La fatiga pandémica, culpable del nuevo aumento de casos
NUEVA YORK.– Hace seis meses, cuando el coronavirus empezó a dar la vuelta al mundo, desde Seattle hasta Roma y Londres la gente canceló bodas y planes de vacaciones, cortó las visitas a los abuelos de la familia y se atrincheró en su casa para lo que, según pensaban, sería un indispensable pero breve período de confinamiento.
Pero el verano boreal no liquidó el virus y el otoño del hemisferio norte llegó con una incontrolable y peligrosa segunda ola de contagios que en algunos lugares del mundo está siendo incluso peor que la primera.
Estados Unidos ya superó los ocho millones de casos confirmados, y tan solo el viernes informó de 70.000 nuevos casos en un solo día, la mayor cifra desde julio. En 18 estados, la cantidad de nuevos casos que se sumaron entre el viernes anterior y el último viernes fue más alta que en cualquier otro período de siete días de la pandemia.
En Europa, los contagios van en alza y también las hospitalizaciones. Gran Bretaña impuso nuevas restricciones, y Francia puso sus ciudades en estado de "alerta máxima", con toque de queda y cierre de todos los bares, gimnasios y clubes deportivos. Alemania e Italia van batiendo sus propios récords de nuevos casos diarios, y las autoridades de la República Checa dicen que su sistema de salud "corre riesgo de colapso", que los hospitales están desbordados y que actualmente se producen más muertes que en cualquier otro momento de la pandemia.
El virus tomó diversos caminos en esos países, según la variedad de restricciones implementadas por los líderes para frenar la escalada de contagios. Pero en todos por igual cunden el cansancio de la población y una creciente tendencia a correr el riesgo del contagio, ya sea por necesidad o por deseo y voluntad personal. Sin un final en el horizonte, ya hay muchos que se amontonan en bares, fiestas familiares y eventos deportivos casi como antes de la aparición del virus, y hay otros que están obligados a volver al trabajo y la escuela para intentar resucitar sus economías locales. Y, en claro contraste con lo ocurrido hace seis meses, los rituales de esperanza y solidaridad que ayudaron a sobrellevar la primera ola del virus han dado paso al agotamiento y la impotencia.
"La gente está harta de pegar corazoncitos y arcoíris en las ventanas", dice Ketie Rosenberf, alcaldesa de Wausau, Wisconsin, una localidad de 38.000 habitantes donde un hospital abrió una unidad especial para tratar a pacientes con Covid. "No dan más".
Cóctel peligroso
En todos los lugares del mundo donde hay un resurgimiento del virus, el aumento de casos choca con el aumento de la apatía, un cóctel muy peligroso. Las autoridades sanitarias dicen que la impaciencia popular es el nuevo desafío que se agrega a intentar frenar los nuevos brotes, y que es probable que ese hartazgo se exacerbe durante un otoño boreal que al parecer será devastador.
El problema es especialmente descarnado en Estados Unidos, que tiene más casos y muertes que ningún otro país y que ya ha soportado dos ingentes olas de contagios del virus: la primera, en el nordeste, hace seis meses, y más tarde, durante el verano boreal, en todo el cinturón del sol, la franja de estados del sur del país. Pero un fenómeno similar hace sonar las alarmas en Europa, donde según estimaciones de investigadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de toda la población sufre actualmente de "fatiga pandémica".
"Los ciudadanos han hecho enormes sacrificios", dice el doctor Hans Kluge, director regional de la OMS para Europa. "Se pagó un precio extraordinario, que nos tiene exhaustos a todos, sin importar dónde viva y qué haga cada uno".
Si lo ocurrido hace seis meses tenía la marca del horror, ahora es una mezcla rara de resignación y negligencia. Gente que no asomaba la cabeza de su casa ya está evaluando sentarse en el interior de un restaurante, algunos por la carencia de estos meses, otros para darse un gusto antes de tener que encerrarse de nuevo en un par de meses, cuando arranque el invierno boreal y el virus arrecie. Muchos siguen usando barbijo para protegerse a sí mismos y a los demás, pero las muestras de apoyo y solidaridad para con los trabajadores de la salud ya se hacen desear.
"Al principio, todo era miedo y ‘en esta estamos todos juntos’", dice Vaile Wright, psicóloga de la Asociación de Psicología de Estados Unidos y estudiosa del estrés entre los norteamericanos. "Ahora la cosa cambió, y el miedo fue reemplazado por la fatiga".
Los tratamientos médicos contra la enfermedad han mejorado muchísimo desde el inicio de la pandemia y las muertes siguen siendo más bajas que en el peor momento, pero el actual auge de contagios en el hemisferio norte tiene muy preocupados a los funcionarios de salud pública. Desde que empezó la pandemia, en Estados Unidos han muerto más de 218.000 personas, y en las últimas semanas, los informes diarios de muertes se han mantenido relativamente constantes, con alrededor de 700 fallecimientos por día.
En algunas partes del mundo, la población cambió ciertos hábitos y comportamientos y los esfuerzos de contención han sido duros, pero eficaces. En lugares como Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda, Australia y China, donde el virus empezó a propagarse, las nuevas infecciones se han mantenido relativamente bajas durante meses. La semana pasada, desde que se detectaron una docena de casos en la ciudad china de Qingdao, las autoridades se propusieron testear a los 9,5 millones de habitantes de la ciudad.
"Acá la gente no reacciona demasiado contra este tipo de medidas", dijo Siddharth Sridhar, profesor asistente de microbiología en la Universidad de Hong Kong. "Más bien lo contrario: hay más críticas contra los gobiernos por no hacer lo suficiente para contener el virus".
Agitación social
La respuesta en Estados Unidos y gran parte de Europa ha sido muy diferente. Si bien al principio de la pandemia la población se unió en una causa común, el paso del tiempo condujo a la frustración y la agitación social.
Están surgiendo focos de contagio en el sur y la región del Atlántico medio de los Estados Unidos, que se expanden rápidamente hacia el medio oeste y las Rocallosas. La semana pasada, Illinois registró su mayor número de nuevos casos diarios confirmados desde que comenzó la pandemia, y la mayor cantidad de muertes en un solo día desde junio.
En España, un verano de viajes y jolgorio dejó como consecuencia el nuevo auge de contagios actual. El jueves, en Alemania, las autoridades sanitarias registraron 7334 nuevos contagios en un período de 24 horas, un récord nacional. Hasta Italia, que hace seis meses impuso uno de los bloqueos más drásticos de Europa, ahora experimenta un inquietante crecimiento de casos y está considerando un toque de queda a nivel nacional desde las 10 de la noche.
The New York Times
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