La frase que repite el capitán del yate de lujo que se hundió en Sicilia: “Salvé a quien pude, no me escapé”
El neozelandés James Cutfield no habló en el primer interrogatorio como imputado por la tragedia, pero el Corriere della Sera reconstruyó lo que le dijo a su entorno; otros dos tripulantes están bajo investigación
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ROMA.- Otros dos miembros de la tripulación del Bayesian fueron imputados este miércoles por naufragio culposo y homicidio múltiple culposo y se sumaron a una investigación que ya caía sobre James Cutfield, el comandante del yate de lujo que se hundió el 19 de agosto pasado frente a las costas de Sicilia, y quien habló sobre la tragedia.
La fiscalía de Termini Imerese, que investiga el desastre en el que murieron siete personas -entre ellas el dueño del súper velero, el magnate británico Mike Lynch-, decidió sumar al registro de los indagados al oficial de máquina Tim Parker Eaton, de 56 años, y al marinero del puente, Matthew Griffith, de 22, ambos británicos.
Mientras al comandante neozelandés se lo acusa de no haber tomado las medidas necesarias para evitar el desconcertante naufragio de la embarcación -que ocurrió en la madrugada, en medio de una violenta tempestad que incluyó vientos huracanados y una tromba marina-, y de no haber socorrido a sus 12 pasajeros, a Eaton se le incrimina no haber activado los sistemas de cierre de los portones. Este “olvido” provocó la inundación de la sala de máquinas y un apagón, y después, el naufragio de todo el velero, una joya náutica de más de 50 metros, con un mástil de aluminio de 75 metros, considerada “inhundible” por sus constructores. Griffith, por su parte, según los fiscales no habría advertido sobre la tormenta de lluvia y viento que se avecinaba.
El capitán del súper yate, de 51 años, el martes ejerció su derecho a no responder en el primer interrogatorio como imputado. Al parecer, optó por el silencio no sólo porque sus abogados así se lo aconsejaron porque aún no decidieron la línea defensiva a seguir, sino porque está destrozado anímicamente.
“Salvé a quien pude, no me escapé”, suele repetir, desesperado, Cutfield, según allegados citados por el Corriere della Sera, que destacaron que para él lo peor de todo es ser acusado de haber abandonado a sus pasajeros y ser comparado con el tristemente célebre Francesco Schettino, el excapitán del crucero Costa Concordia que se hundió en enero de 2012. Diversos medios italianos, en efecto, rebautizaron en los últimos días a Cutfield como Schettino, excapitán napolitano que fue condenado a 16 años de cárcel por el naufragio de la nave.
A todas luces muy distinta, la tragedia del Costa Concordia, que provocó 32 muertos, tuvo lugar en la noche del 13 de enero de 2012 ante las costas de la Isla del Giglio, frente a la región de Toscana. Entonces el inmenso crucero, que llevaba 4000 personas, se acercó demasiado a la costa para hacer el denominado “inchino”, es decir, la “reverencia”, un peligroso saludo que de noche implica un impactante espectáculo de luces para quienes están en tierra firme, así como un spot publicitario para las compañías navieras. Fue entonces cuando ese gigante del mar chocó con un escollo –perfectamente señalado en los mapas náuticos-, que cortó como si se tratara de un abrelata el casco de la nave. Shettino, que para algunos testigos estaba borracho la noche de la tragedia y acompañado de una joven bailarina moldava, saltó entonces a la fama al trascender un audio en el cual, durante las operaciones de salvataje, otro comandante de la guardia costera le gritaba enérgicamente que volviera a subirse a bordo (“¡Vuelva a bordo, carajo!”, en italiano, “Vada a bordo, cazzo!”). Desde entonces, fue apodado “el capitán cobarde”.
Al parecer, Cutfield rechaza cualquier comparación con él: el Bayesian, que se encuentra hundido a 50 metros de profundidad, en el fondo del mar, intacto, no es el Costa Concordia, y él no es Schettino, se encarga de aclarar. “El capitán James, postrado, repite una y otra vez que no abandonó a nadie y que hizo todo los posible para salvar a todos, los miembros de la tripulación y los pasajeros. Y que en un determinado momento el agua había invadido todo y se había vuelto imposible entrar al velero que se estaba hundiendo”, escribió el Corriere della Sera.
En el naufragio, ocurrido frente al puerto de Porticello, cerca de Palermo, además de Lynch, considerado el “Bill Gates británico”, murieron su hija Hannah, de 18 años; su amigo Jonathan Bloomer, presidente de Morgan Stanley y su esposa, Judith Elizabeth Bloomer; su abogado Chris Morvillo y su mujer, Neda Morvillo; y el chef, Thomas Recaldo. Si bien este último intentó salir a cubierta -fue el primer cuerpo recuperado por los socorristas a pocas horas de la tragedia-, todos los demás fueron hallados por buzos días más tarde, atrapados en el interior del casco, que, según se reconstruyó, se hundió en 16 minutos de terror, que culminaron a las 4.06 de la madrugada del lunes.
Como no hay medidas cautelares en su contra, Cutfield no tiene impedimentos legales para dejar el país, algo que podría hacer hoy o mañana, no bien obtenga una nueva copia de sus documentos, que, como el Bayesian, también quedaron en el fondo del mar. El comandante regresará a su casa de Mallorca, donde vive junto a su esposa, Cristina, que viajó a Sicilia para acompañarlo en lo que parece ser el peor momento de su vida.
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