La guerra en Ucrania va para largo y el tiempo podría jugar a favor de Rusia: ¿está listo Occidente para ese escenario?
Hasta ahora, ni EE.UU. ni Europa han hecho los ajustes necesarios, especialmente en producción militar, que harán falta para sostener a Ucrania en un conflicto que podría prolongarse por años, según los expertos
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NUEVA YORK.- A esta altura queda claro que la guerra en Ucrania va para largo. La apuesta de Moscú, y el gran temor de Kiev, es que Occidente no aguante hasta que Rusia sufra una derrota decisiva.
Hasta ahora, esas expectativas de discordia entre los países que apoyan a Ucrania no se han cumplido. Europa ha logrado reducir su dependencia de las fuentes de energía rusas sin demasiado sufrimiento ni cataclismos políticos. Y como a pesar de las disrupciones causadas por la guerra las principales economías de Occidente de todos crecieron durante 2022, el consenso sobre seguir suministrándole armas a Ucrania se fortaleció aún más.
Sin embargo, desde la movilización masiva de reservistas que lanzó en octubre y la decisión de poner la economía del país en pie de guerra, el factor tiempo parece jugar a favor de Moscú. Hasta ahora, ni Estados Unidos ni Europa han hecho los ajustes necesarios, especialmente en producción militar, que harán falta para sostener a Ucrania en una guerra que podría prolongarse por años. Y tampoco son inmunes al daño que podrían causarles otras disrupciones en el suministro de energía.
“Todavía no estamos preparados para aceptar que una guerra clásica convencional en Europa pueda prolongarse tanto como las guerras mundiales del siglo pasado”, dice Bruno Tertrais, subdirector de la Fundación de Investigaciones de Estrategia, un grupo de expertos de París. “Aunque históricamente las sociedades europeas han mostrado una notable capacidad de resiliencia, es algo que no podemos dar por sentado”.
Los mismo puede decirse de Estados Unidos. Si bien en diciembre el Congreso saliente autorizó el desembolso de 44.900 millones de dólares de ayuda a Ucrania, que con suerte alcanzará para nueve meses, la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes garantiza que conseguir fondos para seguir ayudando a Ucrania será cada vez más complicado.
Si el factor tiempo juega a favor de Moscú, “lo que más le conviene a Occidente es multiplicar drásticamente el apoyo a Ucrania en los próximos meses, dejar de lado la excesiva cautela que caracterizó la entrega de armas hasta ahora”, dice el mariscal retirado Edward Stringer, exjefe de operaciones del Estado Mayor Conjunto del Reino Unido.
“Si seguimos suministrando ayuda con cuentagotas solamente para que Ucrania no pierda, lo único que hace Occidente es prolongar la guerra”, dice Stringer. “Nos guste o no, Moscú le arrojó el guante en la cara a Occidente. Y aunque nuestras tropas no están combatiendo en el terreno, estamos totalmente involucrados en este conflicto, y tenemos que proveer lo que haga falta para ganarlo”.
Ucrania tenía una importante industria de defensa propia, que fue diezmada por 11 meses de ataques aéreos rusos, y para su supervivencia ahora el país depende casi enteramente de las armas y municiones provistas por Occidente. Y aunque la economía rusa -de tamaño similar de la de España- es minúscula en comparación con la suma de Estados Unidos y los aliados de la OTAN, la fabricación de armas y defensas en Occidente, a diferencia de Rusia, han seguido con sus cronogramas y procedimientos de los tiempos de paz.
“En líneas generales, es obvio que Occidente eclipsa a Rusia en potencial económico y capacidad de industria de defensa, y eso puede llevarnos a creer que en una guerra prolongada Ucrania lleva las de ganar gracias al apoyo occidental”, dice Michael Kofman, director de estudios rusos del Centro de Análisis Naval, un grupo de expertos que asesora al Pentágono. “Pero ese resultado no está predeterminado. Es potencial y nada más. Además hace falta una gran fuerza de voluntad, porque las guerras son fundamentalmente una competencia de voluntades”.
