La gran preocupación del partido de Lula tras la inhabilitación de Bolsonaro
La izquierda en Brasil está preocupada por el rápido ascenso de Tarcísio de Freitas, el gobernador de San Pablo, e intentará disputarle a los votantes no radicalizados
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RÍO DE JANEIRO.- El inmediato aislamiento en el que quedó Jair Bolsonaro tras ser inhabilitado políticamente, apenas seis meses después de dejar el poder, es evidente para quien conversa en privado con sus principales aliados y no se deja llevar por los dolidos mensajes de solidaridad que le envían al expresidente.
Entre los que se presentan como disconformes están desde antiguos colaboradores que intentaron alejarse de su exjefe diciendo que no tenían nada que ver con la fatídica reunión con embajadores en julio del año pasado, hasta candidatos a herederos de su botín electoral, que ya se frotan las manos.
Pero nadie puede correr el riesgo de dar a entender alguna especie de alivio o ansiedad en público, porque la picadora de carne bolsonarista que ya trituró a tantos antiguos aliados todavía es fuerte en los submundos de Telegram y en las redes sociales.
En la izquierda, también, el análisis del efecto de la inhabilitación de Bolsonaro necesita ir más allá de lo obvio. Los memes y los festejos pululan, pero en el corazón del poder federal, las encuestas que muestran el rápido ascenso del gobernador de San Pablo, Tarcísio de Freitas como líder autónomo, incluso superando a su impulsor en varias regiones de su estado y estados del sur y del sudeste, es un motivo de gran preocupación.
Por eso la próxima prioridad del gobierno de Lula da Silva serán las obras de infraestructura. La idea es desbaratar el aura de “asfaltador” del exministro y actual gobernador de San Pablo, con datos que mostrarían que, en realidad, hizo poco mientras estuvo en su cargo. Eso ya empezó a ser sugerido en entrevistas, como la que nos concedió esta semana el ministro Alexandre Padilha.
Otra línea de ataque será que Tarcísio no conoce bien San Pablo y que ni siquiera comenzó a gobernar, pero que ya piensa en ser candidato a presidente. Esto se debe a la rápida decisión del Tribunal Superior Electoral: el PT y partidos aliados entienden que el sucesor de Bolsonaro tendrá mucho tiempo para juntar los votos de una parte del electorado huérfano.
Así que la orden es avanzar en los grupos no radicalizados: los evangélicos y el agro, los electores de bajos ingresos que comenzarán a beneficiarse cada vez más con los programas sociales, los endeudados que serán rescatados por programas de crédito y los empresarios conquistados por agendas como la lucha por la baja de las tasas de interés y la reforma tributaria.
En la derecha, habrá una disputa por el pase de Tarcísio de su partido, Los Republicanos, al Partido Liberal de Jair Bolsonaro. Y deberá acentuarse la presión del ala bolsonarista más radical para que los hijos del ahora inhabilitado expresidente tomen cartas en su gobierno, algo que hasta el momento el gobernador ha venido evitando.
Por Vera Magalhães
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