La guerra en Ucrania obliga a la ultraderecha europea a reubicarse
Todos buscan dar con un discurso algo más moderado para ampliar su base electoral; los más cercanos al ruso Vladimir Putin le soltaron la mano y dejaron así de lado un factor de división
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BUDAPEST.- Hasta hace un mes, la ultraderecha europea consideraba al presidente ruso, Vladimir Putin, un referente por su defensa de los valores tradicionales, su hostilidad a los derechos homosexuales y al multiculturalismo, y por el hostigamiento a los movimientos islamistas en Siria. Sin embargo, la invasión de Ucrania, país que goza de las simpatías de la mayoría de la opinión pública europea, les ha obligado a resituarse.
Ahora bien, hay alguna excepción, como el holandés Forum para la Democracia (FvD), que ha mantenido su apoyo granítico a Putin incluso después de la invasión, en línea con los sectores más trumpistas en Estados Unidos. “Excepto los que ya eran rusófobos, como los polacos, la mayoría se han alejado de Putin y han condenado la guerra. Ahora bien, de momento, no apoyan todas las medidas de los gobiernos occidentales, como el envío de armas”, explica el historiador Steven Forti, especializado en el estudio del populismo.
Cada partido está intentando buscar el grado justo de su viraje. Si es demasiado suave, se arriesgan a perder apoyo popular en favor de los partidos centristas. Pero si es demasiado brusco, podrían hacer el ridículo. Esto es lo que le pasó al italiano Matteo Salvini, líder de la Lega, que se desplazó a la frontera entre Polonia y Ucrania, y fue recibido por un alcalde que le regaló la misma camiseta con la efigie de Putin con la que él se paseaba hace unos años atrás.
“No está claro cómo les afectará la guerra a nivel electoral. Imagino que dependerá de cómo sea el contexto nacional, de cómo lo hizo el gobierno, cómo ha sido su oposición...”, sostiene Forti, que recuerda que en muchos países, como Francia, la política exterior no suele condicionar los votos.
Precisamente, el domingo las urnas evaluarán el giro de Marine Le Pen. La candidata presidencial de Reagrupación Nacional, que en 2014 recibió un crédito ruso de 9 millones de euros, condenó enseguida la agresión rusa de Ucrania, y ha intentado evitar este asunto en su campaña para centrarse en cuestiones como la inflación, el paro o de tipo identitario. De hecho, el Kremlin se dedicó durante años a estimular la emergencia de estos partidos, ya sea financiándolos o promoviéndolos en sus medios internacionales como Russia Today.
Al primer ministro húngaro, Viktor Orban, le funcionó su estrategia de una calculada ambigüedad respecto de Ucrania, y el pasado domingo logró una cómoda reelección. Presentando su postura como “neutral”, aprobó el primer paquete de sanciones contra Rusia preparado por la Unión Europea, pero se ha negado a permitir el paso por su territorio de cargamentos de armas occidentales. Para el premier húngaro, la tarea de resituarse era más fácil que para sus correligionarios, pues cuenta con un dominio casi absoluto de los medios de comunicación en Hungría.
La posición respecto de Rusia ya era un factor que dividía la ultraderecha europea incluso antes del inicio de las hostilidades en Ucrania. De hecho, en el Parlamento Europeo hay dos grupos políticos con casi idénticas posiciones ultraconservadoras en temas morales, hostiles a la inmigración y a una mayor integración europea, pero con visiones divergentes respecto de la Rusia de Putin.
La alianza Conservadores y Reformistas Europeos, que incluye a VOX y a Ley y Justicia, en el gobierno en Polonia, es de orientación atlantista, mientras que Identidad y Democracia, de Le Pen y Salvini, habían tejido una estrecha relación con Putin. No obstante, según Forti, esto podría cambiar.
“La guerra podría acabar facilitando la unificación de la extrema derecha europea, sobre todo, si aquellos partidos o movimientos que eran cercanos a Putin se alejan definitivamente de su órbita. Se desdibujaría aquello que dividió sus diversas familias”, asevera Forti.
Un escenario de futuro parecido es el que planteaban recientemente David Engels y Krzysztof Tyszka-Drozdowski, un pensador de ultraderecha francés y otro polaco, en una tribuna publicada en el semanario francés radical Valeurs Actuelles.
Según estos intelectuales, Ley y Justicia y la figura más fuerte de ultraderecha en Francia salida de las urnas, ya sea Le Pen o Eric Zemmour, deberían ser el eje de la unificación de esta familia ideológica en toda Europa. Su fórmula se basa en “una equidistancia entre Oriente y Occidente”, entre la OTAN y Rusia.
El signo de la evolución de la guerra en Ucrania y el consiguiente reposicionamiento de las principales formaciones de extrema derecha acabarán determinando la reconfiguración de este espacio político y su futura fortaleza.
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