La gestión de Pedro Sánchez: los errores y traspiés del primer gobierno de coalición de España
Los socialistas reconocen que hubo problemas de comunicación y que abrieron “demasiados frentes” durante la gestión; hubo internas en la alianza, pero el presidente pudo resistir
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BARCELONA.- La debacle de la izquierda en las elecciones municipales y autonómicas del pasado mes de mayo, en las que el Partido Popular acaparó un poder institucional insólito, dejó perplejos a los líderes y a las bases de los partidos que integran el Gobierno español, el PSOE del presidente Pedro Sánchez, y la amalgama de partidos de izquierdas integrados ahora en la plataforma Sumar. Bajo su punto de vista, el Ejecutivo ha hecho un buen trabajo en un tiempo convulso, pero las urnas y los sondeos de cara a las elecciones generales del próximo 23 de julio no lo reflejan.
“La hoja de servicios de este Gobierno es notable”, declaró Sánchez la semana pasada en una entrevista en la Cadena Ser, la radio más escuchada del país. A continuación, el presidente enumeró los logros en su haber: la reforma laboral que ha reducido la temporalidad de los contratos, el aumento del salario mínimo -un 8% en 2023, y un 47% en los últimos cinco años-, el blindaje por ley del poder adquisitivo de las pensiones, la ley para controlar los precios de la vivienda o la “excepción ibérica”, una modificación en el cálculo del precio de la electricidad que ha mantenido la factura por debajo de los vecinos europeos. Además, añadió, el gobierno ha tenido que afrontar dos crisis muy graves: la pandemia del Covid-19, y las consecuencias de la guerra de Ucrania, que ha disparado la inflación en toda Europa.
“Este gobierno ha sido muy bueno en la gestión en un contexto muy difícil por las diversas crisis, pero muy malo a la hora hacer política, es decir, de generar un relato”, comenta un funcionario socialista, que considera que el Ejecutivo “abrió demasiados frentes” al aprobar varias leyes controvertidas como la ley del “sólo sí es sí” sobre la violencia sexual, la ley de la eutanasia o la “ley trans”, que permite a los menores de edad realizar un cambio de género.
El analista Josep Ramoneda coincide con esta visión: “El gobierno ha levantado algunas banderas que han escondido otras, su política de comunicación no ha sido buena. Ha querido hacer cambios que han asustado a una parte de la población sin explicarlos bien. Por ejemplo, muchos se pueden sentir agobiados de pensar que les puede salir un hijo trans. Y todo ello mientras una parte de la sociedad la pasaba mal económicamente”. A causa del peso del turismo en la economía, España fue uno de los países europeos con una mayor caída del PBI durante la pandemia, y también uno de los que más ha crecido una vez superada la crisis sanitaria.
Por otro lado, Ramoneda considera que la alianza del PSOE con algunos partidos nacionalistas periféricos, como Esquerra Republicana de Cataluña, le han pasado factura, a pesar de que su resultado ha sido positivo para el país. “Su política en Cataluña ha tenido un efecto pacificador, y ha conseguido desmovilizar el independentismo. Pero para el nacionalismo español, pactar con el nacionalismo catalán es ofensivo”, añade. Por su parte, el PP hace una enmienda prácticamente a la totalidad de la acción de Gobierno, con la excepción de la reforma laboral, y critica los pactos del PSOE por estar solo motivados “por el afán de poder”.
Desde el espacio más a la izquierda, antes identificado con Podemos y ahora con la plataforma Sumar, se aportan matices a la visión de sus socios. “Creemos que el balance es positivo, pero sin caer en el triunfalismo porque mucha gente lo está pasando mal. No estamos de acuerdo en decir, como el PSOE, que la economía va como una moto”, señala David Cid, diputado de un partido socio de Sumar en Cataluña. “El problema no ha sido que hemos querido avanzar mucho en tema de libertades, sino que no lo hemos defendido luego con convicción. No hemos plantado cara en la batalla cultural que plantea la derecha”, añade.
Coalición
Un último factor a tener en cuenta es que este ha sido el primer gobierno de coalición en la historia reciente de España. Desde la transición democrática de finales de los años setenta, todos los Ejecutivos habían sido monocolor, aunque recibieran apoyo exterior cuando su mayoría no era absoluta. “En un país sin cultura de pactos, las desavenencias entre los dos partidos presentes en el Gobierno han generado un ruido que los ha perjudicado”, comenta Ramoneda. Ahora bien, el Ejecutivo ha sido capaz de resistir las turbulencias internas mejor de lo esperado, pues muchos analistas auguraron que se partiría a mitad de legislatura.
Una de las consecuencias de la crisis financiera de 2008, que golpeó de forma especialmente dura a España, fue el final del bipartidismo PP-PSOE que había dominado la vida política del país durante tres décadas. Los dos grandes partidos españoles pasaron de acaparar cerca del 80% del voto a poco más del 60%. Las mayorías absolutas se han convertido en una aspiración casi utópica, y era cuestión de tiempo la formación de un gobierno de coalición, algo más habitual en los países europeos con un panorama político fragmentado desde hace largo tiempo.
La gestión de las discrepancias entre socios será también un reto para el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, si, como auguran las encuestas, su partido no alcanza la mayoría absoluta. El líder de Vox, Santiago Abascal, ya ha anunciado que exigirá contar con varios ministerios en el futuro Ejecutivo. En algunas de las regiones donde se impuso el PP en mayo, los pactos entre los dos partidos del bloque de la derecha han suscitado tensiones. Por eso, la campaña de Feijóo en los últimos días se ha centrado en pedir el voto para disponer de una posición de fuerza el día después de los comicios.
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