La historia del cura hincha de Racing que espera al Papa en Mozambique
ROMA.- El Papaparte mañana hacia Mozambique, país que Juan Gabriel Arias, sacerdote misionero porteño, de 50 años, conoce muy bien. "La Argentina es el lugar donde nací, pero Mozambique es el país que elegí como propio. ¿Por qué? Porque me enamoré del país y de la gente. Cuando vine por primera vez, en 2000, la experiencia me quemó la cabeza. La gente es mucho más pobre y necesitada, y todavía hay lugares donde no saben de Jesús. Para mí, trabajar como cura en Mozambique es como para un jugador de fútbol jugar el Mundial: es lo máximo", dijo Arias a LA NACION, en una entrevista realizada hace unas semanas en Roma, donde pasó unos días de vacaciones en los que por supuesto estuvo con Francisco.
Apasionado de la misión "ad gentes", es decir, hacia los lugares donde no hay Iglesia, Arias también es un hincha fanático de Racing, club del que también es dirigente. Orgulloso, lleva tatuada en su brazo derecho una imagen de Jesús junto al escudo de la Academia y, como ya había sido "cura villero" en Barracas, pintó de celeste y blanco -los colores de su club, pero también de la Virgen-, la iglesia de Mangunze, la pequeña localidad de Mozambique donde es párroco desde 2014.
Enclavada en una zona rural, Mangunze queda a 240 kilómetros de Maputo, la capital del país y a 35 kilómetros de Xai-Xai, capital de la provincia de Gaza. Allí, todo el mundo lo conoce. Es el único cura y el único blanco de una zona muy pobre –como el resto de este país, ex colonia portuguesa del sureste de África-, donde viven 75.000 personas, "no hay electricidad, ni nada", según contó.
Juan, llamado Joao, para misionar allí aprendió no sólo portugués, sino shangana, la lengua local y está estudiando shope, "algo fundamental porque la mayoría no habla portugués". Suele estar comunicado con el mundo gracias a una antena satelital que permite la telefonía móvil, gracias a paneles solares tiene luz y suele recorrer las 45 comunidades que tiene a cargo en una camioneta 4x4 que le regaló Francisco. "Las comunidades más lejanas están a 90 kilómetros de caminos de tierra, selva y arena", cuenta, destacando, riendo, que su vida "es mucho más sencilla que cualquier Daktari o Tarzán".
Independiente desde 1975 y desgarrado por una guerra civil de 17 años que causó un millón de muertos y cientos de miles de desplazados internos, Mozambique al principio tuvo problemas con la Iglesia católica. "Era vista como colaboracionista del dominio de los portugueses y por eso después de la independencia, en dos años se fueron 1700 curas y monjas. Hubo un éxodo: muchos se fueron por propia voluntad, porque vieron que la Iglesia estaba perseguida, que no había lugar, algunos fueron echados; otros se quedaron y fueron impulsores de una nueva estructura de Iglesia, hecha desde cero con las bases del Concilio Vaticano II", contó el padre Arias.
En un país de 30 millones de habitantes en un territorio más grande que dos provincias de Buenos Aires, muy rico en recursos naturales –carbón, gas natural, petróleo, oro y diamantes-, la pobreza es extrema. "El gobierno lucha para erradicarla. Hay distintos niveles, como en todas las sociedades, pero hay gente que no tiene para comer. Cuando no llueve y hace ya cinco años que hay sequías, pasan más hambres. La salud, la educación, el trabajo, son grandes problemas, porque no hay acceso", dijo. "Entre la situación de pobreza más extrema nuestra y una situación de pobreza normal de Mozambique, la de Mozambique es muchísimo peor y mucho más desamparada que en Argentina. En Argentina siempre podés tramitar la AUH, vas a un hospital y te atienden, podés acceder a ciertos beneficios, planes, cosas. Ahí no hay nada", agregó, al señalar, por otro lado, que más de la mitad de la población de Mozambique tiene menos de 18 años.
Proyectos con el Papa y Messi
Frente a este marco, el padre Arias puso en marcha diversos proyectos sociales, con la ayuda de Francisco y de diversos amigos. Entre ellos, Jorge Arias, médico cirujano de Lanús que no es su pariente ("pero es como si fuera un hermano"), que todos los años, junto a un grupo de profesionales españoles viaja a Mangunze para atender pacientes, hacer tomografías y operar de tumores, hernias, cesáreas etc, a su gente.
