La historia del Versailles, el restaurante en Miami que es el epicentro de las protestas cubanas en EE.UU.
El emblemático sitio se convirtió en lugar de concentración obligado para los exiliados en cada manifestación por la crisis de la isla
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MIAMI.- Afuera del restaurante Versailles, en la calle Ocho, cerca de la Pequeña Habana de Miami, se han reunido miles de manifestantes en las últimas dos semanas para ondear banderas rojas, blancas y azules (cubanas y estadounidenses) bajo la lluvia torrencial y la humedad sofocante.
Frente al autoproclamado “restaurante cubano más famoso del mundo”, exiliados cubanos y cubano-estadounidenses muestran su apoyo a los cubanos de la isla que denunciaron al gobierno comunista y protestan por la escasez de alimentos y medicinas en lo que ha sido el mayor movimiento de masas sucedido en décadas.
Cantan “Patria y vida” y golpean cacerolas mientras los autos atascados en el tráfico tocan la bocina en señal de apoyo. Todo el alboroto se escucha dentro del restaurante.
Desde hace 50 años, Versailles es un punto de referencia de la comunidad y ha atraído marchas, protestas y celebraciones de los principales acontecimientos cubano-estadounidenses durante décadas. Las multitudes no son nada nuevo. Los manifestantes han repuesto desde hace mucho tiempo su energía con café cubano y pastelitos de guayaba y queso de la ventanita de servicio del restaurante.
Las protestas recientes en Cuba renovaron las esperanzas de la caída del comunismo en ese país y despiertan el apremio de las multitudes que se reúnen afuera del Versailles.
“Abarrotan nuestro estacionamiento y todas las cuadras a la redonda”, señaló Felipe Valls hijo, propietario de Versailles y La Carreta, una cadena local de restaurantes cubanos. “Para nosotros, en cuanto a las ventas, nos afecta en gran medida con ventas negativas, pero lo hacemos con gusto porque estamos orgullosos de ser el centro de todas las cosas de Cuba”.
Inaugurado en 1971 por el padre de Valls, Felipe Valls, Versailles fue diseñado por un familiar del rapero cubano-estadounidense Pitbull y recibió el nombre del palacio en Francia debido a su decoración rococó de candelabros y espejos dorados.
Cuando las manifestaciones de los años 80 y 90 congregaron a multitudes de más de 100.000 manifestantes en la Calle Ocho y la Pequeña Habana para luchar por los derechos humanos en Cuba, Versailles fue un lugar de encuentro.
Miles de personas acudido al Versailles, mientras golpean sus ollas y sartenes con cucharas y celebran acontecimientos como la victoria de los Marlins de Florida en la Serie Mundial de 1997 y la muerte de Fidel Castro en 2016. Las multitudes se reunieron aquí durante la batalla por la custodia de Elián González, quien fue encontrado frente a la costa de Florida en 1999, y cuando el expresidente Barack Obama se movilizó para restaurar las relaciones plenas entre Estados Unidos y Cuba.
Así que, cuando las protestas anticomunistas estallaron en La Habana y en otros lugares a mediados de julio, Versailles fue el lugar lógico para apoyar las marchas en Estados Unidos.
“Sabías dónde iba a celebrar todo el mundo y es aquí”, comentó Sophia Pardo, de 24 años, nacida en Estados Unidos de padres cubanos y quien creció yendo al Versailles.
“Es la sensación de estar en casa: sabes que vas a encontrar gente afín”, dijo su hermana, Natalie, de 30 años. “Es un lugar para reunirse, para bien o para mal”.
Versailles está cerca de varias ciudades del condado de Miami-Dade con grandes poblaciones cubanas como Hialeah, Westchester y Coral Gables.
“Uno de los atractivos del Versailles es que a pesar de que la gente está protestando por temas serios (como los derechos humanos en Cuba, abusos y democracia) también hay un sentido de celebración”, dijo Darío Moreno, profesor adjunto de Política y Relaciones Internacionales en el Instituto de Investigación Cubana de la Universidad Internacional de Florida.
No obstante, señaló, “somos seres humanos, somos criaturas sociales, así que tener gente que comparte nuestras creencias políticas o la misma causa, ya sea el Heat de Miami o la democracia en Cuba, te atrae”.
Muchas veces, el Versailles es el primer lugar donde los cubanos comen con sus familias cuando acaban de llegar. Luwiz Leiva, de 48 años, conoció el restaurante en 2003, poco después de llegar a Estados Unidos desde Cuba.
“El cubano va donde están los cubanos”, afirmó.
