La guerra en Ucrania le abre a Corea del Norte la oportunidad que esperaba para meterse en el escenario global
Kim Jong-un probablemente buscará en una visita a Rusia conseguir ojivas y tecnología misilística, y ya recibe la aceptación pública que siempre buscó
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SEÚL.- El inusual viaje a Rusia que emprendería este mes el líder norcoreano, Kim Jong-un, para discutir sobre la ayuda militar que puede ofrecerle su país al presidente Vladimir Putin para su guerra en Ucrania podría redituarle dos cosas que Corea del Norte anhela desde hace mucho tiempo: recibir tecnología para su programas armamentístico y convertirse finalmente en un importante e imprescindible vecino.
Corea del Norte no está acostumbrada a recibir otra atención que no sean las repetidas condenas globales por sus ensayos con misiles nucleares intercontinentales. Pero la urgencia de Rusia para conseguir nuevos triunfos de guerra le regala a Kim la oportunidad de concentrar un poco de atención geopolítica, provocar a Estados Unidos y de paso acercarse a Moscú y Pekín.
Aunque Rusia es desde hace mucho tiempo un aliado crucial para el aislado norte coreano, desde la desintegración de la Unión Soviética las relaciones entre ambos países pasaron momentos de tensión. Además, el intercambio comercial con Rusia representa muy poco parea la economía norcoreana: con China prácticamente le alcanza.
Pero ahora ambos países se están acercando, gracias a intereses y una visión de mundo compartidos.
La Casa Blanca advirtió en repetidas oportunidades que Corea del Norte estaba empezando a despachar proyectiles de artillería y cohetes a Rusia, mientras al mismo tiempo negociaba acuerdos armamentísticos con el kremlin. Y las declaraciones de funcionarios occidentales que esta semana aseguraron que pronto Kim viajará a Rusia habla del temor que sienten a una aceleración de ese acercamiento.
Por su parte, Corea del Norte enfrenta dificultades tecnológicas en su programa nuclear y misilístico, así como necesidades económicas urgentes, y en esos frentes Rusia podría se de ayuda.
“Es un escenario en la que ambas partes salen ganando”, dice Lee Byong-chul, experto norcoreano del Instituto de Estudios del Extremo Oriente de la Universidad Kyungnam, en Seúl.
Una incógnita en relación a dicho acercamiento es en qué medida la ayuda norcoreana podría facilitar el avance ruso en Ucrania, sobre todo debido a las dificultades económicas de Corea del Norte y su crónica escasez de alimentos. En las últimas semanas, Kim visitó un conjunto de fábricas de municiones y exhortó a sus autoridades a aumentar la producción, según informaron los medios estatales.
Pero Lee dice que Corea del Norte podría tener un enorme sobrante de municiones disponible, dado que no combate en una guerra desde el armisticio con Corea del Sur, en 1953. Y como su armamento se basa fundamentalmente en los sistemas armamentísticos soviéticos, las municiones norcoreanas son ampliamente compatibles con el arsenal ruso.
“La noticia es una sacudón para Estados Unidos y los países de Europa que esperan un pronto final de la guerra en Ucrania”, apunta Lee. “Las municiones norcoreanas son más leña para echar al fuego”.
Tensiones
Un acuerdo entre Corea del Norte y Rusia también podría acrecentar aún más las tensiones en la península coreana, ayudar a Corea del Norte a avanzar con su programa de armas nucleares y forzar a Corea del Sur y a Japón a reforzar su cooperación militar con Estados Unidos, dicen los analistas.
“Kim está buscando atajos tecnológicos para sus programas de satélites y misiles militares, que se vieron coartados por las sanciones económicas”, dice Leif-Eric Easley, profesor de estudios internacionales en la Universidad de Mujeres Ewha, Seúl. Easley agrega que el aumento de los intercambios militares entre Rusia y Corea del Norte “socavaría la paz y la seguridad en Europa y Asia, y expondría la decisión de Moscú y Pyongyang de permitir abiertamente las violaciones al derecho internacional que pueda hacer cualquier de ellos”.
El posible viaje de Kim a Rusia sería el primero desde que hizo una primera visita oficial a ese país, al que llegó en un tren blindado en 2019.
