La farsa de Putin, un buen resumen del deterioro democrático global
Un informe advierte sobre el deterioro democrático en 35 países
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WASHINGTON.- Tres días de votación a lo largo de once zonas horarias y una vasta porción del planeta solo podían conducir a un resultado: una enfática victoria reelectoral para el presidente ruso, Vladimir Putin. Siempre supimos que el Kremlin se ufanaría del arrollador nuevo mandato obtenido por Putin, que “compitió” por el voto de los rusos contra el puñado de personajes ignotos a los que se les permitió candidatearse para la presidencia. Al caer la noche del domingo, las autoridades rusas difundieron el conteo preliminar de un resultado predestinado: informaron que ya computadas tres cuartas partes de los sufragios, Putin se había impuesto por más del 87% de los votos, y algunos funcionarios del gobierno sugirieron que la asistencia a las urnas fue aún mayor que en las anteriores presidenciales, celebradas en 2018.
Ya en aquella elección, los grupos de exiliados atentos al comicio reportaron episodios de cambio de urnas, intimidación a los votantes en algunos centros de votación y diversos intentos de manipulación, como los supuestos micros de simpatizantes de Putin que eran llevados a votar varias veces a diferentes lugares. En las zonas de Ucrania que ya habían sido ocupadas y anexadas ilegalmente por Rusia, los observadores relataron que las autoridades locales coaccionaban a la gente “a punta de pistola” para que fuera a votar.
Un funcionario local de la ciudad ocupada de Novomykolaivka, que después huyó a otra zona de Ucrania, relató entonces que los funcionarios electorales rusos “caminaban por la ciudad acompañados por un soldado armado, y al estar armado, constituía una amenaza, no verbal, pero una amenaza violenta en los hechos.”
Esta vez, para dar muestras de su disconformidad, tanto con la naturaleza del régimen de Putin como con la actual guerra en Ucrania, miles de rusos de las grandes ciudades fueron a votar todos juntos a la misma hora, el mediodía del domingo, también en solidaridad con el fallecido activista prodemocracia Alexei Navalny, que antes de morir en prisión reclamó durante años elecciones más justas y libres en Rusia. Muchos también impugnaron su voto. El gobierno ruso silenció cualquier otra manifestación de disenso y alentó a la gente a ir a votar antes del horario de la protesta.
“Vine a manifestar mi posición y a mostrar que en el país sigue habiendo vida política y diferentes opiniones”, dice un hombre llamado Nikolai. “Es importante demostrar que la gente no está sola y que este tipo de acciones siguen teniendo apoyo.”
Esa necesidad de aferrarse a la esperanza es profunda y esencial para cualquiera que vive bajo un régimen totalitario. Y a escala global, la necesidad de encontrar esa esperanza es cada vez más necesaria. 2024 es un año cargado de elecciones presidenciales a nivel global y llega justo en un momento de “recesión democrática”, en medio de un grave deterioro de la salud de las democracias de todo el mundo.
Un nuevo estudio difundido este mes por el Instituto V-Dem, un centro de análisis político comparado de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, presenta una lista de los macroindicadores más preocupantes. El informe de democracia anual del instituto mide la calidad democrática utilizando un conjunto multidimensional de datos sobre la base de determinados factores, como la vigencia de los derechos y libertades civiles para todos los ciudadanos y su participación en elecciones libres y justas.
Y precisamente en el rubro “elecciones libres y justas”, el informe de este año reporta un deterioro en 35 países. En 2019, la cifra era de apenas 16. Y sobre las elecciones en la Rusia de Putin llega a una conclusión inevitable: un régimen que hace los gestos de una democracia sin seguir ninguno de sus principios. Pero hay otras democracias más genuinas que van por el mismo rumbo: V-Dem descubrió que los gobiernos de 24 países “invaden cada vez más la autonomía de la autoridad electoral”, socavando y echando dudas sobre la integridad de las elecciones.
“El deterioro de la calidad electoral es particularmente alarmante, ya que las elecciones pueden reforzar o contrarrestar la tendencia a la autocratización”, señala el informe sueco. “En 31 de los más de 60 países que este año celebran elecciones nacionales, la calidad democrática está empeorando, y solo está mejorando en tres.”
Según el análisis de V-Dem, el caso más preocupante es la India, donde en las próximas elecciones el gobierno nacionalista del primer ministro Narendra Modi parece encaminado a incrementar su ya enorme poder. Además, hay unos 42 países que se están “autocratizando”, y actualmente el 71% de la población mundial vive en autocracias, frente al 48% de hace apenas una década.
Estos hallazgos encajan con una sombría encuesta de Pew publicada el mes pasado. En paralelo con un notable descenso del entusiasmo por la “democracia representativa” en países tan dispares como la Argentina, Alemania o Kenia, la encuesta encontró un creciente interés por alternativas de gobierno de funcionarios “no electos”, como los tecnócratas o incluso un líder autoritario. “En 13 países, un 25% o más de los encuestados piensan que un sistema donde un líder fuerte pueda tomar decisiones sin injerencia del Parlamento o la Justicia es una buena forma de gobierno”, señala la encuesta de Pew. “En cuatro de los ocho países de ingresos medios incluidos en el estudio, al menos la mitad de los encuestados expresan esta opinión”.
Sin embargo, la dictadura o el gobierno militar no son populares entre los encuestados. Y en las preguntas abiertas en más de 20 de países, Pew encontró que la gente quiere políticos más receptivos, límites de mandato y formas de gobierno liberalizadoras.
La Rusia de Putin difícilmente sea el ideal de nadie.
Traducción de Jaime Arrambide
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