Números y tropas
Moscú comenzó su invasión con tropas contratadas a tiempo completo, pero en octubre la escasez de soldados lo obligó a lanzar una leva masiva, ya que dependía exclusivamente de su abrumadora superioridad de su artillería. Y ahora que movilizó a 300.000 reservistas, el Kremlin resolvió su problema de mano de obra, pero justo cuando empieza a quedarse sin municiones y material bélico.
A largo plazo, los cálculos de tropas benefician a Moscú, ya que Rusia tiene 3,5 veces la población de Ucrania. Aunque Rusia pierda dos soldados por cada soldado ucraniano, su fuerza relativa seguiría siendo mayor. Según los funcionarios occidentales, hasta ahora las bajas de Rusia en el campo de batalla, que suman varias decenas de miles, son equiparables a las de Ucrania.
El cálculo de municiones y armamento es más complicado. El ritmo al que Ucrania gasta los proyectiles de artillería de 155 mm suministrados por Occidente duplica la velocidad a la que son fabricados por Estados Unidos y sus aliados, según analistas militares. A este ritmo, en los próximos seis meses Kiev podría comerse las reservas de Estados Unidos y Europa hasta niveles críticos.
Como ahora Rusia está totalmente enfocada en la guerra, para entonces habrá tenido tiempo de ampliar su propia producción de municiones para seguirle el ritmo al combate. Estados Unidos y sus aliados también están invirtiendo en nuevas líneas de producción de municiones, pero es poco probable que hagan diferencia hasta el próximo año, abriendo una peligrosa ventana temporal entre la potencia de fuego de Ucrania y de Rusia en la segunda mitad de 2023.
“No hay que subestimar a Rusia. Están movilizando más tropas, trabajan sin descanso para conseguir más equipos y municiones, y parecen decididos a seguir con la guerra a pesar de sus propios sufrimientos”, dice el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. “No hay indicios de que Putin haya modificado el objetivo general de su brutal guerra contra Ucrania. Así que tenemos que prepararnos para el largo plazo”.
Una lucha por la supervivencia
La movilización de reservistas ya permitió que Putin estabilizara la línea de frente y lanzara una contraofensiva alrededor de la ciudad de Bakhmut, en la región del Donetsk. Las posibilidades de un acuerdo negociado son cada vez más remotas.
“Hay que descartar cualquier posible acuerdo de paz, porque Putin ha dejado en claro repetidamente que para él, esta es una lucha por la supervivencia”, dice Ivo Daalder, exembajador de Estados Unidos ante la OTAN y director del Consejo de Asuntos Globales, un grupo de expertos de Chicago.
“Rusia está preparando a su pueblo para una guerra larga, y en mi opinión nunca va a renunciar a su ambición imperial de controlar Ucrania”. Sin un final a la vista, dice Daalder, Estados Unidos y sus aliados deberían prepararse para que esa mayoritaria parte de Ucrania que sigue controlada por el gobierno se integre ya mismo a las instituciones de Occidente, sin esperar la conclusión de la guerra.
Ucrania dice que su objetivo de guerra es expulsar a Rusia de todos los territorios conquistados el año pasado y de las áreas que Rusia se anexó en 2014, incluida Crimea. Si Ucrania recuperara apenas una parte de estas áreas, pondría en peligro el poder de Putin en su propio país.
Para Rusia, el objetivo de mínima es conquistar las partes bajo control ucraniano en las regiones de Donetsk, Lugansk, Kherson y Zaporiyia, que en octubre Putin declaró como parte de Rusia. Actualmente, casi toda la línea de frente atraviesa lo que Rusia considera su propio suelo soberano.
Los funcionarios ucranianos advierten que el objetivo de guerra inicial de Moscú -la ocupación de Kiev y de la totalidad del país- no cambió, y que Putin aprovecharía cualquier pausa en el conflicto para reagruparse y atacar de nuevo.
“Se están preparando para nuevas batallas, para nuevas operaciones ofensivas, y no para conversaciones de paz. Nada indica que Rusia esté lista para negociar”, dice el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba. “Conozco a los rusos, veo lo que está pasando. Y no hay término medio: son ellos o nosotros”.
Yaroslav Trofimov
Traducción de Jaime Arrambide
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