“La Gran Renuncia”: una ola masiva de trabajadores que dejan sus empleos se está volviendo global
El fenómeno que afecta al mercado laboral es particularmente fuerte en Estados Unidos
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WASHINGTON.- El fenómeno que en Estados Unidos ha apodado “la Gran Renuncia” parece estar cobrando velocidad y alcance. En agosto, un récord de 4,3 millones de trabajadores norteamericanos renunciaron a sus empleos, según los nuevos datos del Departamento de Trabajo, una cifra que se ensancha hasta 20 millones si se mide desde abril. Muchas de esas renuncias fueron en el comercio minorista y el sector hotelero, donde los empleados optaron por abandonar tareas ingratas y mal pagas. Pero esas bajas masivas se están extendiendo a todo el espectro del mercado laboral norteamericano, mientras el costo de la pandemia y el tortuoso camino de la recuperación siguen fogoneando “un movimiento centrífugo de la historia económica de Estados Unidos”, como lo describió el escritor Derek Thompson en The Atlantic.
Los sueldos están en alza y las empresas enfrentan escasez de personal: la experiencia de una prolongada emergencia sanitaria ha hecho que millones de norteamericanos reconsideren sus opciones laborales.
“Esta pandemia ya duró tanto que está afectando mental y físicamente a las personas”, dice Danny Nelms, presidente de la consultora Work Institute. “Y esas cosas hacen que la gente vuelva a repensar su vida, su carrera y su trabajo. A eso se suma que hay 10 millones de aperturas de negocios, o sea que si quiero cambiar de rubro, no es demasiado difícil”.
La “Gran Renuncia” en Estados Unidos estuvo precedida por un estancamiento mucho más profundo, de décadas de duración, de los salarios y los beneficios laborales. En la escala más baja, los sueldos perdieron contra la inflación, mientras aumentaba la informalidad y la precariedad laboral. Los activistas de los derechos de los trabajadores ahora ven un momento justo para corregir el rumbo. Octubre está siendo un mes álgido para el sindicalismo norteamericano, con huelgas masivas en varios sectores de la industria a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos.
“A las empresas les cuesta cada vez más reemplazar a los empleados, y los problemas en la cadena de suministros les impiden cumplir con la demanda y el auge de consumo de la apertura pospandemia”, escribió Jacob Bobage en The Washington Post. “Ahora los sindicatos tienen más poder para presionar, y hacer huelga es menos riesgoso que antes.”
Para el trabajador promedio de una economía occidental desarrollada, hay buenos motivos de esperanza. “La realidad es que en las décadas de 1960 y 1970 la gente renunciaba a su trabajo mucho más seguido que en los últimos 20 años, y la economía antes era mejor gracias a eso”, escribió Thomas en The Atlantic. “Desde la década de 1980, los norteamericanos renuncian menos, y muchos se aferran a pésimos trabajos por temor a que la red de contención social no los sostenga hasta que consigan otro. Pero los norteamericanos parecen haberse hartado de bajar la cabeza, y ese hartazgo está obteniendo recompensa: los sueldos de la escala más baja están subiendo a su mayor ritmo desde la Gran Recesión.”
La situación europea
En la Europa Occidental socialdemócrata, la red de contención es más fuerte y por lo tanto las disrupciones en el mercado laboral son menores. Pero la tendencia parece ser la misma: “Los datos reunidos por la OCDE, que nuclea a la mayoría de las democracias industriales avanzadas, muestra que en sus 38 países miembros, hay 20 millones de trabajadores activos menos que antes de la pandemia”, consignó Politico Europe. “De ellos, 14 millones abandonaron el mercado laboral y están clasificados como ‘no trabajo’ o ‘no busca trabajo’. En comparación con 2019, hay 3 millones de jóvenes más que no trabajan ni estudian.”
Una encuesta publicada en agosto reveló que un tercio de todas las empresas de Alemania registraban una escasez de mano de obra calificada. Este mes, Detlef Scheele, director de la Agencia Federal de Empleo de Alemania, le dijo al diario Süddeutsche Zeitung que su país tendría que importar 400.000 trabajadores calificados al año para compensar la escasez de que se vive en numerosos rubros, desde la enfermería hasta las empresas de tecnología amigable con el medio ambiente. Los cierres de frontera de la pandemia y el alza de los salarios en los países de Europa Central y Oriental también llevaron a la falta de mano de obra en frigoríficos y el sector hotelero en países como Alemania y Dinamarca.
“Francamente, es un tema de plata”, dice Andrew Watt, jefe de la unidad de economía europea del Instituto de Políticas Macroeconómicas de la Fundación Hans Böckler, de la Federación de Sindicatos de Alemania. “Para que la gente acepte volver a esos empleos ingratos y mal pagos, los sueldos van a tener que aumentar. Y eso no tiene nada de malo.”
América Latina y el Caribe
Pero en los países emergentes la historia no es tan lineal, sino definitivamente más sombría. En América Latina y el Caribe, 26 millones de personas perdieron su trabajo durante los cierres de la pandemia, según la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Y la inmensa mayoría de los empleos que se recuperaron pertenecen al sector informal, un resultado que por lo general implica menores sueldos y mayor precarización, en una región ya marcada por una profunda desigualdad económica.
“Por lo general son trabajos sin estabilidad y de sueldo bajo, sin derechos laborales ni beneficios sociales”, dijo el mes pasado el director de la OIT para la región, Vinícius Pinheiro, quien también destacó el desproporcionado impacto de la pandemia entre los jóvenes. Según un estudio de principios de este año, 1 de cada 6 personas de entre 18 y 29 años de Latinoamérica y el Caribe dejaron de trabajar desde que empezó la pandemia.
La situación en Asia
En la diversidad de las economías de Asia se viven otras dificultades. China tiene su propia versión de la “Gran Renuncia”: a los trabajadores más jóvenes no los satisfacen sus perspectivas laborales y rechazan la oferta de empleos relativamente mal remunerados en los polos manufactureros que impulsaron el ascenso económico de China. Desde Pekín, las autoridades advierten sobre la creciente escasez de trabajadores calificados en la crucial industria tecnológica, un verdadero problema para el gobierno chino, que intenta dirigir la economía del país hacia su sector más desarrollado. Y ahora que la demanda mundial de productos está repuntando tras la caída de la pandemia, las fábricas chinas resienten la escasez de mano de obra.
En una encuesta a 1140 trabajadores de la indumentaria de Myanmar, Honduras, Etiopía y la India, realizada por los investigadores de la Universidad de Sheffield, Gran Bretaña, y del Consorcio de Derechos Laborales, con sede en Estados Unidos, la enorme mayoría respondió que durante la pandemia se vieron obligados a pedir dinero prestado, o incluso a endeudarse fuertemente. Alrededor de un tercio de los trabajadores que cambio de empleo respondió que sus condiciones laborales ahora son peores: sueldos más bajos y menos estabilidad.
“Ya antes de la pandemia, esos trabajadores tenían sueldos injustos y una nula capacidad de ahorro”, dice Zameer Awan, encuestador del Instituto de Educación e Investigación Laboral de Pakistán. “Ahora están endeudados hasta el cuello, y los que consiguen trabajo, es en condiciones todavía más abusivas que antes, y ni siquiera pueden quejarse.”
Traducción de Jaime Arrambide
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