) y la URSS.
En 1968, el soviético había lanzado lo que se conoce como la Doctrina Brezhnev, el derecho a intervenir en cualquier país de Europa del Este que intentase pasar del comunismo al capitalismo. Pero en la URSS, los años setenta eran tiempos de estancamiento económico. En cambio Honecker había lanzado una serie de reformas que llevaron al país a un llamado “socialismo de consumo”, un auge modesto comparado con el desarrollo de la Alemania Occidental, pero relativamente exitoso en la órbita comunista.
En ese clima fue que se produjo en octubre de 1979 el viaje de Brezhnev a Berlín Oriental para celebrar los 30 años de la creación de la RDA, y allí ocurrió el sentido beso de ambos gobernantes.
Contrariamente a lo que se cree, el grafiti de Berlín es posterior a la caída del Muro, ya que fue realizado por el pintor ruso Dimitri Vrubel en 1990. Y tampoco la obra que se conserva hoy día es la original, que resultó vandalizada. En 2009 le pidieron entonces a Vrubel que volviera a pintar su icónica imagen con materiales más duraderos, y eso es lo que los visitantes pueden ver y fotografiar hoy.
La obra es al fin y al cabo un homenaje-castigo para Honecker, que en 1961, como secretario del Comité Central, fue el responsable de la planificación y ejecución de ese muro de la vergüenza. Su condena fue quedar inmortalizado para siempre en la pared que él mandó construir y que costó 200 vidas y dejó un número similar de heridos entre la gente que intentó cruzarlo.
Cuando en octubre de 1989, Mikhail Gorbachov llegó a Berlín, esta vez por el 40 aniversario de la creación de la RDA, ya no eran tiempos de andar besándose con Honecker. Afuera del Palacio de Gobierno de Berlín donde se reunían los dos líderes llegaron a congregarse unos 10.000 manifestantes opositores que gritaban “Nosotros ya no tenemos miedo. Ustedes, sí”. El encuentro fue apenas un mes antes de la caída del Muro, y tanto los comunistas alemanes como los soviéticos veían con temor lo que se avecinaba... y el miedo, nunca se llevó bien con el amor y los besos.
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