Desde que asumió el poder en 2011, el líder norcoreano apuntó a dos objetivos paralelos: construir un arsenal nuclear y resucitar la anquilosada economía de su país. Primero se concentró en sus programas de armas, realizando cuatro ensayos nucleares subterráneos y lanzando misiles balísticos intercontinentales. Kim intentó utilizar la creciente amenaza militar de su país como palanca para obligar a Washington a relajar las sanciones que pesan sobre la economía norcoreana.
Esa esperanza se evaporó en 2019, con el colapso de sus contactos diplomáticos con el presidente Donald Trump. Desde entonces, Kim ha intentado trazar un nuevo rumbo. Al poco tiempo, apostó a un cambio del orden mundial que denominó “neo Guerra Fría”, con el que trató de alinear aún más a su país con Pekín y Moscú y en contra del orden mundial “unipolar” dominado por Estados Unidos.
Su estrategia ya cosechó frutos y permitió que Corea del Norte lanzara impunemente una serie de misiles balísticos intercontinentales y realizara otros ensayos misilísticos, haciendo caso omiso de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Aunque para Rusia y para China históricamente Corea del Norte fue casi más un problema que una ayuda, en los últimos meses tanto el Kremlin como Pekín hicieron valer su poder de veto en el Consejo de Seguridad para bloquear las nuevas medidas contra Pyongyang impulsadas por Estados Unidos y sus aliados.
En julio, Rusia y China enviaron a Pyongyang a funcionarios de alto rango. Rusia envió al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y China a Li Hongzhong, miembro del politburó del Partido Comunista. En una escena que simboliza la profundización de los lazos entre sus países, ambos funcionarios se mostraron junto a Kim en un balcón durante un desfile militar.
El desfile era para conmemorar el 70º aniversario del final de la Guerra de Correa, celebrado en Corea del Norte como el “Día de la Victoria”. El conflicto en Corea fue la última guerra en la que esos tres países combatieron juntos contra Estados Unidos y sus aliados. Y al reunirse nuevamente con ellos, Kim intentó mostrar la intensificación de esa alianza trilateral para contrarrestar la alianza tripartita de Washington, Tokio y Seúl.
“Kim Jong-un está subiéndose al tren de la nueva Guerra Fría”, dice Sung Ki-young, analista en el Instituto para la Estrategia de Seguridad Nacional, un centro de expertos asociado al Servicio de Inteligencia Nacional de Corea del Sur. “Para él, no hay mejor manera de darse relevancia que alinearse estrechamente con Moscú”.
Según legisladores de Corea del Sur que el lunes recibieron información del Servicio de Inteligencia Nacional de su país, durante su viaje, Shoigu sugirió realizar ensayos militares conjuntos con Corea del Norte y China para contrarrestar la cooperación militar trilateral de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón en la región.
Y en agosto, Kim y Putin intercambiaron cartas donde prometían expandir la “cooperación bilateral en todos los campos” y construir “una relación estratégica duradera en conformidad con las exigencias de la nueva era”, según los medios de comunicación del Estado.
Actualmente, Moscú le rinde poco a Corea del Norte en materia de comercio o de ayuda económica: en los cinco primeros meses de este año, Corea del Norte solo importó apenas 5380 toneladas de maíz y harina de Rusia, en comparación con las 102.000 toneladas de arroz importadas de China, según economistas del gobierno surcoreano.
Pero Rusia tiene tecnologías cruciales que podrían significar un avance para los programas armamentísticos de Kim. Aunque desde 2017 Corea del Norte lanzó numerosos misiles balísticos intercontinentales, los expertos occidentales todavía dudan de que el país tenga toda la tecnología necesaria para fabricar ojivas nucleares pequeñas y livianas con alcance intercontinental.
Desde mayo de este año, Corea del Norte también intentó en dos ocasiones poner en órbita su primer satélite espía militar, pero ambas tentativas fracasaron. El país también está intentando construir su primer misil balístico submarino, y se cree que allí también se habría topado con dificultades técnicas.
“Cualquier ayuda económica será meramente simbólica”, dice Sung. “Pero Corea del Norte necesita ayuda tecnológica de Rusia, porque sus cinco grandes proyectos armamentísticos están basados en tecnología de origen ruso.”
Choe Sang-Hun
Traducción de Jaime Arrambide
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