También cuenta desde hace tres años con un proyecto de la Fundación Messi gracias al cual toman el desayuno antes de entrar a la escuela 15.000 chicos. "Yo tengo la logística de esto, que se hace en 40 escuelas y 3 orfanatos. Se trata de una comida nutritiva especial, por lo que si el chico toma ese alimento y en casa le dan una sopa, con eso ya tiene todo lo necesario para una buena alimentación. Este proyecto acabó con la deserción escolar, hizo aumentar el número de chicos que van a las escuelas porque quieren ir a desayunar y mejoraron las notas de los chicos porque están mejor alimentados. No hay que olvidar que muchos chicos no van a la escuela por hambre porque tienen que caminar a veces tres kilómetros", subrayó.
El Padre tiene además un proyecto para la construcción de escuelas junto a jóvenes universitarios, gracias al cual ya construyó 85 aulas, 60 en su parroquia, y para hacer escuelas de oficios para que los jóvenes aprendan carpintería, plomería, agricultura, entre otras cosas. A su vez, está luchando para hacer escuelas secundarias: "hay pocas, hay jóvenes que caminan 15 kilómetros, es decir, tres horas, en la arena, para llegar, así que para evitar eso dos chicos ahora viven conmigo".
Gracias a la Fundación Pontificia Scholas Occurrentes, un sacerdote futbolero como él, también tiene una escuelita de fútbol. "Juego porque me gusta, me hace bien y como herramienta pastoral. Es una manera de tener a los chicos y a los jóvenes en la parroquia y también motivarlos y transmitir valores a través del fútbol. También es útil por su salud y es un momento en el cual puedo darles consejos para cosas de la vida. A los más vagos les gusta el fútbol y es una manera de acercarme a los jóvenes que no vienen a la Iglesia. Si no, no tendría cercanía con ellos", explicó.
Hicimos capulanas de nuestra Parroquia, alusivas a la visita del Papa Francisco. pic.twitter.com/cqpso0nJIL&— Juan Gabriel Arias (@P_JuanGabriel) September 2, 2019
¿Cómo es un día cualquiera? "Es muy difícil, es muy cambiante, hay cosas muy distintas todos los días. No te podés aburrir, entre las cosas programadas que son muy variadas y las cosas que surgen. Por ejemplo, tengo un promedio de dos entierros por semanas, que me gusta acompañar o visito a enfermos, y hago visitas a las comunidades para celebrar misas. En las visitas a las comunidades más alejadas, me quedo dos tres días durmiendo en la casa de la gente. Tengo a mi cargo 45 capillas y celebro misa en lengua local. Trabajo mucho con los laicos, que tienen una importancia grande, con cosas inculturadas", detalló.
Francisco siempre lo apoyó en sus trabajos pastorales en tierra africana, algo que se explica por su relación "muy fuerte" con Mozambique. ¿Por qué? "En la década de 1970, el entonces obispo de Xai-Xai se enteró de que en Rosario había un Congreso Misionero y entonces pidió ayuda porque estaba solo. Y la diócesis de Buenos Aires respondió enviando primero una familia con dos hijos, luego una monja y sucesivamente sacerdotes. Bergoglio siguió con esto, de hecho me mandó a mí en el año 2000 y cuando era arzobispo hablaba de diócesis hermanas entre Buenos Aires y Xai- Xai", explicó. No es casual que ese obispo que pidió ayuda, Julio Duarte Langa, que hoy tiene 91 años, fue designado por Francisco cardenal en 2015.
El ya anciano y muy querido cardenal Duarte Langa volverá a ver a Francisco, junto a un grupo de la diócesis de Xai-Xai, el jueves en la nunciatura de Maputo. Irán también dos chicos y una mujer de la parroquia del padre Juan. Pero él se quedará en Mangunze. "Ya se lo dije al Papa que no iba a ir a Maputo y él me entendió porque es una persona muy pastoral, que siempre está al lado de los más pobres. Me entiendió perfectamente que yo quiera estar con la gente más pobre, brindarles esa posibilidad de que lo puedan ver, porque voy a poner pantallas gigantes y vamos a acompañarlo por televisión, la mayor cantidad de gente", dijo. Confesó, por otro lado, que al Papa le hubiera encantado ir visitarlo a la provincia de Gaza. Pero "entre el gobierno y los organizadores vieron que era muy complicado, por la distancia, la seguridad y la escasez de tiempo".
¿Qué impacto espera de la visita del Papa en Mozambique? "Va a ser muy fuerte para la consolidación de la paz, en la que tuvo un papel muy importante un argentino, el general Javier Pérez Aquino [que ya fue clave para el acuerdo de paz con las FARC en Colombia], para el fortalecimiento de la Iglesia católica y para la promoción de tareas sociales".
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