La gira de Pompeo fortalece el alineamiento automático de EE.UU. y Brasil
RÍO DE JANEIRO.– En su libro Miedo: Trump en la Casa Blanca, el periodista norteamericano Bob Woodward menciona la estrecha relación entre el presidente y su par brasileño, Jair Bolsonaro , a quien alguna vez llamó "el Trump de los trópicos". En uno de sus relatos, Woodward asegura que en marzo pasado, cuando la pandemia de coronavirus ya era una realidad en el continente y Washington sabía de su gravedad, el republicano hizo una excepción en su agenda externa y aceptó recibir a Bolsonaro en su residencia Mar-a-Lago, en Florida . Días después, tres integrantes de la comitiva brasileña confirmaron tener Covid-19 y el consejero de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, relató a Woodward que "temió transformarse en el responsable de exponer Trump al virus".
Lo narrado por el periodista retrata el grado de cercanía entre los dos presidentes, que para importantes dirigentes brasileños ya es considerada inconstitucional. Trump es el mayor ídolo de Bolsonaro y usa al gobierno brasileño como pieza clave en su estrategia regional.En este contexto debe entenderse la visita del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, al estado brasileño de Roraima ayer. Una visita que causó polémica en Brasil y llevó el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, a calificarla de "ofensa a las tradiciones de autonomía" de la política exterior nacional.
La escala en Roraima tuvo el objetivo de discutir la crisis venezolana y enviarle un fuerte mensaje a Nicolás Maduro . En un estado brasileño que tiene una amplia frontera con Venezuela , el secretario de Estado, recibido con honores por el canciller Ernesto Araújo, le pidió a Maduro que renuncie. Para Maia y otros dirigentes, el gobierno de Bolsonaro cometió un acto inconstitucional al violar los principios de independencia nacional.
Para Trump, esa escala en territorio brasileño era importante por varios motivos. Seguir estrechando el vínculo con un aliado estratégico; enviarle un mensaje a los electores latinos de Florida y a su archienemigo venezolano. La sociedad con Bolsonaro le ha dado buenos resultados al magnate. El fin de semana pasado, el apoyo indispensable de Brasil le permitió a Estados Unidos ocupar, por primera vez en sus 60 años de historia, la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Con un alto nivel de abstención, fue electo el norteamericano de origen cubano Mauricio Claver-Carone.
Si Brasil hubiera presentado un candidato a la altura de las circunstancias, hubiera tenido chances de quedarse con el cargo. Muy por el contrario, propuso al empresario y banquero Rodrigo Xavier, cercano al ministro de Economía, Paulo Guedes, que, según fuentes del BID, ni siquiera habla bien español. Con el lanzamiento de la candidatura de Claver-Carone, el gobierno de Bolsonaro retiró inmediatamente a Xavier y se puso en campaña para respaldar al hombre de Trump.
La alianza entre Brasil y Estados Unidos también hizo jugadas fuertes en la Organización de los Estados Americanos ( OEA ), donde apoyaron a principios de año la reelección del uruguayo Luis Almagro como secretario general. Meses más tarde, Bolsonaro logró que Almagro diera un fuerte impulso a varias denuncias administrativas contra Paulo Abrão, ahora exsecretario general de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Abrão fue funcionario de los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) y, además de eso, promovía investigaciones sobre supuestas violaciones de los derechos humanos en países como Brasil.
Para completar el cuadro, Bolsonaro acaba de enviar a su exasesor especial Arthur Weintraub a Washington para ocupar una secretaría del gabinete de Almagro. El hermano del exasesor –el exministro de Educación Abraham Weintraub, envuelto en conflictos diplomáticos con China y famoso por haber dicho que todos los jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) deberían estar presos– fue enviado al Banco Mundial.
Queda claro que el vínculo Trump-Bolsonaro es útil a ambos. Aunque en el caso del brasileño lo sea más en temas personales y no de interés nacional. El alineamiento automático con Estados Unidos no le generó beneficios económicos o comerciales a Brasil. Todo lo contrario: el gobierno acaba de adoptar medidas que favorecerán las exportaciones de etanol y arroz norteamericano y, en este último caso, que perjudican a sus socios del Mercosur. Las barreras proteccionistas al acero aplicadas por Estados Unidos demuestran que, a la hora de priorizar, salen ganando los intereses nacionales.
Bolsonaro le sirve mucho más a Trump que viceversa. La Casa Blanca busca ampliar su influencia en la región, principalmente para contraponerse a China . Eso explica, en gran medida, el interés por la presidencia del BID, ámbito donde se toman decisiones sobre reglas de inversión.
"América Latina está muy dividida, y el símbolo de esa fragmentación es la mala relación entre Brasil y la Argentina . En ese contexto, Estados Unidos aprovecha las divisiones para imponerse", explicó a LA NACION Mauricio Santoro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ).
El presidente brasileño tiene dedicación exclusiva a su ídolo y, como escribió recientemente un internauta en Twitter, se transformó en una especie de "Trump con cinco días de delay". Estuvieron unidos en la defensa de la cloroquina como medicamento supuestamente eficaz contra el Covid-19; minimizaron la pandemia; criticaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS); cuestionan los organismos multilaterales, como la Organización Mundial de Comercio (OMC), y en la región sostienen el discurso más duro contra Venezuela, acompañados por la Colombia de Iván Duque , por donde pasó Pompeo.
El canciller brasileño dice públicamente que su gobierno no tendría problemas en relacionarse con una eventual administración demócrata. Pero internamente se sabe que Bolsonaro apuesta a la reelección de Trump. "¿Podrías imaginar a un secretario de Estado demócrata llegando a Roraima? Yo lo veo más visitando la Amazonia, o el Pantanal, y demostrando preocupación por los incendios", dijo Santoro.
El embajador Paulo Roberto de Almeida, tal vez el mayor crítico de Araújo en actividad, dijo que Roraima fue "un set de la campaña de propaganda de Trump". Para el embajador, una eventual derrota de Trump dejaría al presidente brasileño totalmente aislado en la región y el mundo.
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