Campañas electorales
El restaurante también se convirtió en una parada importante durante las campañas electorales de los políticos locales y nacionales. Esas visitas políticas comenzaron en julio de 1977, solo unos años después de la apertura del restaurante, cuando el exgobernador de Florida Bob Graham, un demócrata, estaba compitiendo por el cargo. Se había comprometido a trabajar una jornada en 100 puestos de trabajo distintos durante la campaña, y uno de los oficios que desempeñó fue ser ayudante de camarero en el Versailles. Graham llenó los vasos de agua y limpió las mesas.
“¿Sirves a la derecha o a la izquierda?”, le preguntó a un ayudante de camarero llamado Ramón Pérez, según The Miami News. “No hay ninguna diferencia”, respondió Pérez.
El Versailles sirvió de centro de operaciones para los primeros políticos cubano-estadounidenses que se postularon a la Comisión Municipal de Miami, como Armando Lacasa, dijo Moreno. Maurice Ferré, un líder político de origen puertorriqueño que fue el primer alcalde latino de Miami, también frecuentaba el restaurante.
Varios candidatos presidenciales han pasado por ahí y se sentaron a tomar sus tacitas de café. Se dice que el expresidente Donald Trump dejó una propina de 83 dólares por café y pasteles.
“No tomamos partido”, señaló Valls. “Todos los representantes de todos los partidos políticos son bienvenidos aquí para hacer sus declaraciones”.
Muchos de los manifestantes que acuden al Versailles son cubanos blancos y conservadores. Aunque Trump perdió el condado de Miami-Dade, tanto en 2016 como en 2020, sigue siendo una figura importante para quienes se reunieron en las recientes protestas. Algunos usaban gorras rojas con la consigna “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”, mientras vitoreaban y ondeaban banderas con la cara de Trump. Otros sostenían una pancarta insistiendo en que Trump ganó las elecciones y gritaban: “La verdadera libertad comienza aquí, en Estados Unidos de América”. Los Proud Boys, una organización vinculada a la supremacía blanca, también tuvo presencia en la Calle Ocho, dirigida por Enrique Tarrio, líder del grupo que se identifica como afrocubano.
Los manifestantes estaban en el Versailles durante un evento de Fox News organizado por Sean Hannity. Asistieron los políticos republicanos, el senador Marco Rubio, la diputada María Elvira Salazar, ambos hijos de padres cubanos, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
Racismo cubano
Debido a la reputación del restaurante como lugar de encuentro de los cubanos, los periodistas suelen acudir allí para tomar el pulso de los asuntos cubano-estadounidenses. En consecuencia, las opiniones de algunos afrocubanos pueden quedar subrepresentadas.
“Todavía no lo sienten como su espacio a pesar de que hay más gente con diversidad política que está protestando”, dijo Danielle Clealand, profesora adjunta y politóloga de la Universidad de Texas en Austin. “Históricamente, los cubanos negros han sido invisibles en Miami. En cuanto a las protestas cubanas, todavía es considerado por muchos como un espacio antinegro”.
Leilani Bruce, de 27 años, quien creció en el sur de Florida y es cubana y jamaiquina, dijo que nunca ha ido al restaurante a protestar, especialmente después de que fue testigo del racismo de los cubanos conservadores durante las protestas del movimiento Black Lives Matter.
“Siempre lo he visto como un lugar donde los cubanos de extrema derecha van a expresar sus opiniones”, dijo Bruce, fundadora de Candela, un club de lectura sobre los temas raciales en Cuba.
Pero, en última instancia, también hay menos afrocubanos en el Versailles porque las oleadas de inmigración cubana trajeron a más personas blancas a establecerse en Miami, dijo Monika Gosin, profesora asociada y directora del programa de Estudios Latinoamericanos en la universidad William & Mary en Virginia.
Sin embargo, la demografía de las protestas en el Versailles está empezando a cambiar. Los abuelos y las abuelas están siendo superados en número por los clientes del exilio cubano de mediana edad, así como los hijos y nietos nacidos en Estados Unidos.
“Este es el lugar que se siente uno que está en Cuba”, dijo Martha Álvarez, de 80 años, quien estaba con los manifestantes al otro lado de la calle del Versailles, sosteniendo un contenedor de sobras. Ella trajo a su hija de 34 años para apoyar al restaurante durante las protestas. “Estoy muy orgullosa, hay tanta juventud”.
Magín Pérez Ortiz, de 60 años, un artista afrocubano, dijo que, aunque la clientela del restaurante refleja la larga historia de Cuba con la raza y la inmigración, eso no lo disuade.
“No es la política del restaurante”, concluyó. “Es una división que se ha ido estableciendo a través de la historia”.
The New York Times
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